La pulpotomía es un procedimiento terapéutico en odontología que consiste en la extirpación (amputación) de la porción coronal de la [pulpa dental] del diente, conservando intacta y vital la pulpa radicular remanente. Es un tipo de [tratamiento pulpar vital] dirigido a preservar la vitalidad y función del tejido pulpar sano, evitando la progresión hacia la necrosis o la necesidad de una [endodoncia] completa (tratamiento de conductos radiculares). En términos sencillos, se elimina la parte de la pulpa que está inflamada o infectada en la corona del diente, pero se mantiene vivo el nervio y tejido pulpar de las raíces. El objetivo central de una pulpotomía es aliviar el dolor y la infección retirando el tejido afectado, a la vez que se conserva la salud del remanente pulpar, permitiendo al diente continuar su desarrollo y funcionalidad normal.

Desde el punto de vista clínico, la pulpotomía tiene gran importancia tanto en odontopediatría (dientes temporales o “de leche”) como en dientes permanentes jóvenes. En dentición primaria, es un tratamiento de elección cuando una caries profunda o un traumatismo provoca exposición del nervio en un diente que aún es vital; la pulpotomía permite salvar el diente y mantenerlo hasta su exfoliación natural, preservando el espacio en la arcada y la función masticatoria. En dientes permanentes inmaduros (con ápices radiculares abiertos), este procedimiento favorece la continuación del desarrollo radicular –proceso conocido como [apexogénesis]– al mantener tejido pulpar vivo que forme la porción final de la raíz. Incluso en dientes permanentes maduros con diagnósticos de pulpitis irreversible (que tradicionalmente se trataban con endodoncia), la pulpotomía total ha resurgido como alternativa viable a la terapia de conductos, respaldada por estudios recientes que demuestran altas tasas de éxito en la resolución de la sintomatología y la conservación del diente​. La pulpotomía es un enfoque conservador y preservador de la vitalidad dentaria, combinando bases científicas sólidas con un fin clínico práctico: mantener el diente vivo y saludable el mayor tiempo posible.

Componentes y características principales

Técnicamente, la pulpotomía implica remover la pulpa cameral (el tejido blando dentro de la corona dental) y conservar la pulpa de los conductos radiculares. Tras la remoción del tejido pulpar coronal afectado, la cavidad pulpar resultante se desinfecta suavemente y se cubre con un material medicamentoso biocompatible que promueva la cicatrización y protección del tejido remanente. Finalmente, se sella el diente herméticamente con una restauración definitiva para prevenir la filtración bacteriana. De este modo, los componentes clave del procedimiento son: (1) la amputación de la pulpa coronal enferma, (2) la hemostasia y evaluación de la vitalidad de la pulpa radicular remanente, (3) la colocación de un agente terapéutico (medicamento o material de recubrimiento) sobre los muñones pulpares, y (4) el sellado coronario duradero mediante obturación o corona, que evita reinfecciones.

Tipos de pulpotomía según su extensión

Clásicamente se distinguen dos modalidades principales. La pulpotomía parcial (también llamada “pulpotomía superficial” o pulpotomía de Cvek) consiste en la remoción limitada de una pequeña porción superficial de la pulpa coronal expuesta (habitualmente del orden de 2 a 3 mm de tejido), preservando tanto la pulpa radicular como parte de la pulpa coronaria profunda sana. Esta técnica se indica típicamente en casos de exposiciones puntuales del nervio –por ejemplo, fracturas coronarias por trauma en dientes jóvenes o caries incipientes con pulpas todavía saludables– y busca eliminar solo el tejido inmediatamente afectado, fomentando una respuesta reparativa localizada. Por otro lado, la pulpotomía total (o pulpotomía cervical) implica la amputación de toda la pulpa de la cámara coronaria hasta el nivel de los orificios de los conductos radiculares, dejando intacto únicamente el tejido pulpar de las raíces​. Se recurre a la pulpotomía total cuando la exposición o lesión pulpar abarca la mayor parte de la corona (p. ej., caries profundas) pero se considera que la pulpa radicular aún es vital y puede recuperarse. Ambos tipos comparten el mismo principio de preservar el tejido pulpar sano; la diferencia radica en la cantidad de pulpa removida: parcial cuando la agresión es pequeña y localizada, total cuando se requiere eliminar todo el contenido cameral.

Clasificación según el objetivo biológico o vitalidad

Atendiendo a la forma en que se trata el muñón pulpar restante, la pulpotomía se ha descrito en tres enfoques técnicos: devitalización, preservación o regeneración​. En la pulpotomía devitalizante (también conocida históricamente como pulpotomía “mortal” o de momificación), el objetivo es fijar o momificar la pulpa radicular en lugar de mantenerla viva. Para ello se empleaban agentes químicos potentes como el formocresol (una solución de formol y cresol) aplicado sobre los muñones pulpares, que “embalsama” el tejido restante y elimina su vitalidad, evitando que provoque síntomas o infección. Este método, desarrollado hace décadas, tenía como fin controlar la infección en dientes temporales con pulpas muy afectadas; sin embargo, debido a preocupaciones por la toxicidad sistémica y resultados no óptimos a largo plazo, su uso ha disminuido drásticamente. En la modalidad de pulpotomía de preservación (mínima devitalización), se busca mantener la mayor parte posible del tejido pulpar asintomático, aunque no necesariamente induciendo regeneración; aquí se incluyen técnicas que usan agentes menos agresivos (como el hidróxido de calcio o el ferri-sulfato férrico) que dejan la pulpa residual inactiva pero estable, evitando reacciones inflamatorias como la reabsorción interna. Finalmente, la pulpotomía regenerativa o vital es la más conservadora, pues pretende conservar el tejido pulpar vivo y funcional, estimulando a su vez la reparación mediante la formación de un tejido de cicatrización (un puente de dentina terciaria) sobre la herida pulpar​. En este enfoque, el material colocado (idealmente un biomaterial bioactivo) actúa de barrera y promotor de la regeneración, manteniendo la vitalidad de la pulpa radicular. En la práctica actual, las pulpotomías modernas tienden a seguir el modelo regenerativo/vital: se emplean materiales bioinductivos que maximizan la conservación del tejido vivo, reservando las técnicas devitalizantes solo para situaciones puntuales en dentición decidua cuando no hay otra alternativa.

Materiales utilizados

La evolución de los materiales para pulpotomía refleja ese cambio de filosofía. Tradicionalmente, el formocresol de Buckley fue el “estándar de oro” en pulpotomías pediátricas durante décadas debido a su capacidad para fijar la pulpa y prevenir dolor o infección; no obstante, sus potenciales efectos adversos (toxicidad, mutagenicidad) motivaron la búsqueda de sustitutos más seguros. Surgieron alternativas como el glutaraldehído (otro fijador químico menos tóxico) y métodos físicos como la electrocauterización (uso de láser o electrobisturí para coagular la pulpa), con éxito variable. Posteriormente, con el enfoque de preservación, se empleó el óxido de zinc eugenol (ZOE) como base sedante tras la pulpotomía, o el sulfato férrico al 15-20% como agente hemostático que además minimiza la hemorragia y “cauteriza” superficialmente el tejido, reduciendo la inflamación posoperatoria. Sin embargo, la verdadera revolución en materiales vino de la mano de los cementos a base de silicato de calcio bioactivos. El hidróxido de calcio (Ca(OH)_2) fue uno de los primeros en mostrar capacidad de inducir la formación de dentina de reparación (puente calcificado) sobre la pulpa remanente, aunque presentaba desventajas como la disolución con el tiempo y la inducción de necrosis superficial del tejido pulpar en contacto. En los años 90 se introdujo el MTA (Mineral Trioxide Aggregate), un cemento trióxido mineral biocompatible, que demostró excelentes resultados como agente de pulpotomía: es alcalino y bactericida, sella muy bien la interfase pulpar y estimula directamente a las células pulpares para producir tejido mineralizado, logrando alta tasa de éxito clínico. Estudios han reportado que las pulpotomías en molares primarios con MTA tienen porcentajes de éxito habitualmente superiores al 90% a los 2 años​, notablemente mayores que con formocresol u otros materiales convencionales. Más recientemente, se han desarrollado otros biocementos similares al MTA, como el Biodentine (un sustituto bioactivo de dentina), que ofrecen manejo más sencillo y propiedades físico-mecánicas mejoradas, manteniendo una respuesta pulpar favorable equivalente a MTA. En resumen, la tendencia actual es utilizar materiales bioinductores y biocompatibles que favorezcan la regeneración y la mantención de la vitalidad (MTA, Biodentine, agregados de silicato cálcico), en lugar de agentes cáusticos o meramente desinfectantes.

Por último, es importante distinguir la pulpotomía de otros tratamientos relacionados. A diferencia de la pulpectomía o endodoncia convencional (donde se elimina toda la pulpa tanto coronal como radicular y se rellena el sistema de conductos), en la pulpotomía solo se amputa la porción coronal afectada, preservando la pulpa radicular sana​. Esto hace de la pulpotomía un procedimiento más conservador y rápido que una endodoncia completa, indicado únicamente cuando se cumplen criterios específicos de vitalidad pulpar remanente.

Principios biológicos y científicos fundamentales

La eficacia de la pulpotomía se sustenta en varios principios biológicos del tejido pulpar y en la comprensión de su respuesta ante lesiones. La [pulpa dental] es un tejido conectivo blando ricamente vascularizado e inervado, alojado en un espacio rígido (la cámara pulpar y conductos dentro de la dentina). Esta condición hace que, ante una agresión (como la caries profunda o un trauma), la pulpa monte una respuesta inflamatoria que puede incrementar la presión intrapulpar y comprimir los nervios, produciendo dolor agudo. Inicialmente, la inflamación pulpar puede ser reversible: el tejido reacciona intentando reparar el daño, por ejemplo, depositando dentina terciaria (reparativa) debajo de una caries incipiente para protegerse, y la inflamación cede si se elimina el irritante. Pero si el estímulo nocivo persiste o es muy agresivo (bacterias invadiendo la pulpa en una caries profunda, por ejemplo), la inflamación se vuelve irreversible, con daño tisular progresivo, formación de microabscesos y eventual necrosis de zonas de la pulpa. En un diente con pulpitis irreversible, típicamente la porción coronal de la pulpa sufre necrosis o infección bacteriana, mientras que la pulpa radicular puede permanecer relativamente sana aunque inflamada​. Este hallazgo histopatológico es crucial: implica que no siempre toda la pulpa está condenada cuando hay síntomas pulpares severos; puede haber tejido vital en las raíces que es capaz de recuperarse si se elimina la fuente de infección en la corona. La pulpotomía aprovecha esta premisa biológica, extirpando solo la parte de la pulpa que ya no tiene capacidad de recuperación (generalmente la pulpa cameral afectada) y preservando la parte no afectada. Al quitar el tejido pulpar degenerado y reducir la carga bacteriana, se alivian los síntomas (dolor, sensibilidad) y se descomprime el sistema pulpar, permitiendo que el tejido residual vuelva a un estado homeostático.

Desde un punto de vista inmunológico y reparativo, el tejido pulpar remanente conserva sus mecanismos de defensa innatos y su potencial de regeneración siempre que permanezca vivo y sellado del medio oral. La pulpa vital en las raíces aporta células (como odontoblastos y células madre mesenquimales pulpares) capaces de diferenciarse y depositar nueva dentina en el sitio de amputación, formando una barrera calcificada que cierra la herida pulpar. Este “puente dentinario” es considerado un signo de éxito biológico de la pulpotomía, pues indica que la pulpa ha sobrevivido y reaccionado reparando el defecto. Materiales como el hidróxido de calcio y especialmente los cementos de silicato de calcio (MTA/Biodentine) estimulan esta mineralización reparativa y presentan propiedades antibacterianas, lo que favorece la cicatrización pulpar limpia. Por el contrario, si la pulpa remanente no es capaz de recuperarse –sea por que ya estaba infectada en profundidad o por sellados defectuosos que permiten la reinfección bacteriana–, pueden ocurrir complicaciones biológicas como la reactivación de la inflamación, necrosis progresiva de la pulpa radicular (lo que derivaría en [necrosis pulpar] total) y manifestaciones asociadas (dolor persistente, periodontitis apical, etc.). En dientes temporales, una complicación típica del fracaso pulpar es la reabsorción interna o externa de la raíz, indicativa de que el tejido pulpar restante sufrió degeneración; esto eventualmente exige la extracción o un tratamiento más radical.

Un principio científico importante que sustenta la pulpotomía es que el entorno aséptico y el sellado hermético son fundamentales para el éxito. La pulpa expuesta es extremadamente vulnerable a la contaminación bacteriana; por ello, durante la pulpotomía se insiste en trabajar bajo aislamiento absoluto (dique de goma) y utilizar técnicas estériles, de forma que al terminar, la cámara pulpar quede libre de microorganismos viables. El material de recubrimiento pulpar y la restauración final deben impedir microfiltración; un fallo en el sellado coronario es una causa común de que pulpotomías inicialmente exitosas fracasen con el tiempo.

En cuanto a la fisiología a largo plazo, mantener la pulpa viva tiene ventajas: el diente conserva su sensibilidad normal (responde a cambios térmicos, presión), mantiene un cierto grado de capacidad propioceptiva (sensación de mordida), continúa la deposición lenta de dentina secundaria con la edad, lo que refuerza la estructura, y retiene su sistema inmunológico interno para lidiar con eventuales infiltraciones bacterianas menores. Esto contrasta con un diente desvitalizado (tratado con endodoncia), que aunque esté obturado adecuadamente, ya no puede montar respuestas biológicas y tiende a volverse más frágil con el tiempo. Por eso, desde la perspectiva biológica, preservar la vitalidad pulpar siempre que sea posible es deseable. La pulpotomía precisamente busca ese fin en situaciones donde clásicamente se habría pensado que la pulpa estaba perdida. Estudios recientes han desmontado teorías antiguas como la “teoría de estrangulamiento pulpar”, que asumía que una vez que la pulpa se inflamaba irreversiblemente toda ella estaba condenada. Ahora se sabe que la inflamación pulpar puede estar localizada y que la porción radicular puede permanecer sana si se actúa a tiempo​, lo que abre la puerta a tratamientos conservadores. Este cambio de conocimiento es la base científica del resurgimiento de la pulpotomía, aún en casos desafiantes, respaldado por evidencias histológicas y clínicas modernas.

Procedimientos clínicos asociados

En la práctica clínica, la pulpotomía requiere seguir protocolos estrictos de diagnóstico y técnica para asegurar el éxito. A continuación, se describen las consideraciones y pasos generales en dientes temporales y dientes permanentes, ya que difieren ligeramente:

Pulpotomía en dentición temporal (dientes de leche)

La pulpotomía es un tratamiento común en odontopediatría para molares primarios con caries extensas que han alcanzado la pulpa, siempre que el tejido pulpar restante esté vital y haya perspectivas de mantener el diente hasta su caída natural. Los criterios diagnósticos y de selección de caso incluyen: ausencia de signos de infección pulpar irreversible o necrosis (no debe haber fístulas, abscesos, movilidad patológica ni reabsorción radicular patológica en la radiografía), que el dolor preoperatorio sea solo provocado (por ejemplo, con alimentos fríos o dulces) o de corta duración, sin dolor espontáneo prolongado o nocturno indicativo de pulpitis irreversible. Al exponer la pulpa durante la eliminación de la caries, el profesional evalúa el sangrado pulpar: un sangrado leve, de color rojo brillante y que se detiene en pocos minutos con presión suave se considera un buen indicador de pulpa vital saludable; por el contrario, una hemorragia profusa y oscura, o la presencia de pus o tejido necrótico, contraindican la pulpotomía (en esos casos es preferible una pulpectomía o la extracción, según el diente y la edad del paciente).

Protocolo operatorio típico en molares primarios: Se realiza anestesia local profunda y aislamiento absoluto del diente para evitar contaminación salival. Luego, se elimina toda la caries del diente y se accede a la cámara pulpar. Con una cucharilla estéril o fresa redonda de alta velocidad (refrigerada con agua) se lleva a cabo la amputación de la pulpa coronaria: se retira cuidadosamente todo el tejido pulpar de la cámara hasta los orificios de entrada a los conductos radiculares. Inmediatamente después, se controla la hemorragia aplicando una torunda de algodón estéril humedecida en solución salina o anestésico sobre los muñones pulpares, ejerciendo una ligera presión durante unos 2–3 minutos. Si tras ese tiempo la hemostasia es adecuada (sangrado mínimo o ausente), se procede al paso siguiente; si el sangrado no cede o es excesivo, es señal de que la inflamación pulpar radicular es demasiado severa y la pulpotomía no será predecible (dándose por fracasada in situ y reconsiderando otra terapia). Lograda la hemostasia, se coloca el medicamento o material de recubrimiento sobre los muñones pulpares en la entrada de los conductos. En el pasado, en pulpotomías vitales se utilizaba una pasta de hidróxido de calcio o una bolita de algodón con formocresol (dejada por 5 minutos y luego retirada) seguida de un forro de óxido de zinc eugenol; en la actualidad, es frecuente el uso directo de MTA o Biodentine sellando las entradas camerales. Estos materiales se fragüan dentro de la cámara, creando un tapón biocompatible. Por último, es fundamental restaurar adecuadamente el diente: lo ideal en molares temporales tratados pulparmente es colocar una corona de acero inoxidable que recubra toda la superficie, ya que proporciona un sellado excelente y protege el diente debilitado (la pulpotomía puede dejar la estructura algo más frágil con el tiempo). Si no es posible la corona en el momento, al menos una restauración provisional hermética (ionómero de vidrio o amalgama) debe realizarse, planificando la corona en una cita posterior. Tras el procedimiento, se controla clínicamente que el paciente ya no tenga dolor y se programan radiografías de control periódicas (cada 6-12 meses) para evaluar que no aparezcan signos de reabsorción radicular anormal o lesión periapical. Si todo marcha bien, el diente se mantendrá funcional y asintomático hasta su exfoliación natural. En caso de aparecer síntomas nuevos o radiopatología en controles, se considera el fracaso del tratamiento, indicando entonces una pulpectomía (tratamiento de conductos de ese diente temporal) o la extracción, para evitar que una infección pulpar afecte al germen del diente permanente sucesor.

Pulpotomía en dentición permanente

En dientes permanentes, la pulpotomía ha tenido tradicionalmente indicaciones más limitadas, reservándose sobre todo a dientes inmaduros (con ápices abiertos) o situaciones de emergencia. Sin embargo, con los avances actuales se ha ampliado su uso a dientes maduros en circunstancias específicas. Podemos diferenciar dos escenarios principales: pulpotomías parciales (Cvek), típicamente asociadas a traumatismos, y pulpotomías cervicales totales en exposiciones cariosas o emergencias endodónticas.

  • Pulpotomía parcial en dientes permanentes jóvenes: Fue descrita por Cvek para tratar fracturas coronarias complicadas (con exposición pulpar) en dientes incisivos de pacientes jóvenes. En estos casos de trauma, la pulpa suele estar sana en profundidad, y al remover solo ~2 mm del tejido expuesto se elimina la zona contaminada, permitiendo que el resto de la pulpa se mantenga vital. El procedimiento es parecido al de una pulpotomía parcial en general: tras anestesia y aislamiento, se realiza un corte poco profundo de la pulpa expuesta con una fresa fina o bisturí estéril, eliminando la capa superficial coagulada o infectada; se lava suavemente la herida con solución estéril y se controla el leve sangrado; luego se coloca hidróxido de calcio o MTA directamente sobre la pequeña exposición, cubriéndolo con una base (ionómero, por ejemplo) y se sella con una restauración definitiva. Esta técnica tiene éxito elevado en mantener la vitalidad (superior al 90% en muchos estudios) especialmente cuando se realiza poco tiempo después del trauma (lo ideal en las primeras 24-48 horas post-accidente) y en dientes con ápices abiertos favorece la continuación del desarrollo radicular normal (apexogénesis). De hecho, la pulpotomía parcial se considera un estándar de cuidado en traumatología dental para ciertos casos, ya que ofrece mejor control de la herida pulpar que una simple protección pulpar directa, resultando en una mayor tasa de éxito en la cicatrización​.
  • Pulpotomía total en dientes permanentes: En dientes adultos con ápices cerrados, la pulpotomía ha sido utilizada principalmente como medida provisional de urgencia (p. ej., para aliviar el dolor agudo de una pulpitis irreversible cuando no hay tiempo de completar una endodoncia en esa cita). No obstante, la tendencia reciente apoya que, en algunos casos, la pulpotomía total puede ser un tratamiento definitivo en lugar de solo temporal. Los criterios para considerar una pulpotomía en un permanente maduro incluyen: que el diente presente signos de pulpitis pero no tenga necrosis pulpar total (es decir, respuesta positiva a pruebas de sensibilidad o al menos sangrado pulpar presente al exponerlo), ausencia de lesión periapical mayor (puede haber un ligero ensanchamiento del ligamento periodontal por inflamación, pero no un absceso establecido), y que la corona del diente pueda restaurarse adecuadamente después. Por ejemplo, un molar con caries extensa que llega a pulpa y ha dado dolor intenso (pulpitis sintomática) pero sin fístula ni destrucción radicular podría ser candidato. El procedimiento operatorio es análogo al de un diente temporal: bajo anestesia y aislamiento, se elimina la caries, se accede a la cámara y se amputa toda la pulpa coronal. Se logra hemostasia en las entradas de conductos (en permanentes suele requerir 5 minutos de presión con algodón estéril húmedo; si no se logra, probablemente la inflamación radicular es muy severa). Luego, se aplica el material elegido –en dientes permanentes se favorecen los cementos bioactivos, típicamente MTA o Biodentine– directamente sobre los muñones en los conductos, cubriendo el piso cameral con una capa de 2-4 mm de espesor. Este material se deja fraguar (en el caso de MTA puede requerir unos minutos adicionales o una cita subsecuente según la presentación), y finalmente se coloca una restauración hermética. En muchos casos, debido a la gran destrucción coronaria, la restauración final será un núcleo y corona protésica; es crítico que no queden filtraciones. Tras la pulpotomía, se monitoriza el diente: el éxito se evalúa por la desaparición del dolor espontáneo, la respuesta favorable a tests de pulpa en controles (la pulpa puede quedar menos sensible pero idealmente sigue respondiendo al frío en meses posteriores) y la ausencia de patología radiográfica progresiva. Un control típico a los 6 meses y al año incluye radiografías para verificar que no hay desarrollo de lesiones periapicales. Si todo permanece estable, se considera que la pulpotomía fue exitosa y el diente continúa vital. Si en cambio el paciente vuelve con dolor persistente o aparecen signos de necrosis (por ejemplo, no hay respuesta pulpar y se observa una lesión apical creciente), se habrá producido un fallo y será necesario entonces proceder con la endodoncia completa del diente.

Es importante destacar que la selección del caso y la técnica aséptica son determinantes en el pronóstico. Los especialistas sugieren que solo dientes correctamente diagnosticados (pulpas vitales, aún ante pulpitis avanzada pero sin infección radicular) y manejados con buen sellado tendrán éxito a largo plazo con pulpotomía. Por esta razón, algunas guías proponen que la pulpotomía en permanentes sea realizada preferentemente por odontólogos con formación en endodoncia, quienes pueden también manejar eventuales complicaciones. Sin embargo, con entrenamiento adecuado, cualquier clínico puede seguir el protocolo. La reciente posición de asociaciones endodónticas es que el tratamiento pulpar vital (incluyendo pulpotomías) se considere una opción válida incluso en dientes maduros, siempre y cuando se cumplan criterios estrictos de diagnóstico y control del entorno operatorio. Esto representa un cambio en el paradigma de hace décadas, ampliando las opciones terapéuticas más allá de la dicotomía tradicional “endodoncia o extracción” en casos complicados.

Avances e innovaciones actuales

La pulpotomía, siendo un procedimiento centenario, ha experimentado notables avances en años recientes gracias a la investigación en biomateriales y a una mejor comprensión de la biología pulpar. Un aspecto fundamental de innovación ha sido el desarrollo de nuevos materiales bioactivos que han mejorado los resultados. El MTA abrió camino demostrando que era posible obtener altos porcentajes de éxito preservando pulpas vitales; desde entonces, múltiples estudios y metaanálisis han confirmado que los cementos de silicato de calcio (MTA, Biodentine y variantes) superan en desempeño a los agentes tradicionales. Por ejemplo, se ha documentado que la tasa de éxito a 2 años con MTA en pulpotomías de molares primarios ronda el 95%, comparada con aproximadamente 70-80% con formocresol​pmc.ncbi.nlm.nih.gov. Esta superioridad se atribuye a que materiales como MTA no solo sellan bien sino que inducen respuestas regenerativas en la pulpa en lugar de simplemente “momificarla”. Asimismo, en dientes permanentes, ensayos clínicos controlados han mostrado resultados muy prometedores: en un estudio aleatorizado de 2023, la pulpotomía con Biodentine en molares con pulpitis irreversible alcanzó un ~93% de éxito clínico-radiográfico al año, cifra equivalente a la de las endodoncias tradicionales, pero con menor dolor posoperatorio reportado por los pacientes​. Este tipo de evidencia sugiere que, bajo condiciones controladas, la pulpotomía total puede resolver infecciones pulpares severas manteniendo el diente vital y ofreciendo al paciente una experiencia más cómoda.

Otro avance ha sido el reconocimiento de la pulpotomía como tratamiento definitivo en ciertos contextos. Históricamente, una pulpotomía en un permanente a menudo se consideraba temporal (una medida de emergencia antes de la endodoncia); hoy, gracias a los resultados positivos obtenidos, se está validando como solución a largo plazo en dientes seleccionados. Por ejemplo, un estudio observacional con seguimiento promedio de 11 años reportó 100% de éxito en pulpotomías completas realizadas en molares jóvenes con pulpitis irreversible usando MTA, evidenciando formación de una barrera dura calcificada y resolución completa de lesiones periapicales en todos los casos​. Aunque ese fue un estudio con muestra limitada, refuerza la viabilidad de la terapia pulpar vital incluso a largo plazo cuando se utilizan técnicas modernas y materiales adecuados. Organismos profesionales internacionales han emitido lineamientos actualizados: la Asociación Americana de Endodoncistas (AAE), por ejemplo, en su posición del 2021 sobre tratamientos pulpares vitales, reconoce que procedimientos como la pulpotomía pueden ser considerados en dientes permanentes con pulpas previamente diagnosticadas como “irreversiblemente” inflamadas, siempre y cuando se trate de casos bien evaluados y se use un biomaterial óptimo. Esta es una declaración significativa que legitima el cambio de enfoque hacia la odontología pulpar conservadora.

En cuanto a tecnologías emergentes, se han explorado métodos auxiliares para mejorar la pulpotomía. Uno de ellos es el uso de láseres dentales (como láser de diodo, CO₂ o Er:YAG) para realizar la amputación pulpar y lograr hemostasia. La energía láser puede eliminar tejido enfermo y esterilizar la superficie pulpar remanente con mínimo daño térmico si se usa correctamente. Estudios iniciales muestran tasas de éxito muy altas con pulpotomías asistidas por láser en dientes primarios (en algunos reportes superiores al 90% de éxito clínico-radiográfico)​, lo que sugiere que podría ser una alternativa eficaz a los químicos tradicionales. Otra línea de innovación es la terapia bioactiva pulpar, que investiga el uso de moléculas bioactivas (factor de crecimiento BMP-7, proteínas de matriz del esmalte, etc.) para colocar sobre la pulpa expuesta con la intención de estimular una regeneración más completa del complejo dentino-pulpar. Esta área se relaciona con la medicina regenerativa: si bien aún está en etapas experimentales, en un futuro podría ser posible que, tras una pulpotomía, se introduzcan andamios o geles con células madre y factores de crecimiento que regeneren un tejido pulpar funcional completo, en lugar de solo inducir un puente dentinario. Por ahora, el estándar siguen siendo los materiales inorgánicos bioactivos, pero la investigación continua abre perspectivas interesantes.

También se han afinado las técnicas mínimamente invasivas para evitar, cuando es posible, exponer la pulpa. Por ejemplo, en lesiones de caries profundas asintomáticas, se promueve la remoción parcial de caries (terapia de mínima invasión) para intentar evitar llegar a la pulpa y así prevenir la necesidad de una pulpotomía. En caso de exposición, no obstante, la pulpotomía ofrece una salida conservadora. La integración de nuevas herramientas diagnósticas (p. ej., tomografía de coherencia óptica, pruebas pulpares más específicas, biomarcadores inflamatorios) podría en el futuro ayudar a predecir mejor cuándo una pulpotomía tiene altas probabilidades de éxito, refinando la selección de casos.

En conclusión, la pulpotomía ha pasado de ser un procedimiento principalmente reservado a la odontopediatría, a convertirse en parte integral del arsenal terapéutico conservador también en dientes permanentes, respaldada por biomateriales modernos y evidencia científica. Su evolución ejemplifica el cambio de paradigma en odontología: de una actitud intervencionista radical (extirpar toda pulpa ante cualquier asomo de patología) a una filosofía biológica conservadora (tratar de salvar y sanar la pulpa siempre que sea posible). Para profesionales y estudiantes de odontología, la pulpotomía representa un claro ejemplo de cómo combinar fundamentos biológicos, destreza clínica y tecnología de vanguardia para lograr el mejor resultado para el paciente –mantener su diente vivo, funcional y libre de enfermedad. Fuentes recientes y literatura especializada corroboran que, con la correcta indicación y técnica, la pulpotomía es un procedimiento altamente predecible y exitoso tanto en dentición temporal como permanente, marcando así un camino hacia prácticas endodónticas más conservadoras y centradas en la preservación de los tejidos naturales.

Dr Ismael Cerezo Director Médico Grupo Cleardent
Director Médico
El Dr. Cerezo, director médico de Clínicas Cleardent, es reconocido por su compromiso con la excelencia en implantología y cirugía oral. Con una destacada experiencia internacional en técnicas avanzadas, lidera un equipo que ofrece tratamientos de vanguardia, priorizando la salud y satisfacción del paciente. Su formación en cirugía guiada, carga inmediata y regeneración ósea le permite ofrecer soluciones integrales y de alta calidad, posicionando a Cleardent como referente en el sector odontológico.

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