11 abril 2025

Caries: qué son, cómo prevenirlas y cómo tratarlas – una guía personal completa

Descubre en esta guía personal qué son las caries, por qué ocurren y cómo prevenirlas y tratarlas.

¡Hola! Soy Alicia Martín odontóloga en Cleardent que ha lidiado cara a cara con las caries dentales, así que te hablo desde la experiencia y el conocimiento práctico. En esta guía te explicaré qué son las caries, por qué aparecen, cómo puedes prevenirlas y qué tratamientos existen si ya tienes una. Mi objetivo es ayudarte a entender este problema y compartir los consejos que a mí me hubiera gustado saber antes.

Para que te des una idea de la importancia del tema: prácticamente todo el mundo tiene o tendrá caries en algún momento de su vida. De hecho, la Organización Mundial de la Salud estima que entre el 60% y 90% de los niños y casi el 100% de los adultos han sufrido caries dentales. La caries no tratada es la enfermedad más común a nivel global, afectando aproximadamente a 2.500 millones de personas​. ¡Increíble, verdad? No estás solo en esto. La buena noticia es que, con la información correcta y buenos hábitos, podemos prevenir la mayoría de las caries y mantener nuestra sonrisa sana y libre de dolor.

¿Qué es una caries?

Recuerdo la primera vez que el dentista me dijo que tenía “una caries”. Me asusté porque no sabía exactamente qué significaba más allá de “un problema en el diente”. En términos sencillos, una caries es un daño o “agujero” en el diente causado por la acción de bacterias. Imagina que el diente es como una pequeña estructura de mineral (esmalte y dentina) y que algo empieza a “comérsela” hasta dejar un hueco. Eso es la caries.

¿Por qué ocurre esto?

Básicamente porque ciertas bacterias que viven en nuestra boca descomponen el azúcar de los alimentos y producen ácidos. Esos ácidos corrosivos “perforan” el esmalte dental y van destruyendo el diente poco a poco​.

Una forma fácil de entenderlo: piensa en cuando dejamos un metal expuesto al agua y se oxida creando un agujero. Con los dientes pasa algo parecido pero por acción de bacterias y ácidos. Las caries pueden afectar la capa externa del diente (esmalte), la capa más profunda (dentina) e incluso llegar al nervio dental si avanzan lo suficiente.

En resumen, la caries es una enfermedad dental (de hecho, es considerada una enfermedad crónica muy común) que destruye los tejidos duros del diente. Si no se trata, puede empeorar hasta causar dolor intenso, infección e incluso la pérdida del diente afectado. Pero no te preocupes, más adelante hablaremos de cómo detectarla pronto y frenarla a tiempo.

Causas de las caries: ¿por qué salen y qué las favorece?

Seguro te preguntas, “¿por qué tengo caries si me cepillo todos los días?” – Yo me hice la misma pregunta. La causa principal de las caries es un proceso que involucra bacterias + azúcares + tiempo. Veamos esto paso a paso y luego mencionaremos qué factores hacen que unas personas tengan más caries que otras:

  • Placa bacteriana y ácidos: En nuestra boca viven muchas bacterias (¡no te asustes, la mayoría son inofensivas!). Pero algunas son bacterias “cariogénicas”, es decir, capaces de producir caries. Cuando comemos alimentos con azúcares o almidones (pan, pasta, dulces, refrescos, jugos, etc.), esas bacterias aprovechan esos restos para alimentarse. Al metabolizar el azúcar, producen ácidos como desecho. Esos ácidos se acumulan en la placa bacteriana (esa capa pegajosa que se forma sobre los dientes si no los cepillamos bien) y comienzan a corroer el esmalte de nuestros dientes​. Inicialmente extraen minerales del diente (desmineralización) y crean una lesión microscópica. Si este proceso continúa, terminan haciendo un agujero: ¡la caries ha nacido!
  • Tiempo sin limpieza: Es clave entender que las caries no aparecen de la noche a la mañana. Hace falta tiempo para que el esmalte se desmineralice lo suficiente. Si después de comer no nos cepillamos en un buen rato, la placa bacteriana permanece activa produciendo ácido durante horas. Por eso, cuanto más tiempo pasan tus dientes sucios después de comer, más riesgo de caries. Por el contrario, cuando nos cepillamos y eliminamos la placa, interrumpimos ese proceso dañino.
  • Susceptibilidad del diente: No todos los dientes son iguales de resistentes. Algunos tienen el esmalte más débil (por genética, por ejemplo) o poseen fisuras y surcos profundos donde la comida se atora más (como las muelas con sus “rincones” difíciles de limpiar). Estos dientes serán más proclives a desarrollar caries. En mi caso, por ejemplo, las primeras caries que tuve fueron en las muelas de atrás, porque admito que de niño no las cepillaba tan a fondo como creía.

Ahora, aparte de la causa general (bacterias + azúcares + mala higiene + tiempo), hay factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de sufrir caries:

  • Higiene oral deficiente: Si uno no se cepilla los dientes con regularidad (al menos dos veces al día) ni usa hilo dental, la placa bacteriana campa a sus anchas. Una mala técnica de cepillado o usar una crema dental sin flúor también contribuye. La higiene es la barrera número uno contra la caries; cuando falla, las bacterias tienen vía libre para actuar. Yo aprendí esto por las malas: mis caries aparecieron en épocas donde descuidé el hilo dental y tal vez mi cepillado no era tan minucioso como pensaba.
  • Dieta alta en azúcares o carbohidratos frecuentes: Aquí influye qué comemos y cómo lo comemos. Comer o beber muchos azúcares aumenta el alimento disponible para las bacterias. Además, si uno está “picando” todo el día (golosinas, bebidas azucaradas, snacks), los dientes prácticamente están bañados en ácido continuamente. Es peor picar muchas veces al día que comerse un postre dulce de golpe y luego cepillarse, ¿sabías? Los refrescos y jugos azucarados son grandes culpables – en especial si los sorbemos lentamente o (¡error mío en la universidad!) nos quedamos estudiando con una lata de refresco por sorbos durante horas. Esa exposición constante alimenta a las bacterias sin dar tregua.
  • Falta de flúor: El fluoruro es un mineral que ayuda a remineralizar el diente y hacerlo más resistente al ácido. Si no usamos pasta dental con flúor, o en nuestra zona el agua no está fluorada, perdemos esa protección extra. El flúor puede literalmente revertir inicios de caries, por eso su ausencia es un factor importante.
  • Boca seca (poca saliva): La saliva es un gran protector natural; neutraliza ácidos y ayuda a limpiar restos de comida. Cuando alguien tiene la boca seca – ya sea por genética, por tomar ciertos medicamentos, por respirar por la boca, o por alguna enfermedad – las caries tienen más facilidad. Sin saliva suficiente, el ácido permanece más tiempo dañando dientes. Personas que toman medicamentos que reducen la saliva (por ejemplo antihistamínicos, algunos antidepresivos, etc.) deben prestar atención especial a su higiene porque están en mayor riesgo.
  • Encías retraídas: En adultos mayores, o en personas con enfermedad de encías, la retracción de las encías deja expuesta la raíz del diente. La raíz tiene una capa (cemento) más blanda que el esmalte, así que es aún más fácil que se forme caries allí. Estas “caries radiculares” se ven en adultos de más edad, a veces por eso la tercera edad vuelve a tener caries después de años sin tener, debido a que sus raíces quedaron desprotegidas.
  • Edad (muy jóvenes o mayores): Los bebés y niños pequeños pueden desarrollar caries rápidamente si sus dientes se exponen mucho a líquidos azucarados (es famosa la “caries del biberón” en bebés que duermen con el biberón de leche o jugo – el líquido dulce queda en sus dientecitos toda la noche causando estragos). Por otro lado, los adultos mayores pueden acumular factores como encías retraídas, más dificultades para limpiar bien, prótesis, boca seca por medicación, etc., lo que incrementa sus riesgos de caries nuevamente. En cambio, los adolescentes suelen ser muy propensos por la dieta (consumo de dulces, refrescos) y a veces descuidos en la higiene.
  • Factores genéticos o de salud: Algunas personas simplemente son más propensas a las caries aunque se cuiden – puede influir la genética en la composición de la saliva o del esmalte. También condiciones de salud como la diabetes (que puede aumentar el riesgo de infecciones en la boca) o trastornos de la alimentación (bulimia, por ejemplo, por el ácido del vómito frecuente) pueden elevar el riesgo de caries.

En pocas palabras, las caries salen por la combinación de bacterias activas + dientes vulnerables + alimentos azucarados + falta de higiene. ¡Pero no todo son malas noticias! Saber esto también nos indica cómo prevenirlas, tema del que hablaremos más adelante con detalle. Antes, veamos cómo identificar una caries a tiempo, porque incluso con buena prevención, puede ocurrir alguna y es vital detectarla pronto.

Síntomas de la caries: ¿cómo saber si tengo una?

Cuando recién comienza, una caries incipiente puede no dar ningún síntoma. Esa es la parte engañosa: en etapas muy tempranas es silenciosa. Por eso es importante las revisiones periódicas con el dentista, ya que él/ella puede descubrir una caries pequeñita antes de que duela. En mi experiencia, las caries más avanzadas fueron las que me hicieron decir “ah, entonces por eso sentía ese pequeño dolor al masticar…”. Aprendí a identificar las señales. Te cuento los principales síntomas y signos de que podrías tener una caries:

  • Dolor de diente o molestia espontánea: Es quizá el síntoma más claro. Puede ir desde una sensación leve de molestia (como un diente que “late” de vez en cuando) hasta un dolor agudo que te despierta en la noche. Al principio, el dolor puede ser intermitente y aparecer sin causa aparente o al morder algo duro. Si la caries alcanza el nervio, el dolor puede ser intenso y constante. En una de mis caries más grandes, recuerdo sentir punzadas fuertes al inclinarme hacia adelante; era la presión del nervio inflamado.
  • Sensibilidad dental aumentada: Muchas caries causan sensibilidad al tomar cosas frías, calientes o muy dulces. Por ejemplo, un sorbo de agua fría o un bocado de chocolate puede provocar una punzada en el diente afectado. Esto ocurre porque la caries va adelgazando la capa protectora del diente, acercándose a la parte sensible. Si notas que cierto diente siempre “se queja” con el helado, ponle atención.
  • Manchas o decoloración en el diente: A veces el primer signo visible es una mancha blanca opaca en el esmalte (indicando desmineralización inicial) o una mancha marrón oscura/negra en una fisura o superficie del diente. Si al mirarte al espejo ves un puntito oscuro que antes no estaba, podría ser el inicio de una caries. Yo suelo inspeccionar mis dientes posteriores con un espejo pequeñito de mano; fue así como vi una manchita marrón en una muela que efectivamente resultó ser una caries pequeñita que aún no dolía.
  • Agujero visible o al tacto: Cuando la caries progresa, literalmente se forma una cavidad. Puedes notarla al pasar la lengua (se siente un huequito o borde áspero) o al mirarla. En muelas es común ver un orificio oscuro en el centro. En dientes frontales puede verse como una erosión en la parte de atrás o en un lateral. Si “se te traba” el hilo dental en algún punto o sale deshilachado, podría indicar que hay un borde roto por caries.
  • Mal aliento o mal sabor persistente: Una caries grande donde se acumulan restos puede generar halitosis (mal aliento) o sabor extraño en la boca, debido a la descomposición de residuos en el agujero. No es un signo definitivo (muchas cosas causan mal aliento), pero combinado con otros puede ser indicio.
  • Inflamación o absceso (en casos avanzados): Si la caries llega al nervio y este se infecta, puede formarse un absceso (una bolsita de pus) en la encía cerca de ese diente. La encía se ve hinchada, roja, duele al tocarla e incluso puedes notar pus o líquido de mal sabor. También puede haber hinchazón en la cara o mejilla del lado afectado y fiebre. Esto ya indica una infección seria que requiere atención inmediata (no hay que dejar llegar a este punto, pero es bueno saberlo).

No esperes a que duela mucho para sospechar caries. Presta atención a las pequeñas señales: sensibilidad anormal, alguna manchita, leve molestia al morder… Más vale hacerse revisar pronto. En mis casos, las caries detectadas tempranamente fueron fáciles de tratar, ¡y evitaron dolores mayores después! Ahora veremos precisamente qué hacer cuando ya hay una caries y qué opciones de tratamiento existen.

Tratamiento de las caries: ¿cómo se curan o eliminan?

La única forma de curar una caries, una vez que ya existe el agujero, es que un dentista limpie la zona dañada y la repare. Lamentablemente, el diente no puede regenerar por sí solo un pedazo que se perdió por caries (no al menos una cavidad ya formada). Pero en fases muy tempranas, es posible detener e incluso revertir el daño incipiente con medidas no invasivas. Te voy a explicar las opciones de tratamiento, desde las más simples para caries iniciales, hasta las necesarias para casos avanzados.

Antes, quiero tranquilizarte: *los tratamientos actuales para caries generalmente no duelen, gracias a la anestesia local y a técnicas muy mejoradas. El temor al dentista es común (yo también lo sentí), pero te aseguro que un empaste hecho a tiempo es rápido y prácticamente indoloro. Peor es aguantar el dolor de una caries avanzada sin tratar. Dependiendo de la profundidad y severidad de la caries, el profesional recomendará alguno de estos tratamientos:

  • Re-mineralización (fluoruración) de caries incipiente: Si la caries está en etapa muy inicial (solo una mancha blanca en el esmalte, sin agujero formado), a veces no hace falta taladro. El dentista puede aplicar un barniz de flúor concentrado u otros minerales sobre la lesión para ayudar al diente a remineralizarse y revertir la caries incipiente. Además, recomendará mejorar la higiene y dieta. Esto suele funcionar en lesiones muy tempranas, especialmente en niños o adolescentes. Es como “curar una caries bebé” antes de que crezca. (Consejo: pregúntale a tu dentista en cada revisión si ve puntos blancos descalcificados; se pueden tratar así).
  • Empaste (obturación) dental: Es el tratamiento clásico para la mayoría de las caries. Consiste en remover la parte del diente que está cariada y luego rellenar el hueco con un material de restauración (puede ser resina compuesta del color del diente, amalgama plateada –cada vez menos usada– u otros). ¿Cómo lo hace el dentista? Primero te adormece la zona con anestesia local (un pinchacito apenas, luego ya no sientes nada). Después, con una fresa (la famosa “pieza de mano” o torno) limpia toda la caries, eliminando el tejido infectado. Una vez limpio, prepara el espacio y coloca el material de relleno moldeándolo para que recupere la forma del diente. Finalmente lo endurece (si es resina, con luz especial) y lo pule. En una sola sesión se suele resolver. El resultado: tu diente queda “como nuevo”. Puede quedar un poquito sensible unos días, pero nada de dolor fuerte. Yo tengo varios empastes de resina y en verdad apenas los noto; cumplen su función de forma excelente para caries pequeñas y medianas.
  • Tratamiento de conducto (endodoncia): Si la caries fue muy profunda y afectó la pulpa del diente (el nervio), el tratamiento ya es más complejo. En estos casos, para salvar el diente y quitar el dolor/infección, el dentista (o un endodoncista especialista) realiza una endodoncia. ¿Qué es eso? Básicamente remover el nervio enfermo del interior del diente, desinfectar el canal interno y luego sellarlo. Se realiza bajo anestesia local también. El proceso toma más tiempo: hay que acceder al interior del diente, limpiar bien los conductos con limas muy finas y soluciones antisépticas, y luego rellenarlos con un material llamado gutapercha. Tras una endodoncia, el diente queda sin nervio (ya no duele nunca más), pero sigue en boca cumpliendo su función. Dato personal: tuve que hacerme una endodoncia en una muela que descuidé demasiado. Tenía miedo, pero en verdad no sentí dolor durante el procedimiento, solo es un poco más largo estar con la boca abierta. ¡Y me alivió el dolor horrible que tenía antes, así que valió la pena!
  • Corona dental (funda): A veces, cuando una caries destruye gran parte del diente, poner solo un empaste puede no ser suficiente, porque queda poca estructura dental y podría fracturarse. En esos casos, tras limpiar la caries o hacer una endodoncia, el dentista recomendará colocar una corona. Una corona es como una “fundita” hecha a medida (de porcelana, cerámica, metal-porcelana, etc.) que cubre todo el diente protegiéndolo y devolviéndole su forma y fuerza. Para poner una corona primero hay que tallar el diente (rebajarlo un poco en tamaño) e impresionar o escanear para fabricar la corona exacta, y luego se cementa sobre el diente. Si te lo imaginas, es como ponerle un casco nuevo al diente dañado. Esto suele necesitar dos citas (una para preparar y otra para cementar la corona definitiva). Las coronas son comunes después de endodoncias en muelas, ya que esos dientes quedan más frágiles. En mi caso, la muela que tuvo endodoncia la terminé reconstruyendo con una incrustación (similar a corona parcial) para reforzarla.
  • Extracción dental: Este es el último recurso y realmente solo se hace si el diente no se puede salvar. Si la caries es extrema y ha destruido casi todo el diente, o la infección es muy grande y compromete el hueso, a veces no queda más remedio que sacar el diente. También ocurre si la caries es en un diente de leche próximo a mudar, o en un molar del juicio mal posicionado con caries. Tras la extracción de un diente permanente, el dentista te hablará de opciones para reemplazarlo (un implante, un puente) especialmente si ese espacio afecta tu mordida o estética. Pero enfatizo: hoy día pocas caries llegan a este punto si uno busca atención a tiempo. Es mucho mejor hacer un empaste a tiempo que esperar y perder el diente. La extracción en sí se realiza con anestesia (no duele al momento, solo algo de molestia después) y es bastante rápida en manos expertas.

¿Duele tratar una caries?

Esta es una pregunta frecuente por el miedo al dentista. Te diré sinceramente: el procedimiento de un empaste común NO duele gracias a la anestesia. Sentirás pinchazos solo al inicio con la inyección para anestesia (parecido a un pinchazo de vacuna, un ligero ardor unos segundos y luego se va). Después, durante la limpieza con el torno, sentirás vibración, ruido, agua, pero no dolor. En tratamientos más largos como endodoncia, estás anestesiado igual. Tras la consulta, puede haber alguna molestia menor (sensibilidad al morder, encía irritada, o en extracciones un par de días de molestia manejable con analgésicos). En mi experiencia, el dolor de muela por caries es mucho peor que cualquier molestia del tratamiento. Así que no dejes que el miedo te detenga de ir al odontólogo. Peor es aguantar un dolor creciente o arriesgar una infección seria. Los dentistas además suelen ser muy comprensivos con nuestro temor y pueden explicarte cada paso, usar geles anestésicos tópicos antes del pinchazo, etc., para que estés lo más cómodo posible.

Resumiendo esta sección: cada caries tiene solución según su gravedad. Desde una simple aplicación de flúor, pasando por empastes, hasta procedimientos más avanzados como endodoncias o coronas. Lo importante es no esperar demasiado. Cuanto antes se trate una caries, más sencillo, económico y cómodo será el tratamiento. Ahora, lo ideal sería no llegar a tener caries, ¿no? Pasemos entonces a la parte más valiosa: cómo prevenir las caries y así necesitar la mínima intervención del dentista.

Cómo prevenir las caries (consejos prácticos que me funcionaron)

Después de haber sufrido unas cuantas caries en mi adolescencia, decidí poner en práctica todo lo posible para evitar volver a pasar por lo mismo. La prevención es realmente la clave para ganarle la batalla a las caries. Aquí te comparto las estrategias más efectivas para prevenir la aparición de caries. Muchas las habrás oído toda la vida (¡porque funcionan!), pero te añadiré algunos tips personales que me han ayudado a consolidarlas en mi rutina diaria.

Cepilla tus dientes de forma correcta y constante

No hay vuelta de hoja: el cepillado dental es tu mayor aliado. Debes cepillarte al menos dos veces al día (por la mañana y antes de dormir), y lo ideal sería también después de almorzar si puedes. Usa un cepillo de cerdas suaves (las duras pueden dañar encías) y una pasta dental con flúor. Tómate tu tiempo: un buen cepillado toma 2 minutos o más. Asegúrate de frotar suavemente todas las superficies del diente: frente, atrás y zona de masticar. Un error común es apurarse y dejar zonas sin limpiar (especialmente los molares de atrás o la línea cerca de la encía). Truco personal: yo uso el cronómetro del móvil o una canción de 2 minutos para asegurarme de no cepillar “a la carrera”. También cambié mi técnica: antes cepillaba de forma horizontal brusca; ahora lo hago con movimientos circulares o verticales desde la encía hacia el diente, lo que limpia mejor y cuida las encías. Desde que mejoré mi técnica, mis revisiones han salido mucho mejor.

Usa hilo dental (seda dental) diariamente

Sé que es un consejo que todos los dentistas repiten y muchos ignoramos (yo confieso que lo ignoré bastante tiempo hasta que pagué las consecuencias). El hilo dental complementa al cepillo llegando donde este no alcanza: entre los dientes. Ahí es justo donde suelen iniciar caries ocultas. Usa hilo dental al menos una vez al día, preferiblemente por la noche antes del último cepillado. Pasarlo por cada espacio entre diente con movimientos suaves de arriba abajo, abrazando el diente, sin lastimar la encía. Al comienzo puede incomodar un poco o sangrar si tus encías están inflamadas, pero eso mejora con la constancia. Tras un par de semanas de hábito, ya no podría irme a dormir sin usar seda dental; la sensación de limpieza es genial y mis caries entre dientes prácticamente desaparecieron. También existen cepillitos interdentales o irrigadores de agua si el hilo te resulta muy complicado; cualquiera que te facilite limpiar entre dientes es válido.

Limita el consumo frecuente de azúcares y carbohidratos pegajosos:

No se trata de que nunca más comas un dulce (yo también disfruto mis chocolates), pero modera la frecuencia y la forma. Intenta no picar comida azucarada muchas veces al día. Es mejor, por ejemplo, comerte un postre de una vez y luego cepillarte, que estar comiendo galletitas a cada rato durante la tarde. Reduce la cantidad de bebidas azucaradas (refrescos, jugos industrializados, té con azúcar). Y si las consumes, no las vayas sorbiendo poco a poco por horas; eso mantiene el azúcar en tu boca constantemente. Prefiere beber y luego enjuagarte la boca con agua o cepillarte. Un consejo que apliqué: cambié los refrescos diarios por agua o por infusiones sin azúcar, y reservé las cosas dulces para momentos específicos (y luego higiene). Además, ten cuidado con alimentos pegajosos como caramelos, turrones, gomitas: se adhieren al diente y alimentan a las bacterias por más tiempo. Si los comes, cepilla pronto después. Bonus: Mascar chicle sin azúcar (especialmente con xilitol) después de las comidas puede ayudar a estimular saliva y reducir bacterias, lo cual en parte ayuda a prevenir caries – es algo que hago cuando no puedo cepillar inmediatamente tras comer.

Aprovecha el poder del flúor:

El fluoruro es tu amigo. Asegúrate de usar pasta dental fluorada (la mayoría lo son; verifica que contenga alrededor de 1450 ppm de flúor, que es lo recomendado en adultos). El flúor refuerza el esmalte y hace más difícil que las bacterias causen daño. También puedes usar un enjuague bucal con flúor por las noches (pero no enjuagues con agua después para que el flúor actúe). Consulta si el agua de tu ciudad está fluorada; si no, el dentista podría recetar suplementos de flúor si lo ve necesario, especialmente en niños. En mi caso, empecé a usar enjuague de flúor diario porque mi boca tiende a ser seca por las noches – esto ha mantenido a raya las caries nocturnas. Ojo: en niños pequeños, hay que usar dosis adecuadas de flúor según su edad para evitar excesos (consulta al pediatra o dentista infantil sobre pasta y enjuague infantil).

Visita al dentista periódicamente para chequeos y limpiezas

Aunque no sientas nada, es fundamental hacerse revisar por el dentista cada 6 meses a 1 año. ¿Por qué? Porque el odontólogo puede detectar caries incipientes que tú no ves ni notas. Además, en la consulta te harán una limpieza profesional para eliminar sarro y placa acumulada en rincones difíciles, lo que deja tus dientes más protegidos. Piensa que el dentista es como el “mecánico” de tus dientes: más vale mantenimiento preventivo que reparar averías graves. Confieso que solía evitar al dentista por miedo, y pasé 3 años sin ir… cuando fui, tenía varias caries pequeñas que, de haber ido antes, quizá ni se habrían desarrollado. Ahora soy muy juicioso con mis citas semestrales, ¡y llevo ya revisiones sucesivas sin nuevas caries! Esa satisfacción no tiene precio.

Aplica selladores dentales si es posible (especialmente en niños)

Los sellantes o selladores dentales son un método preventivo fantástico, sobre todo para niños (y adultos jóvenes). Consiste en aplicar una delgada capa plástica protectora sobre las superficies masticatorias de las muelas permanentes recién salidas. Esta capa sella las fisuras y evita que la comida y bacterias se metan ahí, previniendo caries en esas zonas vulnerables. Los niños deben idealmente ponerse selladores en sus molares definitivos apenas erupcionan (entre los 6-7 años los primeros molares y 11-13 años los segundos). El procedimiento es rápido, indoloro y se suele hacer en la consulta sin anestesia ni taladro (solo se limpia y coloca el sellador líquido que se endurece). Si tienes hijos pequeños, habla con su dentista sobre los sellantes. ¡Pueden ahorrar muchas caries futuras! A mí me sellaron un par de muelas de adolescente y esas nunca tuvieron caries, a diferencia de otras que no tuvieron sellador.

Cuida tu alimentación y hábitos generales

Más allá de reducir azúcar, llevar una dieta equilibrada ayuda a tus dientes. Consume suficiente calcio (leche, queso, yogur, verduras de hoja verde) y vitamina D (huevos, pescado, algo de sol) porque son importantes para dientes fuertes. Limita también el alcohol y evita totalmente el tabaco. Fumar no solo mancha los dientes, también reduce el flujo salival y promueve enfermedad de encías, creando un ambiente propicio para caries y otros problemas. Si fumas, plantéate seriamente dejarlo; tu salud bucal (y general) mejorará notablemente. Yo noté que al mejorar mi alimentación (más vegetales fibrosos que limpian un poco los dientes, menos ultraprocesados) y mantenerme bien hidratado (para buena saliva), la salud de mi boca en general dio un salto positivo.

Enseña y supervisa a los niños en su higiene bucal

Si tienes peques, comienza temprano con su cuidado dental. Limpia sus encías incluso antes de que tengan dientes (con una gasa húmeda). Al erupcionar los primeros dientes de leche, cepíllalos suavemente con un dedal o cepillo infantil y una pizca de pasta con flúor (de 1000 ppm para bebés, en muy pequeña cantidad equivalente a un granito de arroz). A medida que crecen, enséñales a cepillar de forma divertida (con juegos, canciones). Supervisa su cepillado hasta al menos los 6-8 años, porque antes de esa edad no tienen la destreza para hacerlo perfecto solos. Evita acostar al bebé con biberón de líquidos azucarados; si necesita succión para dormir, que sea agua pura en el biberón o chupete (mejor aún, retira el biberón al terminar de alimentarlo). Lleva a los niños al dentista desde temprana edad para revisiones preventivas; así se acostumbran y se detecta cualquier caries de biberón u otros problemas pronto. Crear buenos hábitos en la niñez es el mayor regalo para que no sufran caries en la vida adulta. Yo de niño fui algo rebelde con el cepillado y lo pagué; por eso, si pudiera retroceder, me habría entrenado mejor desde pequeño.

Aplicando estos consejos, te aseguro que reducirás dramáticamente el riesgo de caries. En mi caso, después de implementar una rutina juiciosa de higiene (cepillado + hilo) y mejorar la dieta, ¡no he tenido nuevas caries en varios años! Y las que tenía fueron tratadas y no han dado más lata. La prevención requiere constancia, sí, pero tus dientes te lo agradecerán con creces.

Mi experiencia personal y recomendaciones finales

Habiendo pasado por el susto de oír “tienes múltiples caries” en el pasado, aprendí que la clave es la constancia y no bajar la guardia. Al principio puede parecer pesado eso de cepillar, limpiar, evitar dulces… pero te prometo que se vuelve parte natural de tu rutina y la recompensa es enorme: visitas al dentista donde sales con felicitaciones en lugar de empastes.

También entendí que no hay que esperar a que algo duela para actuar. Si sospechas que tienes una caries, aunque no te moleste mucho, no dejes de ir al odontólogo. Una intervención temprana es pequeña y casi no invasiva. Dejar “a ver si aguanta” solo hace que luego necesites tratamientos más grandes (y costosos).

Por último, quiero que sepas que cuidar tus dientes es parte de cuidar tu salud integral. Una boca sana te permite alimentarte bien, sonreír con confianza y evitar infecciones que incluso pueden afectar otras partes del cuerpo. En mi caso, ganar la batalla a las caries me dio mucha más seguridad al sonreír y tranquilidad de que estoy haciendo lo mejor por mi bienestar.

¡Ánimo con estos hábitos! Verás que con un poco de disciplina, las caries pasarán a ser solo un concepto y no un problema recurrente en tu vida. Y si ya las tienes, espero que esta guía te haya ayudado a entender cómo tratarlas y prevenir futuras. Tu sonrisa vale ese esfuerzo.

Preguntas frecuentes sobre las caries

¿Cómo puedo saber si tengo una caries sin ir al dentista?

Puedes sospecharlo si notas sensibilidad o dolor en un diente al comer cosas dulces, frías o calientes, si ves una mancha oscura o un agujerito en algún diente, o si sientes una zona áspera o enganchante al pasar la lengua o el hilo dental. Sin embargo, las caries iniciales no son fáciles de detectar a simple vista y pueden no doler. El dentista cuenta con instrumental (sondas, radiografías) para identificar caries ocultas entre dientes o debajo de la superficie. Si sospechas, lo mejor es confirmarlo con una revisión profesional. Piensa que a veces solo el dentista puede encontrar esas caries pequeñitas a tiempo.

¿Las caries siempre duelen?

No, una caries en etapa temprana por lo general no duele. Puede progresar bastante en el esmalte sin causar molestias. El dolor suele aparecer cuando la caries ya alcanzó la dentina (la capa más sensible debajo del esmalte) o incluso la pulpa (nervio). Allí sí comienzan la sensibilidad y el dolor más intenso. Por eso es frecuente que cuando duele, la caries ya esté avanzada. Pero si te revisas periódicamente, es posible descubrir caries incipientes indoloras y tratarlas antes de que duelan. También hay casos de caries profundas que sorprendentemente no duelen (por ejemplo, si el nervio ya murió por infección, puede no haber dolor aunque el diente esté muy dañado).

¿Se puede revertir una caries de forma natural o con remedios caseros?

Solo las caries muy iniciales pueden detenerse y repararse en casa hasta cierto punto, y aún así necesitas la guía de un dentista para evaluarlas. La remineralización del esmalte es posible: usando pasta dental con flúor, mejorando la dieta (menos azúcar, más calcio y vitamina D), manteniendo excelente higiene y quizás aplicando enjuagues fluorados, una lesión incipiente (mancha blanca) puede re-hardening y no avanzar. Pero una vez que la caries ha creado una cavidad (agujero) en el diente, ningún remedio casero la cerrará. No existen pastas “milagrosas” que rellenen un agujero de caries. Tampoco eliminarás la caries haciendo gárgaras de hierbas, aceite de coco, clavos de olor, etc. Esos remedios pueden aliviar momentáneamente el dolor o mejorar el aliento, pero no eliminan la parte podrida del diente. La caries establecida requiere limpieza profesional y restauración.

¿El tratamiento de una caries duele mucho?

No, el tratamiento en sí no duele gracias a la anestesia. Cuando te hacen un empaste (calza, relleno) te aplican anestesia local, así que no sentirás dolor mientras trabajan. Puedes sentir presión, el sonido molesto del torno, o vibración, pero dolor agudo no. Después de que pasa la anestesia, la mayoría de los empastes pueden dejar el diente un poco sensible o adolorido leve por uno o dos días, pero es manejable con algún analgésico suave si hiciera falta (muchas veces ni hace falta). En tratamientos mayores como endodoncias, también estás anestesiado durante el procedimiento. Tras una endodoncia puede haber molestia en la encía o hueso unos días, que cede con analgésicos y antiinflamatorios recetados. Las extracciones pueden doler un poquito al pasar el efecto anestésico, pero siguiendo las indicaciones (hielo local, analgésicos) el malestar se controla. En resumen, tratar la caries duele mucho menos de lo que duele una caries sin tratar. ¡No dejes que el miedo te impida arreglar ese diente!

¿Por qué tengo caries si me cepillo todos los días?

Porque influyen otros factores aparte del cepillado. Cepillarse todos los días es fundamental, pero hay que evaluar cómo te cepillas (técnica, duración, reaches), si usas hilo dental, tu dieta, tu genética, etc. Posibles razones: quizá no estás limpiando bien entre los dientes (sin hilo dental, podrían formarse caries interdentales). O tal vez consumes muchos azúcares frecuentemente y las bacterias tienen material de sobra entre cepillados. También puede ocurrir que tus dientes tengan surcos profundos donde el cepillo no alcanza completamente (de allí la utilidad de selladores). O a veces, por más que uno limpie bien, tiene poca saliva o una predisposición mayor. Mi recomendación: revisa tu técnica de higiene (pide a tu dentista que te señale dónde ve acumulación de placa).

¡Ánimo, que cepillarse bien es necesario pero a veces hay que sumarle esos extras para tener una sonrisa radiente!)

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Alicia Blog 300px
Odontóloga General y Estética en Clínicas Cleardent
Con una sólida formación en odontología general, endodoncia y técnicas estéticas como el uso de ácido hialurónico, la Dra. Alicia Martín brinda atención completa y especializada en Clínicas Cleardent. Su pasión por la salud bucodental y su compromiso con el bienestar de sus pacientes se refleja en su participación en campañas educativas para promover hábitos de higiene oral. La Dra. Martín se asegura de que cada tratamiento esté adaptado a las necesidades de sus pacientes, ofreciendo siempre un enfoque profesional y actualizado.

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