
La abrasión dental es el desgaste patológico del tejido dental duro causado por procesos mecánicos anormales que involucran objetos o sustancias extrañas introducidas repetidamente en la boca y en contacto con los dientes.
La abrasión dental representa uno de los problemas más comunes dentro del ámbito odontológico, afectando a pacientes de diferentes edades, aunque su prevalencia aumenta significativamente con el paso de los años. Este fenómeno se caracteriza por su desarrollo gradual y progresivo, provocando la pérdida de estructura dental de forma irreversible si no se identifican y controlan a tiempo los factores causales.
La abrasión dental presenta características distintivas que la diferencian de otros tipos de desgaste dental. Típicamente, las lesiones por abrasión se manifiestan como defectos en forma de cuña o «V» en la región cervical de los dientes, específicamente en la unión amelocementaria. Estas lesiones suelen tener bordes definidos, superficies lisas y brillantes, y comúnmente afectan la cara vestibular de los dientes, aunque pueden aparecer en cualquier superficie dental expuesta a fuerzas abrasivas constantes.
El esmalte, siendo el tejido más mineralizado del cuerpo humano, ofrece cierta resistencia inicial; sin embargo, una vez que la abrasión alcanza la dentina, el proceso de desgaste se acelera considerablemente debido a la menor dureza de este tejido. Como resultado, pueden desarrollarse problemas de hipersensibilidad dental, comprometiendo significativamente la calidad de vida del paciente.
La etiología de la abrasión dental es multifactorial, destacando entre sus principales causas:
El cepillado dental traumático constituye el factor etiológico más frecuente, especialmente cuando se realiza con cepillos de cerdas duras, aplicando excesiva presión o utilizando técnicas horizontales inadecuadas. El uso de dentífricos abrasivos potencia este efecto nocivo, particularmente aquellos formulados para el blanqueamiento dental o control del sarro.
Ciertos hábitos parafuncionales como el sostener objetos entre los dientes (por ejemplo, alfileres, clavos o pipas) de manera recurrente puede generar zonas de abrasión localizadas. La profesión u ocupación también puede influir significativamente, como ocurre con los músicos de instrumentos de viento o trabajadores que utilizan los dientes como herramientas.
El uso prolongado de prótesis dentales removibles con ganchos metálicos puede provocar abrasión en los dientes pilares, especialmente si estos componentes no están correctamente adaptados o pulidos. Asimismo, ciertos tratamientos ortodónticos mal ajustados pueden contribuir al desarrollo de lesiones abrasivas.
Resulta fundamental establecer un diagnóstico diferencial preciso entre la abrasión dental y otras formas de desgaste dental como la erosión dental (pérdida de tejido por acción química) y la atrición dental (desgaste por contacto diente a diente). En la práctica clínica, estos procesos suelen presentarse de manera simultánea, lo que se conoce como lesiones cervicales no cariosas combinadas.
La adecuada identificación del tipo predominante de lesión permite establecer estrategias preventivas y terapéuticas específicas. El examen clínico detallado, complementado con una exhaustiva anamnesis sobre hábitos de higiene oral, dieta y ocupación, resulta esencial para un diagnóstico certero.
El manejo de la abrasión dental se fundamenta en un enfoque integral que abarca tanto medidas preventivas como restauradoras. La fase inicial consiste en identificar y eliminar los factores causales, educando al paciente sobre técnicas de cepillado adecuadas, selección de cepillos dentales de cerdas suaves y uso de dentífricos con baja abrasividad.
Para las lesiones establecidas, dependiendo de su profundidad y sintomatología asociada, pueden implementarse diferentes alternativas terapéuticas:
En casos de hipersensibilidad sin pérdida significativa de estructura dental, la aplicación de agentes desensibilizantes (como fluoruros o productos con nitrato potásico) suele ofrecer alivio temporal. Los procedimientos de sellado dental con adhesivos dentinarios también han demostrado eficacia en el control de la sensibilidad.
Cuando la pérdida de tejido es más pronunciada, las restauraciones con materiales estéticos como los ionómeros de vidrio o resinas compuestas constituyen la opción más empleada, proporcionando una solución funcional y estética. En situaciones severas con compromiso pulpar, puede ser necesario recurrir a tratamientos de endodoncia y posteriormente a la colocación de coronas dentales para rehabilitar el diente afectado.
Las consecuencias de la abrasión dental no tratada trascienden el ámbito estético, pudiendo derivar en complicaciones significativas como:
Actualmente, la investigación en el campo de la abrasión dental se centra en el desarrollo de biomateriales restauradores con propiedades mejoradas, que ofrezcan mayor durabilidad y mejor integración con los tejidos dentales remanentes. Asimismo, se exploran nuevos enfoques terapéuticos basados en la regeneración tisular, aunque todavía se encuentran en fases experimentales.
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