9 abril 2025

Bulto en la mandíbula inferior que se mueve: causas, diagnóstico y tratamiento

¿Tienes un bulto en la mandíbula inferior que se mueve? Conoce sus posibles causas, cómo se diagnostica y los tratamientos más comunes para eliminarlo.

He visto muchos pacientes preocupados al notar un bulto en la parte inferior de la mandíbula que “se mueve” al tactar. Entiendo perfectamente la ansiedad que puede generar encontrar un bulto así – es natural pensar en cosas graves como un tumor. Quiero acompañarte con información clara y profesional sobre este tema. En este artículo te explicaré por qué puede aparecer un bulto móvil bajo la mandíbula, cuáles son las causas más comunes (la mayoría benignas), cómo los médicos diagnosticamos estas masas, qué tratamientos existen y cuándo realmente deberías preocuparte. Mi objetivo es que, al finalizar la lectura, te sientas más tranquilo(a) y sepas cuáles son los pasos a seguir para cuidar de tu salud.

Causas más probables de un bulto en la mandíbula inferior que se mueve

Cuando un paciente me dice que tiene un bulto móvil en la cara, a la altura de la mandíbula inferior, las posibles causas que evaluamos primero suelen ser benignas. A continuación, te detallo las causas más comunes de un bulto en la mandíbula inferior que se mueve, desde las más frecuentes y benignas hasta las menos comunes. Veremos las explicaciones clínicas, los síntomas asociados a cada causa y cuándo conviene acudir al médico en cada caso.

Ganglio linfático inflamado (adenopatía reactiva)

Una de las causas más habituales de un bulto móvil bajo la mandíbula es un ganglio linfático inflamado. Los ganglios linfáticos son pequeñas estructuras del sistema inmunitario que actúan como filtros. Tenemos varios ganglios bajo la mandíbula (ganglios submandibulares) que pueden aumentar de tamaño cuando hay una infección o inflamación cercana – por ejemplo, una infección de garganta, amigdalitis, un resfriado fuerte o un problema dental en la zona. Al inflamarse, el ganglio se convierte en un bultito palpable, redondo u oval, generalmente móvil bajo la piel (se desliza al tocarlo) y a veces sensible o doloroso al presionarlo​.

  • ¿Cómo reconocerlo? Un ganglio inflamado suele medir desde pocos milímetros hasta ~1-2 cm. Suele presentarse junto con los síntomas de la infección causal: por ejemplo, si viene de un resfriado, podrías tener garganta irritada, mucosidad o fiebre baja; si el origen es un diente, quizá notes dolor o caries en ese diente. El bulto tiende a ser blando o firme pero elástico, no adherido firmemente al hueso ni a la piel. Puede haber dolor mandibular moderado si la infección es aguda, aunque muchas veces el ganglio agrandado no duele (solo molestia leve).
  • ¿Cuándo acudir al médico? Siempre es buena idea que un profesional evalúe cualquier bulto nuevo que persiste más de 2 semanas. En el caso de ganglios inflamados, observa su evolución: suelen disminuir de tamaño espontáneamente en unas semanas una vez resuelta la infección. Si tu bulto corresponde a un ganglio y no desaparece en 3-4 semanas, o sigue creciendo, conviene consultar. Igualmente consulta pronto si el ganglio está muy duro o fijo, o si viene acompañado de fiebre alta, sudores nocturnos, malestar general o pérdida de peso (podrían ser signos de alerta, como veremos luego). Ten en cuenta que en niños y adultos jóvenes, los ganglios inflamados por infección son muy comunes y normalmente inocuos​, pero en adultos mayores (especialmente fumadores) un ganglio persistente requiere descartar otras causas​

Si sospechas que tu bulto es un ganglio reactivo y mejora con el tiempo, puedes observar unos días; si no, consulta para salir de dudas. (Ver también: Artículo sobre ganglios linfáticos inflamados)

Infección dental o absceso en la mandíbula

Otra causa frecuente es una infección odontológica que haya provocado un absceso (acumulación de pus). Un absceso dental severo en un diente de la mandíbula inferior puede causar inflamación en la encía y los tejidos cercanos, presentándose incluso como un bulto externo en la mandíbula​. A veces, además del hinchazón local, la infección activa los ganglios linfáticos submandibulares como mencionamos antes, y el bulto que palpamos puede ser dicho ganglio inflamado reaccionando a la infección​. En otros casos, el propio absceso forma una bolsa de pus que se palpa como bulto fluctuante.

¿Qué síntomas la acompañan? Un absceso dental suele doler bastante (dolor de muela intenso, pulsátil) y aparecer rápidamente junto con hinchazón en la encía o cara. Es común tener encías enrojecidas, dolor al masticar, mal sabor de boca y a veces fiebre o malestar general si la infección es importante. Al tocar el bulto de un absceso, este puede sentirse más fijo en su lugar (no tan móvil) si es una hinchazón dentro del tejido, y duele al presionarlo. En cambio, si el absceso hizo que un ganglio se inflame, notarás dos bultos: el ganglio (más móvil y superficial) y probablemente la inflamación alrededor del diente (más dolorosa al tacto).

¿Cuándo acudir al médico/odontólogo? ¡De inmediato! 😖 Una infección dental no debe esperar, ya que puede extenderse. Si sospechas que tu bulto se debe a un absceso (dolor de muela, hinchazón, etc.), acude cuanto antes al dentista o al médico. El profesional drenará el absceso y tratará el diente afectado (ya sea con una endodoncia o extracción según el caso)​, además de recetar antibióticos si es necesario. Verás que al resolver la infección, el bulto (y el ganglio reactivo, si lo hay) desaparecerá. No dejes pasar más de 1-2 días con un absceso dental sin atención, porque estas infecciones pueden agravarse. (Ver también: Infecciones dentales y abscesos)

Quiste mandibular o quiste en glándula salival

Los quistes son sacos o bolsas cerradas que pueden formarse en distintos tejidos, llenos de líquido o material semisólido. En la mandíbula, podemos encontrarlos en hueso (quistes odontogénicos) o en las glándulas salivales cercanas. Un quiste mandibular odontogénico suele originarse cerca de las raíces de un diente (por ejemplo, un quiste periapical por una pieza no tratada, o un quiste dentígero alrededor de un diente retenido). Por otro lado, un quiste de glándula salival (como un mucocele en glándulas menores, o un quiste en la glándula submandibular) también puede manifestarse como un bulto bajo la línea de la mandíbula. En la piel de la región mandibular también podría aparecer un quiste sebáceo (en la submandibular o zona del cuello).

¿Cómo se siente un quiste? Generalmente, un quiste produce un bulto redondeado, de consistencia blanda o elástica. Suele moverse al tocarlo (no está adherido al hueso firme) aunque si es interno en el hueso se notará al presionar la zona. Por lo regular no duele a menos que se infecte o crezca mucho y comprima estructuras. Un quiste en hueso mandibular puede pasar inadvertido hasta que alcanza un tamaño apreciable o se ve en una radiografía dental. Los quistes salivales pueden fluctuar de tamaño (por ejemplo, agrandarse durante el día si se acumula saliva y luego reducirse). La piel sobre el quiste suele verse normal (a menos que esté inflamado).

¿Es grave? Cuándo buscar ayuda: La mayoría de los quistes mandibulares son benignos y de crecimiento lento. Sin embargo, cualquier bulto persistente debe ser evaluado. Acude al médico estomatólogo o cirujano maxilofacial si notas un bulto blando que lleva semanas/meses. Es especialmente importante si el quiste aumenta de tamaño progresivamente. Un profesional puede determinar mediante imágenes si es un quiste y recomendar extraerlo si es grande o problemático. Si el bulto duele, enrojece o se calienta, podría haberse infectado un quiste antes asintomático, en cuyo caso también debes consultar pronto. En resumen, los quistes no suelen urgir de un día para otro, pero sí requieren diagnóstico. Muchas veces se descubren en exámenes de rutina (p.ej., una radiografía panorámica dental) y se planifica su extirpación de forma programada.

Tumor benigno (fibroma, lipoma u otras masas no cancerosas)

Aunque menos común que las causas anteriores, un bulto en la mandíbula inferior que es móvil podría ser algún tipo de tumor benigno. «Tumor» en este contexto no significa cáncer necesariamente, sino cualquier crecimiento anormal de tejido. En la zona mandibular podemos encontrar, por ejemplo: lipomas (acúmulos benignos de grasa bajo la piel), fibromas o fibromas osificantes (crecimiento de tejido fibroso, a veces en encía o hueso), osteomas (pequeños crecimientos de hueso), o tumores benignos de glándulas salivales como adenomas pleomorfos (aunque estos últimos suelen ser menos móviles).

Características de un tumor benigno: Suelen ser bultos indoloros, de crecimiento lento a lo largo de meses o años. Al palpar, pueden ser firmes o de consistencia intermedia; un lipoma, por ejemplo, es blando y muy móvil debajo de la piel (se desliza con facilidad y la piel encima luce normal)​. Un osteoma en el hueso sería duro pero generalmente indoloro y fijo al hueso (aunque un osteoma pequeño en la mandíbula es raro y suele descubrirse en radiografías). En general, un tumor benigno no causa síntomas sistémicos (no da fiebre, ni malestar, etc.), y salvo por el bulto en sí, la persona está bien. Puede haber leves molestias según su ubicación (p. ej., si roza al masticar).

¿Qué hacer? Cualquier tumor, aunque sea benigno, debe ser evaluado por un profesional. La buena noticia es que muchos de estos tumores son tratables con cirugía menor si causan inconveniente. Debes consultar si notas un bulto de este tipo, sobre todo para confirmar que realmente es benigno mediante estudios. El médico probablemente mandará hacer pruebas de imagen e incluso una biopsia (extracción de una muestra) para analizar el tejido​. Si todo indica que es un lipoma u otra lesión benigna sencilla, la decisión de quitarlo dependerá de si te molesta estéticamente, duele o crece. Por ejemplo, un lipoma pequeño podría simplemente observarse. En cambio, un adenoma de glándula salival sí suele extirparse para evitar que crezca más. En cualquier caso, tener un diagnóstico claro te dará tranquilidad.

Tumor maligno (poco frecuente, pero posible)

La posibilidad más seria – aunque bastante infrecuente en comparación a las anteriores – es que el bulto corresponda a algún tipo de tumor maligno. En la región submandibular, los diagnósticos malignos podrían ser: un linfoma (cáncer del sistema linfático) que se manifieste como un ganglio duro persistente, un tumor maligno de glándula salival submandibular (por ejemplo, carcinoma), un tumor en el hueso mandibular como un osteosarcoma (muy raro), o incluso una metástasis en un ganglio (ganglio centinela de alguna otra neoplasia). Es importante enfatizar que, estadísticamente, la mayoría de bultos que se mueven bajo la mandíbula NO serán cáncer. De hecho, la American Cancer Society indica que los ganglios inflamados por infección son mucho más comunes que los cánceres y tienden a resolverse solos. Aun así, debemos considerar esta posibilidad si las características del bulto lo sugieren.

¿Cómo identificar una señal de alarma de malignidad? Un bulto maligno suele tener alguna de estas características: firme o duro al tacto, a veces fijo (no tan móvil, adherido a planos profundos), crecimiento progresivo constante, y típicamente no duele en etapas iniciales. Puede haber síntomas generales como pérdida de peso, sudoraciones nocturnas, fatiga persistente o fiebre inexplicable en el caso de linfomas. Si el tumor afecta una glándula salival, podría acompañarse de alteraciones en la producción de saliva, entumecimiento de una área (si comprime nervios) o dificultad para mover la mandíbula. Un detalle: algunos ganglios con cáncer dentro sí pueden moverse al inicio, por lo que la movilidad no garantiza benignidad al 100%. Por eso insistimos en evaluar médicamente cualquier bulto que no siga el comportamiento típico de un ganglio reactivo.

¿Cuándo buscar ayuda médica? Siempre es mejor pecar de precavido. Si tu bulto presenta los rasgos mencionados (duro, fijo, >2 cm, crecimiento rápido) o tienes factores de riesgo significativos (edad mayor, historial de cáncer, fumador pesado, etc.), debes acudir cuanto antes a un especialista (idealmente un cirujano maxilofacial u otorrinolaringólogo) para un estudio completo. El médico probablemente realizará exámenes de imagen como ecografía y quizá TAC/RMN, y si sospecha, hará una biopsia para confirmar o descartar cáncer​. Descubrir un tumor maligno a tiempo es crucial: en caso de que (insistimos, poco probable) resulte ser cáncer, se puede planificar un tratamiento adecuado de inmediato (cirugía, radioterapia, quimioterapia según el tipo). No dudes en consultar si algo en tu intuición te dice que ese bulto “no es normal”. Los médicos estamos para ayudarte a salir de dudas.

(Nota: No pretendemos alarmarte, sino ser completos. Recuerda que la mayoría de las veces estos bultos serán quistes o ganglios benignos, pero no está de más confirmarlo con estudios. Como respaldo, según MedlinePlus, la mayoría de bultos en el cuello de adultos no son cancerosos

Diagnóstico de un bulto en la mandíbula inferior

Cada vez que evaluamos un bulto submandibular en la consulta, seguimos un proceso diagnóstico para determinar la causa. Aquí te cuento qué puedes esperar en cuanto a estudios y cómo diferenciamos un ganglio de un quiste o de un tumor:

  • Historia clínica y examen físico: Primero, te haré preguntas sobre cuándo notaste el bulto por primera vez, si ha crecido o cambiado, y si tienes otros síntomas asociados (dolor de muelas, infecciones recientes, fiebre, etc.). Luego procedo a examinar. En la palpación, evaluamos el tamaño, forma, consistencia y movilidad del bulto. Como mencionamos, un ganglio reactivo suele ser móvil, oval y algo blando; un quiste puede ser blando fluctuante; un tumor firme o irregular; un absceso duele y puede sentirse caliente. También reviso otras zonas del cuello y cabeza: por ejemplo, busco más ganglios inflamados (en cuello, detrás de la oreja, clavículas) y exploro la boca (dientes, encías, amígdalas) para encontrar potenciales infecciones o lesiones. Esta exploración nos da pistas: si encuentro una caries con infección en un diente cercano al bulto, me oriento a absceso/ganglio; si el paciente tuvo mononucleosis hace poco, un ganglio sería probable; si veo múltiples bultos generalizados, pienso en algo sistémico, etc.
  • Pruebas de imagen: Para afinar el diagnóstico, casi siempre usamos alguna imagen. La ecografía (ultrasonido) del área submandibular es muy útil: es rápida, indolora y nos dice si el bulto es sólido o lleno de líquido, su tamaño exacto y características internas. Con una eco podemos distinguir bastante bien un ganglio linfático (tiene cierta forma y ecotextura característica) de un quiste (lesión líquida) o de un tumor sólido. Si persiste duda, pasamos a estudios más detallados: una radiografía panorámica dental detectará si hay lesiones óseas o abscesos dentales ocultos; una Tomografía Computarizada (TAC) o Resonancia Magnética (RMN) nos dará una imagen más precisa de la ubicación del bulto, su relación con estructuras vecinas y sospecha de naturaleza​. Por ejemplo, ante un quiste mandibular grande, el TAC mostrará la cavidad en el hueso; ante un tumor de glándula, la RMN delineará sus bordes y extensión. No siempre necesitamos todos estos estudios, dependerá de cada caso.
  • Biopsia o punción aspirativa: Cuando encontramos un bulto cuya causa no queda clara con lo anterior, o que tiene características inusuales (muy grande, duro, etc.), procedemos a tomar una biopsia. Hay dos caminos: una punción aspirativa con aguja fina (PAAF), que extrae células con una aguja delgada para analizar al microscopio, o una biopsia excisional/incisional, que consiste en extraer una porción o la totalidad del bulto mediante una pequeña cirugía, para que el patólogo lo examine. Esto es la forma definitiva de diferenciar entre un proceso benigno y uno maligno. Por ejemplo, si sospechamos de un linfoma, se extirpará el ganglio para estudio; si parece un lipoma subcutáneo típico, quizás no sea necesaria la biopsia y se pasa directo a extirpar por completo si molesta. No temas a la palabra biopsia: el procedimiento se hace con anestesia local o sedación según el caso, y es breve. Es una herramienta esencial que nos brinda diagnóstico certero.
  • Análisis de laboratorio: En ciertos casos pediremos análisis de sangre u otros tests. Un hemograma completo puede indicar si hay signos de infección (leucocitosis) o, por ejemplo, si sospechamos mononucleosis, pediremos pruebas específicas (perfil mononucleosis). Si se piensa en problemas tiroideos (aunque estos suelen ser más abajo del cuello), se piden hormonas tiroideas, etc. Son complementos para entender el contexto general de tu salud.

El diagnóstico es un paso a paso: historial + examen → imágenes → (eventualmente) biopsia. Con estos pasos, podemos diferenciar un ganglio inflamado de un quiste o tumor con alta certeza. Por ejemplo, un ganglio reactivo típico podría ni requerir biopsia si todas las señales apuntan a que es por infección y luego desaparece; mientras que un bulto dudoso sí lo biopsiamos para descartar tumor. Mi consejo es que no esperes a tener todos los estudios por tu cuenta: acude al médico, quien decidirá cuáles necesitas. Así evitarás preocupaciones innecesarias; muchas veces confirmamos pronto que se trata de algo benigno y tratable, para alivio del paciente.

Tratamiento según la causa del bulto

El tratamiento de un bulto en la mandíbula inferior dependerá directamente de su causa identificada. No existe una única fórmula, sino que abordamos el problema de raíz. Veamos caso por caso, de forma resumida:

  • Ganglio linfático inflamado (reactivo): En este caso, realmente tratamos la causa subyacente. Si el ganglio está grande por una infección bacteriana (por ejemplo, una amigdalitis), el tratamiento será con antibióticos adecuados para esa infección, y medidas como antiinflamatorios o analgésicos para el malestar. Al resolver la infección, el ganglio irá reduciéndose. No se recomienda intentar “desinflamar el ganglio” en sí de forma aislada; es el sistema inmunitario trabajando. Solo en casos de ganglios crónicamente inflamados o muy molestos se consideraría una extracción, pero eso es poco común. Es más importante hacer seguimiento: tu médico puede citarte en unas semanas para confirmar que el ganglio efectivamente disminuyó. Consejo: mientras tanto, puedes aplicar compresas tibias suaves en la zona para alivio, y mantener una buena hidratación.
  • Absceso dental e infecciones: Como comentamos, un absceso requiere atención odontológica. El dentista realizará un procedimiento de urgencia que puede incluir drenar el pus acumulado (haciendo una pequeña incisión en la encía o mediante el propio conducto del diente) y luego tratar el diente enfermo (con endodoncia o extracción). Junto a esto suelen recetarse antibióticos y enjuagues bucales antisépticos, además de analgésicos para el dolor. Si la infección es externa (por ejemplo, un flemón submandibular extendido), podría requerir un drenaje quirúrgico más amplio bajo anestesia. Es fundamental completar todo el ciclo de antibióticos indicado aunque mejore el dolor, para asegurar que la infección se erradica. Tras el tratamiento, el bulto por absceso deberá desaparecer en poco tiempo. En paralelo, cualquier ganglio asociado retornará a la normalidad. (Enlace interno sugerido: “Tratamiento de abscesos dentales”)
  • Quiste mandibular: Los quistes, dependiendo de su tipo y tamaño, se manejan principalmente con cirugía menor. Un quiste odontogénico en el hueso mandibular generalmente se extirpa (enucleación) realizando una pequeña apertura en el hueso, frecuentemente al mismo tiempo que se trata el diente causante si lo hay. Este es un procedimiento que realiza un cirujano oral o maxilofacial, usualmente con anestesia local o sedación, de forma ambulatoria. Tras extraer el quiste, se envía a analizar (confirmando que no sea otra cosa). Si el quiste es de glándula salival y continúa acumulando líquido, también se puede extirpar la glándula afectada para resolver el problema definitivamente. Para quistes sebáceos en la piel, un dermatólogo o cirujano puede removerlos con una pequeña incisión bajo anestesia local (es un procedimiento rápido). Algunos quistes muy pequeños y asintomáticos pueden simplemente observarse con controles periódicos e imágenes, si la cirugía presenta más riesgo que beneficio. Pero en general, si un quiste crece lo suficiente para palparse, suele ser recomendable quitarlo antes de que se complique. Después de la cirugía, el seguimiento es importante para asegurarnos de que no recidiva (algunos quistes odontogénicos, por ejemplo, tienen cierta tasa de recidiva y hay que controlar con radiografías anuales).
  • Tumores benignos: El manejo de un tumor benigno identificado es típicamente la extirpación quirúrgica selectiva. Es decir, si tenemos un lipoma molestando, se programa una cirugía menor para quitar esa masa de grasa. Si es un fibroma en la encía o mucosa, también se reseca. La cirugía en estos casos es curativa: se retira el tumor benigno completo y suele no volver a aparecer. Por supuesto, esto se hace tras confirmar con estudios de imagen/biopsia que es benigno; en ocasiones la distinción final entre un tumor benigno y uno maligno solo se hace al analizarlo tras quitarlo. Muchos tumores benignos en área mandibular, como el adenoma pleomorfo (tumor benigno de glándula salival), se quitan no solo por seguridad diagnóstica sino porque, de no hacerlo, podrían crecer mucho y dificultar después la cirugía o transformarse raramente en algo maligno tras muchos años. En resumen: la cirugía es el tratamiento principal. Es normal sentir aprensión por operarse, pero suelen ser cirugías de poca complejidad, con muy buen pronóstico. Tras la extracción, te daremos cuidados postoperatorios (por ejemplo, mantener la zona limpia, tomar analgésicos, etc.) y programaremos revisiones.
  • Tumores malignos: Aquí el tratamiento depende totalmente del tipo específico de cáncer y su etapa. No obstante, en términos generales, la cirugía mayor para retirar la lesión es a menudo el primer paso si el tumor es localizado. Por ejemplo, en un cáncer de glándula submandibular, se extirpará la glándula afectada y posiblemente tejidos circundantes. Si es un linfoma, la estrategia primaria puede ser quimioterapia y/o radioterapia en lugar de cirugía, dependiendo del subtipo. En cánceres de mandíbula (como osteosarcoma), se requiere cirugía oncológica del hueso y reconstrucción, más radioterapia. Además, en muchos casos malignos de cabeza y cuello se realiza un vaciamiento ganglionar (remoción de ganglios linfáticos cercanos) para asegurarse de que no queden células cancerosas dispersas. Es un tratamiento más complejo que suele involucrar un equipo multidisciplinario: cirujano oncólogo, oncólogo clínico, radioterapeuta, etc.​ Sé que suena abrumador, pero quiero subrayar dos cosas: 1) Estas situaciones son extraordinariamente raras para un bulto submandibular móvil típico; 2) La medicina actual cuenta con múltiples herramientas efectivas contra el cáncer, especialmente cuando se diagnostica temprano. Si —ojalá no— este fuera tu caso, tu equipo médico te explicará detalladamente cada paso y el pronóstico. Mantén la calma y confía en los especialistas.

Como ves, el tratamiento es tan variado como las causas. Lo importante es haber llegado al diagnóstico correcto para aplicar la terapia adecuada. Nunca te automediques un bulto de este tipo sin saber qué es; he visto casos de gente que tomó antibióticos por su cuenta durante meses a un quiste pensando que era infección, retrasando su tratamiento real. Mejor, busca la opinión profesional y sigue el plan indicado.

¿Cuándo debo preocuparme? – Signos de alarma

Muchas personas me preguntan: «Doctor, ¿cómo sé si este bulto es grave?». Si bien ya dimos pautas por causa, vale la pena resumir los signos de alarma generales que deberían motivarte a consultar prontamente y descartar problemas serios. Preocúpate (y busca atención médica rápida) si el bulto:

  • Permanece por más de 2 a 4 semanas sin reducirse, o ha crecido progresivamente en ese lapso, a pesar de tratamiento o de que no hubo infección reciente que lo justifique.
  • Mide más de ~1,5-2 cm (aproximadamente el tamaño de una moneda de euro) y sigue aumentando de tamaño.
  • Es un bulto duro como piedra o irregular, o está fijo (no se mueve en absoluto al palparlo, como si estuviera pegado a planos profundos).
  • Se asocia a síntomas sistémicos preocupantes: fiebre prolongada sin foco claro, sudoraciones nocturnas empapadoras, pérdida de peso involuntaria, fatiga importante, o ganglios inflamados en múltiples zonas (axilas, ingles, etc.) sin explicación. Estos podrían indicar una enfermedad generalizada que requiere evaluación (infecciones crónicas, problemas inmunológicos o malignidad).
  • Dificulta funciones: por ejemplo, te causa problemas para tragar, para abrir la boca o para respirar. Un bulto que comprime la garganta o que duele tanto que no puedes masticar debe ser evaluado de urgencia.
  • Cambia la piel de encima: si la piel sobre el bulto se ulcera (aparece una herida) o está muy roja y caliente (signo de infección fuerte) o presenta cambios de coloración persistentes, merece atención.
  • Tienes antecedentes de cáncer (por ejemplo, linfoma, melanoma, etc.) o factores de riesgo muy altos (consumo de tabaco/alcohol muy elevado de años, exposición a radiaciones) – en cuyo caso cualquier bulto nuevo en cabeza y cuello hay que examinarlo minuciosamente.
  • Simplemente tienes un mal presentimiento: a veces nuestro instinto nos dice que algo no anda bien. Si estás muy intranquilo/a por el bulto, aunque no cumpla estrictamente los puntos anteriores, consulta al médico y obtén una evaluación profesional. La tranquilidad mental también es importante.

Recuerda que estos signos de alarma son precautorios. No significan que si tienes uno de ellos seguro es algo malo, pero sí indican que no debes demorar en que te valore un especialista. En salud es preferible revisar y que resulte no grave, a ignorar una señal de alerta.

Preguntas frecuentes

¿Un bulto que se mueve debajo de la mandíbula suele ser un ganglio inflamado?

Muchas veces . Los ganglios linfáticos inflamados por infecciones en la zona de cabeza/cuello son de las causas más comunes de bultos móviles bajo la mandíbula. Si recientemente has tenido infecciones (garganta, dientes, oído, etc.), es muy probable que el bulto sea un ganglio reactivo. Estos ganglios pueden moverse bajo la piel y tienden a reducirse en unas semanas. Sin embargo, no todos los bultos móviles son ganglios; podría ser un quiste u otra lesión. Por eso, fíjate en el contexto: ¿hubo infección reciente? ¿el bulto duele? ¿es blando? Esas pistas apuntan a ganglio. En cambio, ausencia de infección y bulto persistente podrían sugerir otra causa. Ante la duda, consulta al médico para confirmar de qué se trata.

Tengo un bulto debajo de la mandíbula pero no me duele nada, ¿puede ser algo grave aunque no duela?

Sí, es posible aunque no necesariamente grave. Que un bulto no duela no garantiza que sea benigno. Por ejemplo, los ganglios por infecciones virales a menudo no duelen, los quistes y lipomas suelen ser indoloros, e incluso algunos tumores serios (como linfomas) inicialmente no duelen. El dolor suele indicar inflamación aguda (como en abscesos) lo cual en cierto modo puede ser algo bueno (tu cuerpo respondiendo a una infección). Un bulto indoloro debe evaluarse con igual atención. Muchos pacientes se tranquilizan porque «no duele», pero he diagnosticado quistes grandes e incluso algún tumor en bultos indoloros que llevaban meses. Conclusión: cualquier bulto persistente, duela o no, debe ser revisado. La falta de dolor solo indica que quizás no hay infección aguda, pero hay que investigar la causa.

¿Cuánto tiempo puedo esperar antes de consultar por un bulto en la mandíbula?

Depende de las circunstancias, pero en general no más de 2 semanas a 1 mes. Si notas un bulto y tienes claro que apareció tras, digamos, una gripe fuerte o una infección dental que ya estás tratando, puedes observarlo durante un par de semanas para ver si disminuye al mejorar la infección. Muchos ganglios reaccionarios tardan aproximadamente 3 semanas en desaparecer por completo. Pero si pasadas 2-4 semanas el bulto sigue igual o más grande, es hora de consultar. Por otro lado, si el bulto aparece sin razón aparente, o viene con síntomas de alarma (como los mencionados arriba), deberías consultar de inmediato, sin esperar semanas. En resumen: uno o dos días de espera no harán diferencia en algo crónico, pero no dejes pasar más de un mes con un bulto sin diagnóstico. Ante la duda, es válido consultar incluso a la semana de notarlo; tu médico puede indicarte “volvemos a controlar en 2 semanas” si lo ve benigno, pero al menos ya estás bajo seguimiento profesional.

¿Qué especialista trata los bultos en la mandíbula inferior?

Puedes empezar por tu médico de cabecera o dentista si sospechas origen dental. Ellos te examinarán inicialmente. Dependiendo de lo que noten, pueden derivarte a un especialista adecuado. Los especialistas más frecuentemente involucrados son el cirujano maxilofacial (experto en cara, boca y mandíbula) y el otorrinolaringólogo (experto en ORL y cuello). Ambos manejan patología de cabeza y cuello, incluyendo glándulas salivales y ganglios. Si el bulto parece un ganglio reactivo simple, incluso un médico general puede seguirlo; si es un absceso dental, lo llevará el odontólogo o endodoncista. En caso de sospecha de tumor, probablemente un cirujano maxilofacial u oncológo de cabeza-cuello tome el caso. También podrían participar un ecografista/radiólogo (para hacer estudios de imagen) y, si se confirma algo como linfoma, un hematólogo/oncólogo. No te preocupes por elegir de entrada el especialista perfecto: acude a tu médico general o dentista de confianza y ellos te guiarán. Lo importante es no saltar la consulta; el sistema de salud te canalizará con quien corresponda.

¿Un bulto que “se mueve” es menos preocupante que uno fijo?

En términos generales, sí, un bulto móvil suele ser menos preocupante que uno fijo. La movilidad sugiere que el bulto está en un tejido suelto, como un ganglio inflamado en tejido subcutáneo o un lipoma, que suelen ser benignos. En cambio, un bulto fijo que no se desplaza al tocarlo puede indicar que está adherido a planos profundos, característica que a veces vemos en tumores malignos invasivos o quistes muy fibrosos. Peeero, cuidado: no es una regla infalible. Hay tumores (por ejemplo, ciertos linfomas) que pueden ser móviles en fases iniciales. Y hay bultos benignos, como algunos quistes, que aunque móviles, si crecen mucho pueden volverse más fijos. Por lo tanto, toma la movilidad como un factor más: es un buen signo en principio (porque la mayoría de los bultos móviles terminan siendo benignos), pero no te quedes únicamente con eso para decidir no consultar. Si el bulto móvil persiste demasiado o tiene otras características anómalas, haz que lo evalúen. En suma: movilidad = tranquilidad parcial, mas no certeza absoluta.

¿Puede desaparecer solo un bulto en la mandíbula sin tratamiento?

Sí, algunos pueden desaparecer espontáneamente dependiendo de la causa. El caso típico son los ganglios linfáticos inflamados por infecciones: una vez que tu cuerpo vence la infección, el ganglio se reduce hasta su tamaño normal (puede tardar varias semanas). También un quiste mucoso pequeño de una glándula salival menor podría drenarse solo y desaparecer (aunque a veces regresa). Un hematoma producto de un golpe en la mandíbula (una acumulación de sangre) también se reabsorberá con el tiempo. En cambio, un absceso dental no desaparecerá por sí solo – requiere tratamiento odontológico; un quiste grande tampoco suele irse sin intervención; y desde luego un tumor (benigno o maligno) no desaparece espontáneamente. Entonces, si identificamos la causa benigna y vemos tendencia a la mejoría, podemos observar. Pero si tras un periodo prudente no hay cambios o empeora, entonces está claro que no se va a ir solo y hay que tratarlo.

Mi recomendación es: no simplemente esperar indefinidamente a que desaparezca sin haber consultado primero. Mejor obtener un diagnóstico, y si el médico dice «podemos vigilar, esto debería involucionar solo», entonces sigues esa pauta. Pero no asumamos por cuenta propia que “ya se quitará solo” sin confirmar qué es, porque podríamos perder tiempo valioso de tratamiento.

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Luis Leiva Cleardent
Odontólogo
Con una experiencia que abarca desde la odontología general hasta la dirección médica en clínicas de prestigio, el Dr. Leiva Gea es un experto en implantología y prostodoncia, conocido por su profundo conocimiento y habilidad en procedimientos complejos de regeneración ósea. Su formación continua en técnicas avanzadas —como el “all on four” y la cirugía reconstructiva— le permite asegurar que cada paciente reciba un tratamiento de vanguardia. Su enfoque innovador y uso de materiales regenerativos de última generación colocan al Dr. Leiva a la vanguardia de la odontología moderna, brindando resultados que superan las expectativas.

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