El absceso dental es una acumulación localizada de pus causada por una infección bacteriana que se desarrolla en diferentes estructuras del diente o sus tejidos circundantes, provocando dolor intenso, inflamación y potenciales complicaciones sistémicas si no se trata adecuadamente.

El absceso dental constituye una de las urgencias odontológicas más frecuentes en la práctica clínica diaria, representando un problema de salud bucodental significativo a nivel global. Esta condición patológica evidencia el resultado de una respuesta inmunológica frente a la proliferación bacteriana en cavidades formadas por la destrucción tisular, donde se concentran microorganismos, células inflamatorias, restos celulares y exudado.

Tipología y variantes clínicas

Existen tres tipos principales de abscesos dentales, clasificados según su localización anatómica y las estructuras afectadas:

El absceso periapical, también conocido como absceso dentoalveolar, se origina en el ápice radicular como consecuencia de la necrosis pulpar. La pulpitis irreversible evoluciona hacia la muerte pulpar, permitiendo que las bacterias y sus toxinas traspasen el foramen apical y establezcan un foco infeccioso en los tejidos periapicales. Este tipo representa aproximadamente el 60% de los casos diagnosticados en la consulta odontológica.

El absceso periodontal surge en el contexto de una enfermedad periodontal avanzada, donde la infección se desarrolla en la bolsa periodontal profunda. A diferencia del absceso periapical, suele presentar un inicio más insidioso y estar asociado a dientes con vitalidad pulpar preservada. La impactación de cuerpos extraños o alimentos en bolsas periodontales profundas puede actuar como desencadenante.

El absceso gingival afecta exclusivamente al tejido gingival, generalmente como resultado de traumatismos locales, impactación de cuerpos extraños o infecciones en el surco gingival. Aunque menos grave que los anteriores, puede provocar considerable dolor e incomodidad al paciente.

Etiología y patogénesis infecciosa

Los abscesos dentales se caracterizan por presentar una flora polimicrobiana predominantemente anaerobia. Los microorganismos más frecuentemente aislados incluyen Streptococcus del grupo viridans, Peptostreptococcus, Prevotella, Porphyromonas y Fusobacterium. Esta diversidad bacteriana explica la resistencia de algunas infecciones a tratamientos antimicrobianos convencionales.

El desarrollo fisiopatológico del absceso comienza con la invasión bacteriana que desencadena una respuesta inflamatoria aguda. Los neutrófilos acuden masivamente al foco infeccioso, liberando enzimas proteolíticas que, junto con las toxinas bacterianas, destruyen los tejidos circundantes. Esta destrucción tisular facilita la formación de una cavidad donde se acumula el exudado purulento, estableciendo así el absceso propiamente dicho.

La propagación de la infección sigue el principio de menor resistencia, pudiendo extenderse a través de los espacios fasciales y provocar infecciones odontogénicas más graves como la celulitis facial, angina de Ludwig o incluso abscesos cerebrales en casos extremadamente severos.

Sintomatología y expresión clínica

El cuadro clínico del absceso dental presenta características distintivas según su tipología, aunque comparten síntomas comunes como dolor intenso, inflamación, sensibilidad dental y malestar general.

El absceso periapical se manifiesta típicamente con dolor pulsátil, intenso, localizado y continuo que se exacerba con la percusión o presión sobre el diente afectado. La pulpitis previa suele causar hipersensibilidad térmica, particularmente al calor. A medida que el proceso avanza, pueden aparecer signos clínicos como tumefacción facial, linfadenopatías regionales y, ocasionalmente, fiebre.

El absceso periodontal presenta una clínica más variable, destacando el dolor sordo, sensación de presión en la encía y, frecuentemente, exudado purulento a través del surco gingival o fístulas. Los pacientes pueden referir sensación de diente elevado debido a la presión generada por el exudado en el ligamento periodontal.

El absceso gingival se caracteriza por dolor agudo localizado, enrojecimiento y tumefacción circunscrita a la encía. Su evolución suele ser más rápida y autolimitada que los otros tipos de abscesos, especialmente tras el drenaje espontáneo o quirúrgico.

Métodos diagnósticos y valoración clínica

El diagnóstico del absceso dental se fundamenta en la evaluación clínica exhaustiva, complementada con pruebas radiográficas y, cuando sea necesario, estudios microbiológicos. La anamnesis detallada permite identificar factores predisponentes como caries dental profunda, tratamientos dentales recientes o antecedentes de trauma.

Las radiografías periapicales constituyen la herramienta diagnóstica más accesible y reveladora, pudiendo evidenciar áreas radiolúcidas periapicales en casos de abscesos de esta naturaleza. No obstante, en fases iniciales, los cambios radiográficos pueden ser sutiles o inexistentes, predominando los hallazgos clínicos.

En situaciones complejas, técnicas de imagen avanzadas como la tomografía computarizada o la resonancia magnética permiten evaluar con mayor precisión la extensión de la infección, especialmente cuando existe sospecha de propagación a espacios anatómicos profundos.

Protocolos terapéuticos y manejo clínico

El tratamiento del absceso dental sigue tres principios fundamentales: eliminación de la causa, drenaje del contenido purulento y control de la infección.

Para el absceso periapical, el tratamiento definitivo implica la realización de endodoncia o, en casos no restaurables, la extracción dental. El drenaje puede efectuarse a través del conducto radicular o mediante incisión quirúrgica cuando existe fluctuación de los tejidos blandos.

El absceso periodontal requiere desbridamiento y raspado de la superficie radicular para eliminar el biofilm bacteriano, complementado con irrigación copiosa de la bolsa periodontal. En casos avanzados, pueden ser necesarios procedimientos quirúrgicos periodontales para garantizar la resolución completa.

La terapia antibiótica sistémica se reserva para casos con manifestaciones sistémicas (fiebre, linfadenopatías, malestar general), propagación rápida de la infección o pacientes inmunocomprometidos. Los antibióticos más utilizados incluyen amoxicilina, amoxicilina con ácido clavulánico, clindamicina o metronidazol, dependiendo del perfil microbiológico esperado y las características del paciente.

Secuelas y derivaciones patológicas

Las complicaciones de los abscesos dentales no tratados o tratados inadecuadamente pueden ser locales o sistémicas, algunas potencialmente graves o incluso letales:

La diseminación de la infección hacia espacios anatómicos profundos como el espacio submandibular, pterigomandibular o faríngeo lateral puede comprometer la vía aérea, representando una emergencia médica. La angina de Ludwig, caracterizada por la infección bilateral de los espacios submandibulares y sublingual, constituye una complicación particularmente peligrosa.

La propagación hematógena puede provocar bacteriemia y potencialmente sepsis en pacientes vulnerables. Asimismo, se han documentado casos de endocarditis, meningitis y abscesos cerebrales como complicaciones excepcionales pero graves.

La osteomielitis mandibular o maxilar puede desarrollarse como consecuencia de infecciones odontogénicas persistentes, requiriendo tratamientos prolongados y, ocasionalmente, intervenciones quirúrgicas extensas.

Estrategias preventivas y consideraciones especiales

La prevención de los abscesos dentales se fundamenta en el mantenimiento de una adecuada higiene bucodental, revisiones odontológicas periódicas y tratamiento oportuno de lesiones cariosas incipientes. La atención temprana de la gingivitis y periodontitis reduce significativamente el riesgo de abscesos periodontales.

Los pacientes inmunocomprometidos, diabéticos no controlados o con valvulopatías cardíacas requieren consideraciones especiales, incluyendo profilaxis antibiótica para determinados procedimientos dentales y seguimiento más estrecho ante signos de infección odontogénica.

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Dr Ismael Cerezo Director Médico Grupo Cleardent
Director Médico
El Dr. Cerezo, director médico de Clínicas Cleardent, es reconocido por su compromiso con la excelencia en implantología y cirugía oral. Con una destacada experiencia internacional en técnicas avanzadas, lidera un equipo que ofrece tratamientos de vanguardia, priorizando la salud y satisfacción del paciente. Su formación en cirugía guiada, carga inmediata y regeneración ósea le permite ofrecer soluciones integrales y de alta calidad, posicionando a Cleardent como referente en el sector odontológico.

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