La tartrectomía es un procedimiento odontológico que consiste en la eliminación profesional del cálculo dental (sarro) y otros depósitos mineralizados adheridos a la superficie de los dientes. En términos sencillos, es la limpieza dental que realiza el dentista o higienista para remover la placa bacteriana calcificada que no puede quitarse con el cepillado normal. Se consideran sinónimos comunes la «limpieza dental profesional» o profilaxis dental realizada en clínica.

Clínicamente, la tartrectomía tiene gran importancia para la salud oral: ayuda a prevenir y tratar la inflamación de las encías (gingivitis) y evitar la progresión a enfermedades periodontales más graves como la [periodontitis]. Dado que incluso con una higiene oral rigurosa siempre quedan zonas de difícil acceso donde la placa se acumula y termina calcificándose con el tiempo​, es necesario realizar limpiezas profesionales periódicas. Por ello, suele recomendarse una tartrectomía de mantenimiento cada 6 a 12 meses, dependiendo del riesgo individual de cada paciente. Esta intervención regular reduce la carga de biofilm bacteriano y sarro en la boca, contribuyendo a mantener encías sanas, prevenir caries asociadas a placa y controlar otros problemas como el mal aliento. En pacientes con historial de enfermedad periodontal, pueden requerirse limpiezas más frecuentes o procedimientos adicionales. En definitiva, la tartrectomía es un pilar fundamental de la prevención en odontología y forma parte del plan de tratamiento inicial de muchas afecciones bucales.

Componentes y características principales

  • Elementos técnicos e instrumentación: La tartrectomía se realiza mediante dos tipos básicos de instrumental periodontal: instrumental manual y ultrasonidos. El instrumental manual incluye herramientas de acero especialmente diseñadas, como las curetas (ej. curetas Gracey o universales) y los escarificadores de hoz, que poseen bordes cortantes para raspar el sarro de las superficies dentarias. Por su parte, la instrumentación mecánica emplea aparatos de ultrasonido o sónicos (aire) que vibran a alta frecuencia. Estos dispositivos cuentan con puntas metálicas intercambiables de diferentes formas adaptadas a distintas áreas dentales: por ejemplo, puntas anchas tipo “cola de castor” para las caras vestibulares amplias, puntas anguladas similares a una cureta para limpiar entre los dientes e incluso insinuarse ligeramente bajo la encía, puntas en forma de cincel para depósitos muy densos, y puntas finas tipo sonda periodontal para depósitos pequeños o para el alisado radicular​. La combinación de ultrasonidos y herramientas manuales es habitual: el ultrasonido rompe y desprende la mayor parte del cálculo, y luego las curetas manuales eliminan residuos remanentes y pulen las superficies dentales donde el aparato ultrasónico no alcanzó​. Finalmente, se utilizan instrumentos de pulido (como copas de goma con pasta abrasiva) para abrillantar las superficies dentales una vez removido el sarro.

Tartrectomía supragingival vs subgingival

Según la ubicación del cálculo a eliminar, se distinguen dos tipos de tartrectomía. La tartrectomía supragingival es la eliminación de sarro visible por encima del margen de la encía, en la corona de los dientes. Es el procedimiento de limpieza rutinario que se realiza en pacientes con encías sanas o gingivitis leve, enfocándose en quitar la placa calcificada y manchas extrínsecas de las zonas expuestas​. No suele requerir anestesia local, ya que se limita a la superficie del diente y la encía marginal, y típicamente la lleva a cabo el odontólogo general o el higienista. En cambio, la tartrectomía subgingival se refiere a la remoción de cálculo que está por debajo de la línea gingival, adherido a las raíces dentales dentro de las bolsas periodontales. Este procedimiento subgingival generalmente forma parte del tratamiento de pacientes con enfermedad periodontal ([periodontitis] o gingivitis avanzada)​. A menudo implica el raspado y alisado radicular en profundidad (curetaje periodontal), para lo cual sí se emplea anestesia local y puede requerir instrumentación más especializada por un periodoncista. La tartrectomía subgingival suele realizarse por cuadrantes (secciones de la boca) en sesiones separadas, para asegurar una eliminación minuciosa del cálculo subgingival en cada área sin producir molestias excesivas al paciente​.

Cabe destacar que, en la literatura periodontológica, algunos autores reservan el término tartrectomía únicamente para la fase supragingival de la limpieza, diferenciándola del raspado subgingival profundo. De hecho, una revisión técnica del Ministerio de Sanidad de España define tartrectomía como el “raspaje (scaling) manual o ultrasónico y pulido de la porción coronaria de los dientes para eliminar placa, sarro, detritus y manchas, sin incluir cirugía periodontal ni el raspado radicular profundo”​. En la práctica clínica, sin embargo, ambos tipos de eliminación de cálculo (supra y subgingival) están estrechamente ligados y suelen realizarse de forma secuencial cuando la situación lo amerita. Primero se lleva a cabo la tartrectomía supragingival para eliminar los depósitos visibles y facilitar el acceso debajo de la encía, y posteriormente, si el paciente lo requiere, se procede al raspado subgingival de las raíces afectadas​. En cualquier caso, el objetivo final es eliminar todos los factores locales irritantes (depósitos duros y blandos) de la superficie dentaria, ya sea expuesta o radicular, para restablecer la salud de los tejidos periodontales.

  • Clasificación según técnica y objetivos: Según la técnica empleada, podemos clasificar la tartrectomía en manual (cuando se realiza íntegramente con instrumentos de mano) versus ultrasónica (cuando se emplean equipos mecánicos vibratorios). En la práctica actual es común una técnica combinada, aprovechando las ventajas de cada método. Según el objetivo clínico, distinguimos la tartrectomía de profilaxis (parte de la higiene preventiva en un paciente sin periodontitis, para mantener la salud) de la tartrectomía terapéutica (como procedimiento dentro del tratamiento periodontal activo, con la finalidad de detener la progresión de una enfermedad periodontal). En la profilaxis del paciente sano, la intervención es más sencilla y superficial, mientras que en contextos terapéuticos (p. ej. un paciente con periodontitis) la eliminación del cálculo subgingival es crítica y puede complementarse con otras medidas (como antibióticos locales, cirugías periodontales, etc. según la severidad). En ambos casos, los principios básicos de instrumentación son similares, variando solo la extensión y profundidad del raspado requerido.

Principios biológicos y científicos fundamentales

La tartrectomía se fundamenta en el manejo del biofilm oral y sus consecuencias. El depósito sobre los dientes que se conoce como sarro o cálculo dental se forma mediante la mineralización de la placa bacteriana. Inicialmente, tras el consumo de alimentos y la falta de higiene, se acumula placa blanda compuesta de bacterias, restos orgánicos y sales de la saliva (placa bacteriana). Si esa placa no se remueve regularmente, en cuestión de días comienza a calcificarse: los iones de calcio y fosfato presentes en la saliva precipitan en la placa madura, endureciéndola progresivamente​. La literatura señala que las primeras micro-calcificaciones pueden aparecer a los pocos días de formarse la placa, y tras aproximadamente 2 semanas de acumulación el depósito puede llegar a contener hasta un 80% del contenido inorgánico típico de un cálculo maduro. La mineralización completa (con estructura cristalina estable de hidroxiapatita, brushita u otras sales de calcio) se desarrolla en un periodo más prolongado, a lo largo de meses e incluso años, si no se interviene​.

El cálculo dental resultante está conformado en un 70–80% por minerales inorgánicos, principalmente sales de calcio y fósforo (pirofosfatos, hidroxiapatita, fosfato de calcio, etc.), y en un 20–30% por componentes orgánicos (proteínas salivales, polisacáridos bacterianos, restos celulares y lípidos)​. Macroscópicamente, el cálculo supragingival suele observarse como depósitos de color blanco-amarillento de consistencia dura pero quebradiza, firmemente adheridos al esmalte. Tiende a formarse especialmente en las zonas cercanas a los conductos de las glándulas salivales mayores, por ejemplo en la cara lingual de los incisivos inferiores (próximos a las glándulas submandibulares y sublinguales) y en la cara bucal de los molares superiores (cerca de la salida del conducto parotídeo). El cálculo subgingival, en cambio, al formarse dentro del surco gingival donde hay exudado crevicular y sangre, adquiere un color marrón oscuro, verdoso o negro (por pigmentos de hemoglobina) y una consistencia más densa. Estos depósitos subgingivales no tienen una localización preferente por glándulas salivales, pueden hallarse en cualquier diente con bolsa periodontal, y suelen estar firmemente adheridos al cemento radicular, aplanados contra la superficie de la raíz​. A menudo el cálculo subgingival es difícil de detectar a simple vista; su presencia se diagnostica mediante el tacto con un explorador periodontal durante el sondaje, o indirectamente en radiografías dentales cuando el acúmulo es lo suficientemente denso para ser visible​.

Desde el punto de vista fisiopatológico, la acumulación de cálculo dental tiene claras implicaciones en la salud periodontal. El cálculo en sí mismo no es una entidad infecciosa, pero actúa como un reservorio físico de placa bacteriana viva en su superficie. De hecho, se ha comprobado que el sarro está siempre cubierto por una capa de placa no mineralizada que contiene bacterias patógenas activas​. Estas bacterias en contacto con las encías liberan toxinas y provocan inflamación crónica. Por ello, la presencia de sarro se asocia invariablemente a algún grado de enfermedad periodontal: es muy común encontrar gingivitis en zonas donde hay cálculo supragingival, y prácticamente todos los pacientes con periodontitis avanzada presentan cálculo subgingival en las raíces afectadas. Sin embargo, las investigaciones indican que el cálculo por sí mismo no es la causa directa del daño periodontal, sino un factor coadyuvante. La placa bacteriana es el agente etiológico primario de la gingivitis y periodontitis, mientras que el sarro contribuye al problema al ser una superficie rugosa que retiene y protege a esa placa bacteriana patógena. Además, los depósitos calcificados pueden incorporar en su interior subproductos bacterianos irritantes (como endotoxinas) que quedan atrapados en la porosidad del cálculo y pueden seguir estimulando la inflamación de las encías. En resumen, el cálculo agrava la enfermedad periodontal porque dificulta la higiene (impide que el paciente pueda remover completamente la placa con el cepillado) y perpetúa la presencia de bacterias y toxinas junto al tejido gingival. Por eso, la tartrectomía –es decir, la eliminación de esos depósitos duros– es fundamental para romper el ciclo patogénico: al remover el sarro se eliminan también enormes cantidades de bacterias adheridas y sus toxinas, facilitando que la encía sane al reducirse la inflamación. Tras una tartrectomía eficaz, las encías inflamadas suelen desinflamarse y reducir su tendencia al sangrado, puede disminuir la profundidad de las bolsas periodontales (al reinsertarse o retraerse ligeramente el tejido al desaparecer la hinchazón) y en general se crea un entorno más propicio para mantener la salud con medidas de higiene diaria.

Biológicamente, también es relevante mencionar que el sarro antiguo sobre la raíz puede llegar a alojarse muy firmemente e incluso calcificarse dentro de pequeñas irregularidades del cemento radicular. En casos avanzados de periodontitis, la presencia prolongada de cálculo subgingival puede estar asociada a recesión gingival (las encías se retraen dejando expuesta parte de la raíz) y pérdida de inserción del diente. De hecho, en poblaciones con higiene muy deficiente, se observan a veces gruesas capas de cálculo cubriendo dientes enteros, acompañadas de encías retraídas y movilidad dental. La eliminación de esos cálculos extensos puede ser más compleja y suele requerir tratamientos por etapas, pero es indispensable para frenar el daño periodontal.

En síntesis, la tartrectomía se apoya en principios científicos sólidos: el biofilm microbiano oral es el iniciador del proceso patológico, y su mineralización en forma de cálculo crea un círculo vicioso que perpetúa la inflamación gingival. Al intervenir mediante la remoción mecánica de esos depósitos, se logra controlar la infección local y se da oportunidad a los tejidos de regenerar o repararse. Este fundamento biológico explica por qué la tartrectomía es la primera fase de cualquier terapia periodontal: sin eliminar sarro y placa, ningún tratamiento medicamentoso o correctivo tendría éxito a largo plazo​. La eliminación del cálculo restablece un entorno ecológico compatible con la salud, que luego el paciente debe mantener mediante una adecuada higiene bucodental diaria para prevenir recidivas.

Procedimientos clínicos asociados

La realización de una tartrectomía conlleva una serie de protocolos clínicos bien establecidos, que abarcan desde el diagnóstico del problema hasta las técnicas específicas de remoción del cálculo y los cuidados posteriores. A continuación se describen los pasos y consideraciones habituales:

  • Evaluación diagnóstica: Antes de proceder a la limpieza, el odontólogo llevará a cabo un examen periodontal completo. Esto incluye la inspección visual de las superficies dentales (donde puede apreciarse sarro supragingival como depósitos de color crema o marrón en la base de los dientes) y la palpación con un explorador afilado para detectar rugosidades indicativas de cálculo tanto supra como subgingival. También se realiza un sondaje periodontal con una sonda milimetrada alrededor de cada diente, registrando la profundidad de los surcos/bolsas y la presencia de sangrado. Si la sonda topa con depósitos duros adheridos a la raíz por debajo de la encía, se confirma la presencia de cálculo subgingival en esas zonas. El odontólogo puede elaborar un periodontograma (mapa periodontal) anotando las bolsas periodontales y áreas con sarro. Adicionalmente, se evalúan radiografías dentales (interproximales o panorámicas) en las que a veces el cálculo subgingival aparece como pequeñas opacidades adheridas a las raíces. Todos estos pasos diagnósticos permiten determinar la extensión del problema y planificar el procedimiento: por ejemplo, si será una tartrectomía sencilla supragingival en una sola cita o si se requerirán varias sesiones para raspado subgingival por cuadrantes.
  • Preparación y consideraciones previas: Previo a la tartrectomía, es importante la enseñanza de higiene oral al paciente. El profesional suele indicar técnicas de cepillado y uso de hilo dental para que el paciente mejore la remoción de placa blanda, lo que también facilitará la intervención y la cicatrización posterior. En pacientes con inflamación gingival severa, se pueden prescribir enjuagues previos con antisépticos (ej. clorhexidina) para reducir la carga bacteriana antes del procedimiento. Si el paciente presenta alguna condición médica especial (por ejemplo, valvulopatías cardiacas que requieran profilaxis antibiótica, o un marcapasos cardíaco), el dentista tomará las precauciones pertinentes. Anestesia: En casos de tartrectomía supragingival pura, usualmente no se requiere anestesia local, ya que la limpieza superficial produce mínimas molestias – tan solo una leve sensación de raspado o vibración y a veces sensibilidad al frío del agua. Sin embargo, si habrá raspado subgingival extenso o el paciente es muy sensible, se aplicará anestesia infiltrativa en la zona a tratar para que el procedimiento sea completamente confortable. Es habitual, por ejemplo, anestesiar por cuadrantes en las sesiones de raspado y alisado radicular profundo.
  • Técnicas de remoción de cálculo: Durante la tartrectomía, el odontólogo o higienista utiliza instrumentación manual y/o ultrasónica según convenga. En una tartrectomía típica, se suele seguir una secuencia combinada: primero se emplea el ultrasonido dental para aprovechar su eficacia al despegar grandes cantidades de sarro en poco tiempo, y luego se recurre a las curetas manuales para repasar detalladamente las superficies y acabar de retirar fragmentos residuales, especialmente en zonas de difícil acceso​. El aparato de ultrasonido (también llamado detartrador ultrasónico) consta de un generador que hace vibrar a altísima frecuencia una punta metálica fina. Esta vibración transmite una acción mecánica de picoteo contra el cálculo, fracturándolo y separándolo del diente. Al mismo tiempo, el instrumento emite un flujo constante de agua por la punta, el cual cumple varias funciones: refrigera la punta (ya que la vibración genera calor), lubrica la zona disminuyendo la fricción y, muy importante, irriga y arrastra los fragmentos de sarro desprendidos limpiando el área​. De hecho, la cavitación (formación de micro-burbujas) producida por el ultrasonido en el agua tiene un efecto auxiliar de desorganización del biofilm y lavado de la bolsa periodontal. Se enfatiza que nunca debe usarse un aparato de ultrasonidos sin irrigación, pues podría sobrecalentar el diente y dañar el tejido​. El profesional regula la potencia del ultrasonido según la cantidad y dureza del cálculo: para depósitos muy adheridos puede usarse alta potencia, mientras que para cálculo fino o zonas cercanas a la encía se prefiere potencia moderada para mayor comodidad. La técnica de aplicación requiere mover la punta constantemente con pases cortos y suaves, inclinándola unos 15–20° respecto a la superficie dentaria, sin ejercer presión excesiva (es la vibración, no la fuerza manual, la que desprende el cálculo). Con el ultrasonido se recorre sistemáticamente cada diente, por todas sus caras, hasta eliminar la mayor cantidad de sarro supragingival visible. En presencia de bolsas periodontales, se introduce cuidadosamente la punta a poca profundidad subgingival para eliminar el cálculo situado justo debajo del margen gingival (en bolsas poco profundas se puede lograr eliminar prácticamente todo el cálculo con ultrasonidos). No obstante, en bolsas más profundas o en ciertas anatomías radiculares, el acceso del ultrasonido es limitado, por lo que se complementa con instrumentos manuales. Las curetas periodontales de mano permiten palpar la superficie radicular y raspar donde el ultrasonido no llegó, removiendo restos de cálculo adheridos tenazmente. El operador suele tensar la encía (separándola ligeramente) para exponer mejor la raíz y facilitar la inserción de la cureta subgingivalmente. Mediante movimientos firmes de tracción (de abajo hacia arriba en dientes inferiores, o de arriba hacia abajo en superiores) va desgranando el cálculo y alisando la raíz. Existen curetas específicas para distintos sectores dentarios (por ejemplo, las Gracey 11/12 para caras mesiales de molares, Gracey 13/14 para caras distales, etc.), lo que posibilita un raspado eficaz adaptado a la curvatura de cada raíz.
  • Uso de irrigación y coadyuvantes: Durante la tartrectomía subgingival, a medida que se instrumenta, es común irrigar periódicamente las bolsas periodontales con soluciones antimicrobianas. Un método extendido es usar clorhexidina al 0,12% como enjuague o irrigación tras finalizar el raspado, ya que este antiséptico reduce la carga bacteriana residual y promueve la cicatrización gingival. Protocolos clínicos recomiendan colutorios de clorhexidina dos veces al día por 10 a 15 días posteriores a un raspado, especialmente en pacientes con periodontitis, para potenciar los resultados. La irrigación con povidona yodada diluida dentro de las bolsas durante el procedimiento es otra técnica descrita para desinfectar la zona (aunque su uso debe ser cuidadoso en pacientes con alergia al yodo). En casos de depósitos muy tenaces, algunos clínicos emplean curetas ultrasonidas con puntas revestidas de diamante para un ligero alisado radicular mecánico, o aplican sustancias quelantes (como el EDTA) para ayudar a desprender el cálculo residual y las endotoxinas de la raíz. Sin embargo, estas medidas no son rutinarias en la tartrectomía básica, sino más bien recursos adicionales en tratamientos periodontales avanzados.
  • Pulido dental: Una vez removido todo el cálculo detectable, es fundamental pulir las superficies dentales tratadas, tanto coronarias como radiculares (si hubo raspado subgingival). El pulido elimina la placa blanda o pigmentaciones extrínsecas remanentes y deja los dientes lo más lisos posible​. Esto no solo tiene un efecto estético (dientes más brillantes), sino que disminuye la capacidad de nueva adhesión de placa bacteriana sobre la superficie al quedar más pulida. Para el pulido profesional se utilizan generalmente copas o tazas de goma montadas en pieza de mano, con pastas abrasivas fluoradas de distinta granulometría. En áreas interproximales o manchas localizadas se pueden usar también cepillos pequeños o tiras abrasivas. El procedimiento de pulido es suave y no invasivo, pero muy importante para completar la profilaxis. Además, tras una tartrectomía extensa puede aplicarse un barniz de flúor en todas las superficies expuestas, con el fin de reducir la hipersensibilidad dentinaria que a veces aparece después de eliminar el sarro (especialmente si había raíces descubiertas). Se ha demostrado que la aplicación de fluoruro después del detartraje ayuda a remineralizar el esmalte y dentina recién limpios y disminuye las molestias por sensibilidad​. Por tanto, al concluir la cita de tartrectomía, el profesional suele secar los dientes y pintar un barniz fluorado concentrado que se deja actuar (indicando al paciente no comer ni cepillarse por unas horas).
  • Instrucciones y seguimiento: Tras la tartrectomía, es normal que el paciente presente ligera inflamación o sensibilidad en las encías por 24–48 horas, debido a la manipulación e instrumentación. Se aconseja mantener una excelente higiene en esos días para favorecer la cicatrización: cepillado suave con cepillo de cerdas suaves, usar un enjuague bucal antiséptico (p. ej. clorhexidina al 0,12% como se indicó) y evitar alimentos muy duros o calientes las primeras horas. Si hubo raspado subgingival profundo, las encías podrían retraerse levemente al sanar, lo cual es una respuesta positiva (indica que se desinflamaron). En pacientes periodontales, unas 4 a 6 semanas después de la tartrectomía se realiza una visita de reevaluación periodontal: se vuelven a sondar las encías para comprobar la reducción de las bolsas y la mejoría en los índices de placa y sangrado. Según los hallazgos, se decidirá si el paciente pasa a un programa de mantenimiento periodontal (limpiezas periódicas y vigilancia) o si requiere tratamientos adicionales (por ejemplo, cirugías de acceso para eliminar bolsas persistentes, injertos, etc.). En pacientes sin enfermedad periodontal, la recomendación será continuar con revisiones de rutina y limpiezas preventivas cada cierto intervalo (6 meses u otro según su situación).

Como parte de los procedimientos asociados, no podemos dejar de mencionar la importancia de la educación al paciente. Una tartrectomía por sí sola soluciona el problema existente de sarro, pero si el paciente no mejora sus hábitos de higiene, la placa bacteriana volverá a acumularse y en pocos meses se formará nuevo cálculo. Por ello, tras el tratamiento, el odontólogo refuerza las instrucciones de cepillado (técnica Bass modificada u otra apropiada), uso de seda dental o cepillos interdentales, y quizá dietéticas (reducir azúcares fermentables frecuentes). La motivación del paciente y su adherencia a la higiene diaria son cruciales para el éxito a largo plazo de la tartrectomía. Igualmente, en casos indicados, se pueden aplicar selladores o recubrimientos protectores en zonas proclives a la acumulación de placa (por ejemplo, selladores de fosas en pacientes con alto riesgo de caries) o prescribir dentífricos de alta concentración de flúor para fortalecer las superficies dentales después de la limpieza.

La tartrectomía involucra un conjunto de procedimientos clínicos que van desde la detección del cálculo hasta su efectiva remoción y posterior mantenimiento de la salud periodontal. Es una intervención técnicamente delicada pero de rutina en odontología, con un alto perfil de seguridad y escasas contraindicaciones. Las únicas contraindicaciones relativas podrían ser algunas condiciones médicas sin controlar (p. ej. infecciones sistémicas activas, ciertos trastornos de sangrado si no están estabilizados, etc.) o la presencia de dispositivos cardiacos electrónicos antiguos muy sensibles (en cuyo caso se preferiría instrumentos manuales sobre ultrasonidos, aunque los marcapasos modernos suelen estar protegidos frente a interferencias). En general, cualquier paciente puede y debe recibir tartrectomías cuando las necesite, ya que los beneficios en salud periodontal superan con creces cualquier molestia transitoria.

Avances e innovaciones actuales

En los últimos años, el campo de la higiene dental profesional y periodoncia ha incorporado diversas innovaciones tecnológicas para optimizar la tartrectomía, haciéndola más eficiente, cómoda y efectiva. A continuación, se exploran algunos avances emergentes basados en la evidencia disponible en español:

  • Tecnología de ultrasonido piezoeléctrico: Los equipos de tartrectomía por ultrasonido han evolucionado significativamente. Tradicionalmente se empleaban aparatos de tecnología magnetoestrictiva, que usan un campo magnético oscilante para vibrar una varilla metálica y generar movimiento elíptico de la punta. En cambio, los modernos dispositivos piezoeléctricos utilizan cristales cerámicos que, al recibir corriente eléctrica alterna, se deforman y producen vibraciones lineales de alta frecuencia en la punta. Esta diferencia conlleva algunas ventajas: los ultrasonidos piezoeléctricos tienden a generar menos calor y ruido, el patrón de vibración controlado permite puntas más finas (apropiadas para entrar en bolsas periodontales estrechas) y no emiten campos magnéticos potencialmente interferentes. Por ello, hoy en día muchos consultorios utilizan unidades piezoeléctricas de ultrasonido para la tartrectomía, considerándolas más ergonómicas y seguras especialmente en pacientes con dispositivos electrónicos implantados (los magnetoestrictivos igualmente se pueden usar de forma segura con las precauciones adecuadas, pero los piezoeléctricos eliminan prácticamente ese riesgo)​. Las investigaciones no han demostrado diferencias significativas en la eficacia de eliminación de cálculo entre ambas tecnologías, por lo que la adopción del piezoeléctrico obedece más a consideraciones de comodidad y compatibilidad. Asimismo, se han introducido mejoras como insertos de ultrasonido con iluminación LED incorporada en la punta, para mejorar la visibilidad durante el raspado, y sistemas de ajuste automático de potencia según la resistencia que encuentra la punta (feedback dinámico), lo que evita excesos de fuerza y cuida mejor la superficie dentaria.
  • Láseres dentales aplicados a la periodoncia: El uso de tecnología láser es otra área de innovación. Diversos tipos de láser (diodo, Nd:YAG, CO₂, etc.) han sido explorados para descontaminación de encías y como adjuntos al raspado. En particular, el láser Er:YAG (Erbium:YAG) ha mostrado resultados prometedores en la eliminación de cálculo subgingival y desinfección de bolsas periodontales. Este láser de erbio, gracias a su mecanismo de ablación termomecánica (su luz es altamente absorbida por el agua en los tejidos, provocando microexplosiones que desprenden el cálculo), puede remover sarro y placa de la superficie radicular con mínimo daño térmico a los tejidos circundantes​. Estudios de revisión en español señalan que el Er:YAG es una alternativa posible a los métodos mecánicos tradicionales, logrando reducir significativamente las bacterias periodontopatógenas y el sangrado al sondaje, e induciendo cierta regeneración de inserción en comparativa con raspados convencionales en algunos casos. Sin embargo, también se han identificado limitaciones: por ejemplo, el umbral energético para ablacionar el cálculo es muy similar al necesario para ablacionar el cemento radicular, lo que significa que a potencias altas el láser puede llevarse parte del tejido radicular junto con el sarro​. Para evitar daños, el operador debe usar energías bajas y barridos rápidos, pero esto puede dejar cálculo residual; es decir, no es fácil lograr una remoción selectiva del sarro con el láser sin afectar nada de la raíz. Además, el costo del equipamiento láser y la necesidad de entrenamiento especializado han hecho que, por ahora, el láser sea más bien un complemento en periodoncia y no un reemplazo de la tartrectomía tradicional. En clínica, algunos periodoncistas emplean el láser (Er:YAG o diodo) después del raspado convencional, para desinfectar la bolsa periodontal y el tejido blando, eliminando bacterias residuales que puedan quedar en la encía o en las irregularidades radiculares. Esta combinación aprovecha lo mejor de ambos mundos: la eficacia mecánica del raspado para quitar el grueso del cálculo, y el efecto bactericida del láser para esterilizar la zona. La evidencia científica aún está acumulándose; las guías periodontales actuales consideran el láser como una terapia coadyuvante, con resultados clínicos similares a la terapia mecánica convencional, por lo que no lo recomiendan de rutina en todos los casos de periodontitis hasta contar con más datos. No obstante, es una tecnología en constante perfeccionamiento, y es posible que futuros láseres u ópticas mejoradas permitan una eliminación de cálculo más precisa y conservadora.
  • Nuevos diseños de insertos e instrumental: Paralelamente, se han desarrollado innovaciones en el diseño de los instrumentos para tartrectomía. En el campo ultrasónico, los fabricantes han introducido puntas cada vez más especializadas. Por ejemplo, existen insertos ultradelgados (conocidos como puntas periodontales o de micro-ultrasonido) diseñados para penetrar en bolsas profundas y furcas radiculares estrechas, facilitando la eliminación de cálculo subgingival en zonas de difícil acceso que antes solo podían tratarse con curetas manuales finas. También se han creado puntas recubiertas de materiales plásticos o carbono para la limpieza de implantes dentales (permitiendo remover cálculo de la superficie de un implante sin rayar su titanio). En cuanto al instrumental manual, continúan utilizándose las clásicas curetas de Gracey y otras, pero se han añadido variaciones como curetas micro-mini de cabezal más pequeño para anatomías complejas, así como instrumentos ergonómicos más livianos que reducen la fatiga del operador. Un avance interesante es la incorporación de recubrimientos especiales en las hojas de las curetas (ej. teflón o nitruro de titanio) que las hacen más duraderas y con filo prolongado, disminuyendo la necesidad de afilado frecuente. Todos estos refinamientos en el instrumental permiten que la tartrectomía moderna sea más eficaz y conservadora: se logra eliminar el sarro minimizando la remoción innecesaria de estructura dentaria sana y accediendo a prácticamente cualquier rincón subgingival. La literatura española describe, por ejemplo, el uso de insertos sónicos (de menor frecuencia que los ultrasónicos, ~6 kHz) conocidos como air-scalers conectados al equipo dental, los cuales si bien tienen menor potencia para sarro pesado, pueden ser útiles para depósitos finos o como complemento en mantenimiento periodontal​. En definitiva, la tendencia es hacia un armamentario periodontal amplio que el profesional selecciona según las necesidades individuales de cada paciente, optimizando el resultado de la tartrectomía.
  • Integración digital y asistencia por inteligencia artificial: La odontología digital está comenzando a influir también en los procedimientos de tartrectomía. Un aspecto en desarrollo es el diagnóstico digital del cálculo dental. Por ejemplo, se investigan algoritmos de inteligencia artificial (IA) aplicados a imágenes intraorales y radiografías para detectar automáticamente la presencia de sarro y cuantificar su extensión, lo que podría ayudar a los dentistas a identificar depósitos menos evidentes y planificar con mayor precisión las limpiezas necesarias. La IA en odontología ha demostrado ya alta precisión en el reconocimiento de patrones en radiografías (por ejemplo, para detección temprana de caries)​, y es plausible su aplicación para distinguir en radiografías digitales las señales del cálculo adherido a los dientes. Asimismo, existen sondas periodontales electrónicas que registran digitalmente la profundidad de sondaje y la presencia de sangrado o cálculo en cada punto, integrando estos datos en software que genera mapas 3D de la distribución del sarro. Otra innovación incipiente son los endoscopios periodontales, pequeñas cámaras de fibra óptica que se introducen subgingivalmente y permiten visualizar en una pantalla el interior de la bolsa periodontal a medida que se realiza el raspado. Esta visualización endoscópica directa (aunque aún no muy difundida por costo y entrenamiento) puede garantizar una remoción más completa del cálculo, ya que el clínico ve en tiempo real los fragmentos adheridos en la raíz y confirma cuándo la superficie queda limpia. Igualmente, se han desarrollado dispositivos de ultrasonido con sensores de detección: por ejemplo, ciertos detartradores emiten señales auditivas o luminosas cuando la punta toca cálculo (basados en la resistencia vibratoria), avisando así dónde hay depósitos y cuándo han sido eliminados. Estas funcionalidades asistidas por computador representan una forma de “IA integrada” en los equipos, apoyando la labor del operador.
  • Terapias adjuntas y prevención inteligente: Los avances no solo se centran en quitar el sarro, sino también en prevenir su re-formación. En este sentido, la industria ha introducido profilácticos como barnices o selladores anti-sarro que se aplican tras la tartrectomía. Son sustancias que liberan lentamente pirofosfatos u otros inhibidores de la mineralización de la placa, con el objetivo de retardar la calcificación de nueva placa bacteriana. Su eficacia aún está en evaluación, pero podrían reducir la rapidez con que reaparece el sarro en pacientes propensos. De igual forma, pastas dentífricas y enjuagues con enzimas o pirofosfatos se recomiendan a veces tras una tartrectomía para prolongar sus beneficios. Por otro lado, se experimenta con seguimiento digital del paciente: aplicaciones móviles que recuerdan al paciente sus rutinas de higiene, o incluso sensores en el cepillo dental que monitorean la calidad del cepillado (tecnología ya existente en algunos cepillos eléctricos) – todo ello enfocado en mantener bajos los niveles de placa y evitar tener que realizar limpiezas invasivas con tanta frecuencia.

En conclusión, la tartrectomía, aun siendo un procedimiento clásico en odontología, continúa refinándose gracias a la incorporación de nuevas tecnologías y conocimientos. Ultrasonidos más precisos, láseres periodontales, instrumental sofisticado, y sistemas digitales de apoyo conforman el panorama actual de innovación en la lucha contra la placa y el cálculo dental. Lo importante es que todas estas herramientas se usan con un mismo fin: lograr una eliminación completa y segura del biofilm y el sarro para preservar la salud periodontal. La evidencia en español refleja que muchas de estas innovaciones son prometedoras, pero también enfatiza que el pilar del éxito sigue siendo la técnica clínica adecuada combinada con la motivación del paciente para el control de placa​. La tartrectomía del futuro probablemente será aún más cómoda, asistida por tecnología y quizás menos invasiva, pero siempre se fundamentará en los mismos principios biológicos: remover el irritante (placa/calculo) para permitir que la encía vuelva a la salud.

Dr Ismael Cerezo Director Médico Grupo Cleardent
Director Médico
El Dr. Cerezo, director médico de Clínicas Cleardent, es reconocido por su compromiso con la excelencia en implantología y cirugía oral. Con una destacada experiencia internacional en técnicas avanzadas, lidera un equipo que ofrece tratamientos de vanguardia, priorizando la salud y satisfacción del paciente. Su formación en cirugía guiada, carga inmediata y regeneración ósea le permite ofrecer soluciones integrales y de alta calidad, posicionando a Cleardent como referente en el sector odontológico.

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Tartrectomía

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