La xerostomía es la sensación subjetiva de sequedad bucal debida a una reducción o ausencia significativa del flujo salival​. En otras palabras, el paciente percibe que no tiene suficiente saliva en la boca (comúnmente llamada “boca seca”). No se trata de una enfermedad en sí misma, sino de un síntoma o condición secundaria resultante del mal funcionamiento de las glándulas salivales encargadas de producir la saliva​. La xerostomía reviste gran importancia en odontología moderna por su alta frecuencia y por las complicaciones que conlleva: puede causar desde incomodidad leve hasta enfermedad oral severa, comprometiendo la salud general del paciente, su nutrición y su calidad de vida. Una sequedad bucal persistente interfiere con funciones básicas como el habla, la masticación y la deglución, dificulta el uso de prótesis dentales y favorece la aparición de halitosis (mal aliento). A largo plazo, la falta de saliva provoca un ambiente oral ácido y con sobrecrecimiento bacteriano, aumentando significativamente el riesgo de caries dental, enfermedad periodontal, infecciones como la candidiasis e irritación de la mucosa oral.

La xerostomía es un motivo de consulta muy común, especialmente en población adulta mayor. Estudios epidemiológicos indican que afecta aproximadamente al 20% de las personas mayores de 60 años que viven de forma independiente​, y su prevalencia puede llegar hasta el 50% en este grupo etario según otros reportes​. En pacientes ancianos hospitalizados o polimedicados, la incidencia comunicada supera incluso el 60-90%​. Este fenómeno se relaciona sobre todo con la mayor carga de enfermedades crónicas y consumo de fármacos en la tercera edad, más que con la edad por sí misma​. A pesar de su frecuencia e impacto, la xerostomía suele infravalorarse; muchos pacientes la consideran un efecto secundario menor y no lo comunican hasta que las complicaciones (caries rampante, infecciones, dificultad para alimentarse) afectan gravemente su calidad de vida​. En la práctica clínica actual, reconocer y tratar oportunamente la xerostomía se considera fundamental, dado que el aumento en la supervivencia de pacientes con cáncer y otras condiciones crónicas ha hecho más visible este síntoma como un “enemigo oculto” que deteriora la salud bucodental día a día​.

Componentes y características principales

Por definición, la xerostomía es un síntoma subjetivo: es la sensación de boca seca. Suele estar asociada a hiposalivación, término que designa la disminución objetiva de la producción de saliva por debajo de los valores normales. Sin embargo, no todos los casos de hiposalivación conllevan xerostomía, ni viceversa, ya que el umbral de percepción de sequedad varía entre individuos. En condiciones normales, el flujo salival basal (en reposo) ronda los 0,3–0,4 mL/min y bajo estimulación (por ejemplo al masticar) se eleva a 1–2 mL/min​. Se considera que existe hipofunción salival cuando el flujo no estimulado cae por debajo de ~0,1 mL/min (aproximadamente la mitad del valor normal). La asialia o asialorrea, por su parte, refiere a la ausencia prácticamente completa de saliva. En la práctica, “xerostomía”, “boca seca”, “hiposalivación” y “asialorrea” suelen usarse como sinónimos en la literatura, aunque técnicamente la xerostomía se refiere a la percepción clínica mientras que los otros términos apuntan a la disminución cuantitativa de saliva​.

Clínicamente, la xerostomía se manifiesta con signos y síntomas característicos. Los pacientes a menudo refieren una sensación pegajosa y reseca en la boca, acompañada de sed persistente o necesidad de beber agua con frecuencia​. Pueden presentar dificultad para masticar, tragar e incluso hablar debido a la falta de lubricación oral​. El sentido del gusto suele alterarse (disgeusia) y aparece sensación de ardor o quemazón en la lengua y mucosas bucales. Objetivamente, al examen se observa una mucosa oral pálida o eritematosa y seca, a veces con zonas brillantes o pegajosas; la lengua frecuentemente luce seca, con papilas atróficas y fisuras prominentes en su dorso (glositis)​. La lengua seca, con mucosa agrietada y sin brillo, es un hallazgo típico en casos crónicos de xerostomía. La saliva, si está presente, puede ser espesa o filamentosa. Los labios tienden a agrietarse y aparecen comisuras orales resecas (queilitis). La falta de saliva conlleva pérdida de sus efectos protectores, por lo que es común detectar múltiples caries rampantes, en especial caries de raíz y lesiones cervicales de avance rápido​. También son frecuentes la gingivitis inflamatoria y las infecciones oportunistas: destacan la candidiasis seudomembranosa (placas blancas en mucosa) y la angular (boqueras), favorecidas por el ambiente seco y alto contenido de azúcar de la saliva remanente​. La mucosa oral puede presentar úlceras traumáticas por falta de lubricación y menor cicatrización. Otro efecto habitual es el mal aliento crónico (halitosis), consecuencia del menor lavado salival de restos alimenticios y bacterias​. Los pacientes con xerostomía avanzada suelen referir dificultad para usar sus prótesis dentales removibles (se “despegan” por falta de saliva) y trastornos del sueño por despertares nocturnos bebiendo agua.

La severidad de la xerostomía varía ampliamente. En casos leves, el paciente solo nota boca seca al estar nervioso, al hablar mucho tiempo o durante la noche, mientras que en casos graves la sequedad es constante y ocasiona las complicaciones mencionadas. Existen escalas clínicas para graduar la sequedad bucal; por ejemplo, el Índice de Challacombe asigna puntajes de 1 a 10 según signos clínicos (como presencia de saliva en el piso de boca, aspecto de la lengua, brillo mucoso, etc.), siendo 1–3 leve, 4–6 moderado y ≥7 severo. También los protocolos oncológicos utilizan clasificaciones (p.ej. criterios RTOG/EORTC) para xerostomía inducida por radioterapia, desde grado 1 (leve) hasta 4 (incapacitante). En cualquier grado, es fundamental reconocer la xerostomía por sus implicaciones: compromete la integridad de dientes y tejidos blandos, y suele indicar un desbalance subyacente que requiere atención (ya sea medicamentoso, autoinmune, etc.). Cabe destacar que, fisiológicamente, cierta sequedad transitoria es normal (por ejemplo, durante el sueño la producción de saliva cae dramáticamente). Por ello, debe diferenciarse la xerostomía patológica (persistente, diurna o que causa problemas) de la sequedad ocasional o matutina sin relevancia clínica.

Desde el punto de vista de sus componentes etiológicos, la xerostomía puede clasificarse según su causa subyacente o contexto clínico. Por ejemplo: xerostomía farmacológica (inducida por medicamentos), xerostomía en síndrome de Sjögren (asociada a enfermedad autoinmune sistémica), xerostomía radiógena (por radioterapia en cabeza y cuello), xerostomía metabólica (p.ej. en diabetes descompensada o deshidratación), xerostomía psicógena (relacionada con ansiedad o depresión crónica), etc. Muchas veces concurren múltiples factores. La presentación clínica en esencia es similar, aunque ciertos datos pueden orientar a la causa: por ejemplo, la xerostomía por medicamentos anticolinérgicos suele ser dosis-dependiente y reversible al suspender el fármaco; la xerostomía del síndrome de Sjögren suele acompañarse de sequedad ocular (xeroftalmía) y otras manifestaciones autoinmunes; la xerostomía post-radioterapia se instala gradualmente tras el tratamiento oncológico y a menudo es permanente, etc. En todos los casos, las características clínicas mencionadas (sequedad, caries, infección, etc.) están presentes en mayor o menor grado. Identificar el contexto es crucial para un manejo adecuado, como se detallará más adelante.

Principios biológicos y científicos fundamentales

La saliva es un fluido biológico complejo, esencial para la homeostasis de la cavidad oral. Es producida por las [glándulas salivales] exocrinas: tres pares de glándulas mayores (parótidas, submandibulares y sublinguales) y centenares de glándulas salivales menores distribuidas por la mucosa oral (labios, paladar, carrillos, lengua). En condiciones normales, un adulto sano produce entre 500 y 1500 mL de saliva al día, volumen que mantiene la boca húmeda y cumple numerosas funciones protectoras​. La saliva está compuesta en un 99% por agua, pero el 1% restante contiene electrolitos (sodio, potasio, cloruros, bicarbonato, calcio, fosfato), enzimas digestivas (como amilasa y lipasa lingual), glucoproteínas mucinas que le confieren viscosidad, inmunoglobulinas (especialmente IgA secretora), lactoferrina, lisozima, factores de crecimiento y otras moléculas bioactivas​. Gracias a esta compleja composición, la saliva lubrica y humedece los tejidos orales facilitando el habla y la deglución, inicia la digestión de almidones (por acción de la amilasa), neutraliza ácidos (bicarbonato) protegiendo el esmalte dental, remineraliza lesiones incipientes de los dientes (por su contenido de calcio y fosfato), limpia mecánicamente restos de comida y regula la microbiota oral mediante acciones antimicrobianas​. Por todo ello, la saliva es indispensable para mantener la integridad de la mucosa oral y prevenir la caries dental.

La producción de saliva está regulada principalmente por mecanismos neurovegetativos (autónomos), con modulación neuroendocrina. En el bulbo raquídeo se localizan los núcleos salivales (superior e inferior), que integran reflejos salivatorios​. Diversos estímulos desencadenan la salivación: la estimulación química o mecánica de la mucosa bucal (por alimentos, sabores, masticación) envía señales aferentes a dichos núcleos, los cuales activan eferencias parasimpáticas a las glándulas salivales​. Los nervios parasimpáticos liberan acetilcolina sobre receptores muscarínicos (especialmente subtipo M₃) en las células acinares de las glándulas, provocando un aumento intenso de la secreción de saliva acuosa​. La activación simpática, por otro lado, libera noradrenalina sobre receptores adrenérgicos de las glándulas; esto modula la composición salival (secreción de proteínas y mucina) y puede disminuir transitoriamente el flujo, sobre todo en situaciones de estrés o ansiedad, explicando por qué la boca se seca al estar nervioso. Además de los reflejos locales, existen influencias corticales: la vista, el olfato o el pensamiento de alimentos apetitosos pueden disparar salivación (reflejo condicionado), mientras que factores emocionales (ansiedad, miedo) pueden inhibirla. El eje neuroendocrino también juega un papel: por ejemplo, estados de deshidratación activan receptores de osmolaridad e inhiben la secreción salival para conservar líquidos; cambios hormonales como la menopausia se asocian con quejas de sequedad bucal en algunas pacientes, sugiriendo que hormonas como estrógenos podrían influir en la función glandular.

A nivel de la glándula, la unidad funcional es el acinus salival. Las células acinares secretan activamente iones (Na⁺, Cl⁻, etc.) hacia la luz glandular, generando un gradiente osmótico que arrastra agua desde los capilares sanguíneos circundantes a través de canales de agua (acuaporinas) presentes en las membranas celulares. De este modo se forma la saliva primaria, que luego es modificada al pasar por los conductos: las células ductales reabsorben Na⁺/Cl⁻ y secretan K⁺/HCO₃⁻, ajustando la composición final. La secreción salival, por tanto, depende críticamente de la integridad de las células acinares y de su inervación colinérgica. Cualquier alteración en este delicado proceso fisiológico –sea a nivel central (núcleos salivales), neural periférico, vascular o de la propia glándula– puede provocar hipo-función salival y xerostomía.

Entre los mecanismos etiopatogénicos de la xerostomía más relevantes se encuentran:

  • Fármacos: Son la causa más común de xerostomía en la población general​. Más de 500 medicamentos pueden reducir el flujo salival​, especialmente aquellos con efectos anticolinérgicos o simpaticomiméticos. Ejemplos clásicos son los psicotrópicos (antidepresivos tricíclicos, algunos ISRS, ansiolíticos), antipsicóticos, antihistamínicos, fármacos antiparkinsonianos, antihipertensivos (diuréticos, beta-bloqueadores), broncodilatadores anticolinérgicos (ipratropio), relajantes musculares, analgésicos opioides y medicamentos para incontinencia urinaria​. Muchos quimioterápicos oncológicos también causan xerostomía; en particular, ciertos citotóxicos inducen disfunción transitoria de las glándulas o espesamiento de la saliva​. El efecto medicamentoso puede deberse a bloqueo de receptores muscarínicos en las glándulas, a acción sedante central (que disminuye los impulsos salivatorios) o a deshidratación sistémica (por ejemplo, diuréticos). Por lo general, la xerostomía farmacológica aparece a los pocos días de iniciar el tratamiento y es reversible al suspenderlo, aunque en pacientes polimedicados los efectos aditivos pueden cronificarse.
  • Enfermedades sistémicas y autoinmunes: Diversos trastornos afectan las glándulas salivales y provocan hipofunción. El [síndrome de Sjögren] es el paradigma: una enfermedad autoinmune crónica en la cual linfocitos infiltran y destruyen las glándulas salivales y lagrimales, ocasionando xerostomía y xeroftalmía severas. Puede presentarse solo (Sjögren primario) o asociado a otras enfermedades autoinmunes como artritis reumatoide o lupus (Sjögren secundario). Otras patologías inmunomediadas que pueden cursar con boca seca incluyen la sarcoidosis (granulomas en glándulas), la amiloidosis, el lupus sistémico, y la enfermedad de injerto contra huésped crónica (en pacientes post-trasplante de médula)​. Enfermedades metabólicas crónicas mal controladas también impactan la producción salival: la diabetes mellitus descompensada causa deshidratación y neuropatía autonómica que reducen la saliva; el hipotiroidismo y hipertiroidismo pueden asociarse a cambios en la consistencia salival; la fibrosis quística altera las glándulas exocrinas incluyendo salivares. Infecciones virales como la infección por VIH/SIDA se vinculan con xerostomía por afectación directa de glándulas salivales (sialoadenitis difusa del VIH) o por medicamentos antirretrovirales​. La infección por virus de hepatitis C también se ha relacionado con síntomas tipo Sjögren (síndrome sicca). Enfermedades crónicas como insuficiencia renal terminal, cirrosis hepática, tuberculosis crónica y anemia severa se listan igualmente entre las causas de sequedad bucal​. Por último, trastornos psiquiátricos como la ansiedad crónica, depresión mayor o anorexia nerviosa pueden presentarse con xerostomía, ya sea por disfunción autonómica central relacionada con el estado emocional o por los fármacos utilizados en su tratamiento​.
  • Radioterapia de cabeza y cuello: Es una causa importante de xerostomía irreversible. La exposición de las glándulas salivales a radiación ionizante (en tratamientos de cáncer de cabeza, cuello o tiroides) produce daño acinar progresivo. La severidad depende de la dosis total acumulada y del campo de radiación. Dosis superiores a ~25–30 Gy ya pueden reducir el flujo salival, y por encima de ~50 Gy suele ocurrir una disfunción glandular profunda y permanente​s. Las glándulas parótidas son especialmente radiosensibles; las submandibulares y sublinguales algo menos, y las glándulas salivales menores muestran mayor resistencia relativa​. La radiación daña el ADN de las células acinares y provoca su apoptosis, además de fibrosis de los tejidos glandulares que impide su regeneración. Tras la radioterapia, la saliva residual proviene principalmente de células ductales sobrevivientes, las cuales carecen de acuaporinas y no pueden secretar suficiente agua. Por ello, la poca saliva producida es densa y rica en proteínas, con aumento de sodio y cloro y disminución del pH y la capacidad tampón​. Estos cambios explican la alta incidencia de caries de irradiados (“caries de cuello” agresivas) y candidiasis recurrente en sobrevivientes de cáncer oral. Clínicamente, casi el 100% de pacientes sometidos a radioterapia cervicofacial desarrolla xerostomía aguda; y si bien puede haber recuperación parcial con el tiempo, muchos quedan con xerostomía crónica severa como secuela permanente​.
  • Quimioterapia citotóxica: A diferencia de la radiación, la quimioterapia sistémica suele provocar una xerostomía transitoria. Fármacos como ciertos alquilantes, análogos de nucleósidos o inhibidores de tirosina kinasa pueden alterar la función de las glándulas mientras se administran. Algunos quimioterápicos hacen que la saliva se vuelva más espesa o filante, dando sensación de boca seca sin disminuir drásticamente el volumen. Tras completar los ciclos de quimioterapia, la función salival suele normalizarse en semanas o meses, salvo en pacientes que también recibieron radioterapia o en tratamientos muy prolongados que puedan inducir daño glandular indirecto (por ejemplo, a través de mucositis y posterior fibrosis).
  • Deshidratación y factores locales: Estados de deshidratación sistémica (vómitos, diarreas, fiebre prolongada, ingesta hídrica insuficiente) reducen temporalmente la saliva al disminuir el volumen plasmático disponible para las glándulas. En personas mayores, la deshidratación subclínica es causa frecuente de xerostomía reversible. La respiración bucal crónica (por obstrucción nasal) y el hábito de fumar también resecan la mucosa oral, agravando la sensación de sequedad aunque las glándulas produzcan saliva normal.
  • Causas congénitas o anatómicas: Muy raramente, la xerostomía puede deberse a malformaciones. Existen reportes aislados de agenesia de glándulas salivales mayores (ausencia congénita de parótidas, por ejemplo) que resultan en xerostomía desde el nacimiento. Asimismo, cirugías que extirpan glándulas salivales (p. ej., parotidectomía bilateral por tumores) ocasionan hiposalivación permanente. Traumatismos craneofaciales que lesionan los nervios secretores (como sección del nervio cuerda del tímpano o del nervio lingual) también pueden provocar sequedad persistente por denervación glandular​. Oclusiones u obstrucciones de los conductos salivales –por cálculos (sialolitos) o estenosis ductales– pueden generar acumulación de saliva en la glándula y atrofia secundaria, manifestándose como sequedad intermitente asociada a inflamación glandular (sialadenitis).

Como vemos, los mecanismos fisiopatológicos de la xerostomía son variados. Pueden actuar a distintos niveles: (1) Central, alterando los centros salivatorios (ej. depresión, ansiedad, algunas enfermedades neurológicas degenerativas); (2) Neural periférico, interfiriendo la señal nerviosa hacia las glándulas (medicamentos, neuropatías diabéticas, daños quirúrgicos); (3) Glandular directo, por destrucción o disfunción de las células acinares (Sjӧgren, radiación, inflamación crónica); o (4) Secretorio/bioquímico, modificando la capacidad de las células para sintetizar y excretar saliva (deshidratación, inhibición farmacológica de receptores). En todos los casos, el resultado es un volumen salival insuficiente o una saliva de mala calidad (hiposalivación cuantitativa o cualitativa) que deriva en sequedad bucal. Hasta la fecha, no se conoce un método para “revertir” definitivamente la pérdida de función de las glándulas salivales cuando han sido dañadas (por ejemplo, por Sjögren o radioterapia); los tratamientos actuales se enfocan en estimular la secreción residual o suplir artificialmente la saliva, como veremos. La comprensión científica de la xerostomía continúa avanzando, particularmente en campos como la inmunología (entendiendo la autodestrucción glandular), la biología molecular (canales de agua, factores tróficos glandulares) y la regeneración tisular (células madre), lo que abre esperanzas de terapias más efectivas a futuro.

Procedimientos clínicos asociados

Evaluación diagnóstica: El abordaje clínico de la xerostomía inicia con una buena anamnesis. El odontólogo o médico debe indagar desde cuándo el paciente nota sequedad, en qué momentos del día ocurre, si bebe mucha agua, si tiene dificultad para tragar alimentos secos o sensación de ardor oral​. Es crucial repasar los antecedentes médicos: presencia de enfermedades sistémicas (artritis, diabetes, tratamientos oncológicos previos, trastornos psiquiátricos, etc.) y, sobre todo, hacer un inventario de todos los fármacos que el paciente toma, incluidos medicamentos de venta libre y fitoterapia, dado que muchos pueden inducir hiposalivación​. Con esta historia clínica orientada se pueden identificar posibles causas subyacentes (por ejemplo, paciente con síndrome de Sjögren conocido, o polimedicado con antidepresivos y diuréticos, etc.). A continuación, se realiza un examen bucal minucioso: se observa la mucosa y encías, notando si están húmedas o pegajosas, se evalúa la cantidad de saliva presente en el piso de boca (en condiciones normales debería haber un leve pool salival bajo la lengua; su ausencia sugiere hiposalivación). Se inspecciona la lengua (¿seca, con pérdida de papilas o fisuras?), se revisan los labios y comisuras (¿grietas, queilitis angular?), y se buscan signos de irritación o infección, como placas blanquecinas de candidiasis o aumento de caries y placa bacteriana. Un hallazgo frecuente es la evidencia de caries recurrentes o lesiones radiculares en pacientes que antes tenían buena salud dental, lo cual refuerza la sospecha de xerostomía​. También se palpan las glándulas mayores (parótidas y submandibulares) para detectar aumento de tamaño, dolor o induraciones que sugieran sialadenitis crónica, tumores o infiltración (por ejemplo, en Sjögren las parótidas pueden estar crónicamente inflamadas).

Existen pruebas complementarias tanto funcionales como estructurales para confirmar y cuantificar la hipofunción salival:

  • Sialometría (medición del flujo salival): Es el método objetivo principal para diagnosticar hiposalivación​. Puede realizarse la sialometría no estimulada (flujo basal) y la estimulada (tras estímulo gustatorio/masticatorio) para evaluar la capacidad funcional de las glándulas​. El procedimiento clásico para medir el flujo total no estimulado consiste en pedir al paciente que escupa toda la saliva que genere en 5 minutos dentro de un recipiente graduado (método de expectoración); valores inferiores a ~0,5 mL en 5 minutos (equivalente a <0,1 mL/min) indican hiposalivación significativa. También se pueden usar tiras absorbentes en el piso de boca (test de Schirmer oral), midiendo cuántos milímetros de la tira se humedecen en 5 minutos​. Otra variante es el test de Saxon, que consiste en masticar una esponja estéril durante 2 minutos y luego pesarla para determinar cuánta saliva absorbió; un peso ganado menor a 2 gramos sugiere flujo disminuido​. Para saliva estimulada, se suele pedir al paciente que mastique parafina o un chicle sin azúcar durante 5 minutos y escupa en un recipiente; una secreción estimulada <0,7 mL/min (menos de ~3,5 mL en 5 min) confirma hipofunción glandular marcada. Asimismo, se pueden medir flujos parciales de glándulas mayores: por ejemplo, usando los cánulas de Lashley o dispositivos de succión en los conductos de Stensen para recolectar saliva parótida de cada lado​. Flujos parotídeos inferiores a ~0,1 mL/min bajo estimulación ácida son considerados patológicos​. Estas pruebas cuantitativas correlacionan con la severidad de la xerostomía.
  • Análisis de composición salival (sialoquímica): Son pruebas cualitativas que evalúan la concentración de ciertos componentes en la saliva​. En casos de xerostomía, especialmente por radioterapia, la saliva suele mostrar aumento de iones (Na⁺, Cl⁻, Ca²⁺) y proteínas totales, con pH bajo y menor capacidad buffer​. Se pueden medir niveles de inmunoglobulina A secretora (IgA) y otras proteínas inmunes, que a veces están disminuidas en pacientes irradiados. Aunque estas pruebas no se realizan rutinariamente, pueden apoyar el diagnóstico y dar pistas (por ejemplo, saliva muy diluida sugiere polidipsia psicógena más que hipofunción glandular real).
  • Imágenes de glándulas salivales: Para evaluar la anatomía y función glandular se utilizan estudios radiológicos. La sialografía convencional implica la inyección retrógrada de medio de contraste yodado en el conducto salival (p.ej., el conducto de Stensen de la parótida) seguida de radiografías seriadas, lo que permite visualizar la arquitectura ductal y detectar obstrucciones, dilataciones o sialectasias (áreas de estancamiento)​. Aunque útil para diagnosticar sialolitiasis (cálculos) o síndrome de Sjögren (que muestra patrón “en hoja de trébol” por múltiples áreas de contraste retenido), la sialografía invasiva se usa cada vez menos en xerostomía por ser molesta y haber alternativas no invasivas. La gammagrafía salival con Tecnecio-99m es una exploración isotópica en la que se inyecta un radiotrazador y se registra su captación y excreción por las glándulas​. Permite valorar dinámicamente la función: en xerostomía severa se observa captación reducida o retraso en la excreción del marcador. Es sensible para detectar disfunción difusa (por ejemplo en Sjögren, donde hay captación baja en todas las glándulas). Más recientemente, la resonancia magnética con secuencias especiales (sialo-RM) y la ecografía de glándulas salivales han cobrado protagonismo. La ecografía de parótidas y submandibulares puede revelar glándulas heterogéneas con múltiples áreas hipoecoicas (característico del síndrome de Sjögren avanzado) y tiene la ventaja de ser inocua y accesible. La RM puede generar imágenes sialográficas sin contraste, visualizando los conductos llenos de saliva (utilizando secuencias T2) y detectar fibrosis o infiltración glandular. En general, las imágenes se reservan para esclarecer etiologías: por ejemplo, si se sospecha un tumor glandular, una ecografía o RM será diagnóstica; si se cree que hay cálculos, una sialografía o TC de glándulas lo confirmará; en Sjögren, la ecografía o gammagrafía pueden apoyar el diagnóstico junto con pruebas serológicas.
  • Biopsia de glándulas salivales menores: Es un procedimiento diagnóstico clave cuando se sospecha síndrome de Sjögren u otra enfermedad infiltrativa. Consiste en obtener un pequeño fragmento de glándulas salivales accesorias (habitualmente del labio inferior) bajo anestesia local​. La muestra se analiza histológicamente buscando focos de linfocitos (focus score) u otras alteraciones. En Sjögren, un focus score ≥1 (más de un foco de ≥50 linfocitos por 4 mm² de tejido) es criterio diagnóstico​. La biopsia labial es relativamente sencilla y con baja morbilidad, y además puede ayudar a diferenciar entre causas autoinmunes, sarcoidosis (granulomas), amiloidosis (depósitos de amiloide) u otras patologías sistémicas que afecten las glándulas.

Adicionalmente, se realizan análisis de laboratorio dirigidos según la sospecha: por ejemplo, determinación de autoanticuerpos (SSA/Ro, SSB/La) para Sjögren, glicemia/HbA1c para diabetes, marcadores virales (VIH, VHC), etc., con el fin de identificar la causa subyacente.

Diagnóstico diferencial: No toda sensación de boca seca es xerostomía por hiposalivación. Deben descartarse condiciones como la polidipsia psicogénica o diabética (el paciente bebe mucha agua y siempre siente sed, pero la saliva puede ser normal), la disgeusia (algunos trastornos del gusto dan sensación extraña que el paciente interpreta como sequedad), la rinorrea posterior (moco en la orofaringe que causa irritación similar a sequedad) o ciertas neuropatías sensoriales orales (síndrome de ardor bucal idiopático) que pueden cursar con boca seca sin alteración objetiva de saliva​. No obstante, la mayoría de las veces la historia clínica y las pruebas de flujo confirman el diagnóstico de xerostomía asociada a hipofunción salival.

Manejo y tratamiento: El abordaje terapéutico de la xerostomía es habitualmente multimodal y depende de la causa identificada, pero en términos generales persigue tres objetivos principales​: (1) Eliminar o mitigar la causa cuando sea posible; (2) Aliviar los síntomas de sequedad y las molestias del paciente; (3) Prevenir las complicaciones orales (caries, infecciones, etc.).

  • Tratamiento etiológico: Si la xerostomía es secundaria a un medicamento, debe valorarse ajustar la dosis, cambiar a un fármaco alternativo menos xerogénico o suspenderlo si es factible​. Por ejemplo, cambiar un antidepresivo tricíclico por un ISRS, o un antihistamínico de primera generación por uno de segunda, puede mejorar la sequedad. En pacientes con Sjögren u otras enfermedades autoinmunes, se indicará el tratamiento reumatológico sistémico pertinente (inmunomoduladores, corticoides, hidroxicloroquina, etc.) con el fin de controlar la enfermedad de base, aunque esto raramente revierte la sequedad por completo. En xerostomía por diabetes, optimizar el control glucémico puede reducir la deshidratación y mejorar la función salival. En caso de obstrucciones salivales por cálculos, la resolución quirúrgica o endoscópica de los mismos (sialolitotomía o sialoendoscopia) eliminará la causa y restablecerá el flujo. Para pacientes con tumores o lesiones ocupantes, la cirugía o tratamiento del tumor será necesaria. Si la causa es radioterapia, desafortunadamente el daño suele ser permanente; en algunos casos se utiliza el fármaco amifostina como agente radioprotector antes de la irradiación para intentar preservar la función salival, o se recurre a técnicas avanzadas de radioterapia con preservación glandular (p.ej. IMRT, terapia de protones) para minimizar la dosis a las glándulas​. Además, se ha desarrollado una técnica preventiva denominada traslado submandibular (submandibular gland transfer), en la que quirúrgicamente se reubica una glándula submandibular fuera del campo de radiación (por ejemplo a la fosa submentoniana) antes del tratamiento oncológico, habiendo demostrado reducir significativamente la incidencia de xerostomía postradiación.
  • Medidas sintomáticas y de alivio: Dado que en muchos casos no es posible corregir la causa o la recuperación es lenta, se recurre a numerosas medidas para aumentar el flujo salival remanente y suplir la humedad de la boca. Una recomendación básica es mantener una adecuada hidratación: beber pequeños sorbos de agua con frecuencia a lo largo del día, y humedecer la boca antes de comer (tomar agua o bebidas sin azúcar durante las comidas facilita masticar y tragar alimentos secos). Masticar goma de mascar sin azúcar o chupar pastillas ácidas/dulces sin azúcar estimula reflejamente la secreción salival y puede brindar alivio temporal​. Se aconseja evitar alcohol y tabaco, ya que ambos agravan la sequedad​; igualmente, reducir el consumo de cafeína (cafés, refrescos cola) y comidas muy condimentadas, ácidas o secas que irritan la mucosa​. Por las noches, el uso de un humidificador ambiental en el dormitorio puede ser beneficioso, especialmente en pacientes que duermen con la boca abierta (ayuda a no amanecer con la boca tan seca). Para proteger los labios y mucosas, se pueden aplicar lubricantes tópicos: vaselina o geles a base de aceites en los labios (previenen grietas) y, en portadores de prótesis, colocar una fina capa de ungüento en la base de la dentadura para reducir el roce y la ulceración de la mucosa​. Existen en el mercado sustitutos de saliva o salivas artificiales, presentados como enjuagues, sprays o geles bucales, que brindan humedad y lubricación temporal. Suelen contener carboximetilcelulosa, hidroximetilcelulosa, glicerina y a veces enzimas o fluoruro​. Aunque no reemplazan todas las funciones de la saliva real, sí alivian los síntomas y se pueden usar tantas veces como sea necesario, especialmente antes de hablar mucho rato o al acostarse. Algunos enjuagues salivales incluyen betaina, xylitol u otros demulcentes que mejoran la sensación en la boca seca.
  • Estimulación farmacológica (sialagogos sistémicos): Cuando existe algo de función glandular residual, se pueden emplear medicamentos agonistas colinérgicos para estimular la secreción salival. Los más utilizados son pilocarpina y cevimelina (derivado sintético). La pilocarpina se administra típicamente a dosis de 5 mg por vía oral tres veces al día​, mientras que la cevimelina (30 mg oral TID) es un agonista M₃ más selectivo que produce menos efectos cardíacos (menor acción en M₂) y posee una semivida más prolongada que la pilocarpina. Estos fármacos pueden aumentar significativamente el flujo de saliva en pacientes con glándulas intactas pero hipoactivas (por ejemplo, en Sjögren temprano o xerostomía medicamentosa). Sus efectos secundarios derivan de la activación colinérgica sistémica: sudoración profusa, enrojecimiento cutáneo, urgencia urinaria, cólicos abdominales e hipotensión; por ello están contraindicados en individuos con asma no controlada, enfermedad cardiovascular grave o glaucoma de ángulo cerrado. A pesar de estos potenciales efectos adversos, muchos pacientes toleran bien dosis bajas y experimentan mejoría del confort oral. Otros sialagogos menos comunes incluyen el betanecol (agonista colinérgico muscarínico) y la anetole tritiona, aunque su evidencia es limitada. La bromhexina y ambroxol (mucolíticos) han sido probados en Europa con cierto beneficio secretagogo. En casos de xerostomía por radioterapia, algunos protocolos utilizan pilocarpina temprana durante y después del tratamiento para estimular las glándulas remanentes. Cuando la xerostomía es refractaria o el paciente no tolera los colinérgicos, otra opción descrita es la acupuntura: varios estudios sugieren que la acupuntura periódica en puntos específicos puede mejorar transitoriamente la producción salival en pacientes con Sjögren o post-radiación, posiblemente al modular vías neurológicas reflejas; sin embargo, su eficacia varía y se considera complementaria.
  • Higiene oral intensiva y prevención de caries: Un aspecto crítico en el manejo a largo plazo del paciente con xerostomía es proteger la dentición y mucosas de las agresiones que la ausencia de saliva facilita. Se debe instaurar una rigurosa rutina de higiene oral: cepillado dental suave al menos dos veces al día con pasta dentífrica fluorurada (idealmente una pasta con alta concentración de flúor, calcio y fosfatos para reforzar el esmalte), uso diario de seda dental o cepillos interproximales, y enjuagues con flúor o geles neutros de flúor para prevenir caries​. Muchos clínicos recomiendan además enjuagues con bicarbonato o soluciones buffer después de las comidas para neutralizar ácidos, y evitar colutorios que contengan alcohol (resecan más la boca). La aplicación tópica frecuente de flúor es fundamental: se aconseja al paciente el uso de férulas o cubetas personalizadas para aplicar gel de fluoruro de sodio al 1,1% o fluoruro de estaño 0,4% antes de dormir, cubriendo todas las superficies dentales durante varios minutos​. Esta es la medida más efectiva para prevenir la caries rampante asociada a xerostomía severa​. Adicionalmente, en la clínica dental se debe realizar profilaxis y eliminación de placa con mayor frecuencia (cada 3-4 meses), y aplicaciones profesionales de barniz de flúor al 5% de 2 a 4 veces al año. Si el paciente presenta infecciones fúngicas (candidiasis), se tratarán con antifúngicos tópicos (nistatina en enjuague, miconazol gel) o sistémicos según la gravedad. Para la queilitis angular candidiásica, cremas de nistatina o clotrimazol son útiles junto con medidas para elevar la dimensión vertical si la causa es pliegues profundos. En casos de mucositis o úlceras, se pueden indicar geles de ácido hialurónico u otros cicatrizantes tópicos. En síntesis, mantener la boca lo más libre de placa y con adecuada mineralización ayuda a contrarrestar en parte la ausencia de saliva.
  • Otras intervenciones: Recientemente, se han desarrollado dispositivos de electroestimulación para xerostomía. Un ejemplo es el dispositivo intraoral tipo mouthguard que estimula eléctricamente los nervios linguales o palatinos, provocando salivación refleja. Estudios preliminares con sistemas como GenNarino o Saliwell muestran que la estimulación eléctrica transcutánea de las glándulas puede aumentar el flujo salival y mejorar la sensación de sequedad en algunos pacientes​. Estos dispositivos, aprobados en ciertos países, se usan varios minutos al día y representan una estrategia no farmacológica prometedora para casos resistentes. Otra técnica descrita para xerostomía severa es la sialoendoscopia con irrigación glandular, donde mediante una endoscopia de los conductos salivales mayores se instilan soluciones salinas, corticoides o diluyentes mucosos directamente en la glándula, buscando mejorar su función; se ha empleado en síndrome de Sjögren con resultados variables. En pacientes oncológicos, la terapia de reemplazo salival mediante glándulas submandibulares autotrasplantadas (ya mencionada) o incluso el injerto de tejido salival autólogo están en investigación como métodos quirúrgicos para restituir algo de secreción.

En suma, el manejo clínico de la xerostomía combina la identificación y corrección de factores causales, con terapias sintomáticas locales y sistémicas para estimular la saliva y proteger la cavidad oral. Es importante educar al paciente sobre la naturaleza crónica de la condición (en muchos casos) y motivarlo a seguir las recomendaciones de higiene y seguimiento odontológico frecuente. Si bien los resultados de tratamiento a veces son modestos, incluso pequeñas mejoras en el flujo salival pueden marcar gran diferencia en la comodidad del paciente​. Dado que actualmente la xerostomía no tiene cura definitiva salvo en casos reversibles, la prevención es clave: por ejemplo, evitar la prescripción innecesaria de fármacos xerógenos en adultos mayores, planificar cuidadosamente la radioterapia para minimizar dosis a glándulas, y tratar precozmente enfermedades autoinmunes para intentar preservar la función glandular. En la práctica diaria, la xerostomía debe ser tenida en cuenta como un factor de riesgo significativo durante la atención odontológica (similar a la diabetes o al tabaquismo) para implementar medidas preventivas apropiadas.

Avances e innovaciones actuales

La investigación en torno a la xerostomía es muy activa, buscando soluciones que vayan más allá del alivio sintomático para restaurar la función salival perdida. A continuación, se describen algunos avances y líneas de innovación recientes:

  • Terapia génica: Una de las estrategias más vanguardistas es el uso de terapia génica para recuperar la secreción salival en glándulas dañadas. Investigadores del NIDCR (Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial, EE. UU.) desarrollaron un enfoque pionero introduciendo el gen aquaporina-1 (AQP1) –que codifica un canal de agua– dentro de las células residuales de glándulas irradiadas​. La lógica detrás de esto es que tras la radioterapia muchas células acinares mueren y quedan sobre todo células ductales sin capacidad de secretar agua por falta de acuaporinas​. Al insertar el gen AQP1 mediante un vector viral dentro de estas células remanentes, se logró que produjeran canales de agua y aumentaran la salida de líquido, restaurando parcialmente el flujo de saliva. Los primeros ensayos clínicos en pacientes sobrevivientes de cáncer de cabeza y cuello mostraron resultados alentadores: mejoras objetivas en el flujo salival y en la sintomatología de boca seca sin efectos adversos graves, tras la infusión directa del vector adenoviral en la glándula parótida​. Este fue el primer estudio en humanos de terapia génica en glándula salival, y ha abierto el camino a nuevos protocolos. Actualmente, se encuentra en desarrollo una segunda generación de vectores (usando virus AAV2) con capacidad de expresión más prolongada, y se explora aplicar esta terapia génica también en otras etiologías, como el síndrome de Sjögren​. De hecho, experimentos en modelos animales de Sjögren muestran que la transferencia de AQP1 puede mejorar la secreción en glándulas autoinmunes aunque aún en fase experimental, la terapia génica se vislumbra como una posible opción futurista para curar la xerostomía inducida por radiación u otras causas, reprogramando las glándulas para que vuelvan a funcionar.
  • Medicina regenerativa con células madre: Otra línea de innovación potente es la regeneración de tejido glandular mediante células madre. Se ha descubierto que las glándulas salivales contienen células progenitoras capaces de regenerar estructuras glandulares, aunque en el adulto estas células están normalmente latentes. Investigaciones han logrado aislar y cultivar organoides de glándula salival –pequeños “mini-órganos” tridimensionales derivados de células madre salivales– tanto en modelos murinos como a partir de tejido humano​. Estos organoides producen componentes salivales in vitro y, emocionantemente, cuando se trasplantan en glándulas salivales de ratones previamente dañadas por radiación, han mostrado integrarse y contribuir a la secreción, mejorando la xerostomía en el animal receptor​. En 2019, un grupo en España (Centro Médico Teknon, Barcelona) realizó un ensayo clínico pionero en humanos utilizando células madre autólogas de médula ósea inyectadas en las glándulas salivales de pacientes con xerostomía post-radioterapia​. Los resultados preliminares a 3 meses revelaron una recuperación de casi un 50% del flujo salival en promedio, junto con mejoría notable de síntomas como dificultad para hablar, tragar, alteraciones del gusto y necesidad constante de agua​. Este avance sugiere que las células madre mesenquimales podrían favorecer la reparación de las glándulas dañadas (posiblemente mediante liberación de factores tróficos que estimulan los restos acinares o reducen la fibrosis). Adicionalmente, se están investigando células madre derivadas de glándulas salivales menores obtenidas de biopsias, y métodos de ingeniería de tejidos para crear prótesis biológicas de glándula salival. Por ejemplo, se exploran andamiajes (scaffolds) de hidrogel que, cargados con células madre y factores de crecimiento, puedan implantarse para regenerar una glándula funcional. Aunque estos enfoques están en fases iniciales, ofrecen la posibilidad de tratar la xerostomía de forma definitiva regenerando el órgano afectado, algo impensable hasta hace poco. Un desafío importante es asegurar la correcta inervación de los tejidos glandulares regenerados, para que respondan a los estímulos nerviosos y produzcan saliva de forma coordinada.
  • Biomarcadores y diagnóstico precoz: En paralelo al desarrollo de terapias, la ciencia busca mejores formas de predecir y detectar la disfunción salival antes de que sea irreversible. En el campo de la oncología, por ejemplo, se están identificando biomarcadores genéticos que predisponen a desarrollar xerostomía tras radioterapia. Un amplio estudio de 2024 recopiló los marcadores investigados y encontró que los más frecuentes son ciertos polimorfismos genéticos (SNPs) en genes relacionados con reparación del ADN y manejo de radicales libres, así como algunas proteínas salivales específicas. Varios de estos SNPs mostraron correlación significativa con menor flujo salival postradiación, lo que podría en el futuro permitir pruebas genéticas para personalizar el plan de radioterapia (por ejemplo, intensificando medidas de protección en pacientes genéticamente susceptibles)​. En el síndrome de Sjögren, además de los clásicos autoanticuerpos, se estudian nuevos biomarcadores en saliva y sangre –como la sobreexpresión de ciertas citoquinas proinflamatorias o perfiles de microARN– que pudieran indicar destrucción glandular incipiente antes de que el paciente note sequedad. También se están aplicando técnicas de imagen funcional como la PET/CT para evaluar metabolismos glandulares y predecir qué pacientes tendrán recuperación parcial tras una terapia, o el uso de ultrasonido de alta resolución de glándulas para clasificar la gravedad de la atrofia en Sjögren sin necesidad de biopsia. Un biomarcador molecular interesante descubierto recientemente es el canal iónico PIEZO1: datos experimentales muestran que la expresión de PIEZO1 aumenta significativamente en tejido glandular sometido a radiación, incluso antes de que la función salival caiga​. Esto sugiere que podría servir como indicador temprano de daño glandular inducido por radioterapia. Igualmente, la presencia de aquaporina-3 en saliva se ha propuesto como marcador de xerostomía en pacientes con enfermedad periodontal, según un estudio de 2023​, aunque se requieren más datos. La identificación de biomarcadores permitirá monitorear el estado de las glándulas en pacientes en riesgo y tal vez aplicar intervenciones preventivas antes de llegar a una xerostomía establecida.
  • Nuevas tecnologías terapéuticas: Además de la terapia génica y celular mencionadas, hay otras innovaciones notables. Por un lado, la mejora de los tratamientos actuales: por ejemplo, se están desarrollando salivas artificiales de “nueva generación” que duran más tiempo en boca y mimetizan mejor las propiedades biológicas de la saliva natural (añadiendo enzimas, factores antibacterianos, etc.). También se investiga la liberación controlada de sialagogos: formulaciones de pilocarpina o cevimelina de acción prolongada (p.ej. en parches o implantes subcutáneos) para evitar tomas frecuentes. Por otro lado, dispositivos médicos como los ya mencionados de electroestimulación se perfeccionan: algunos nuevos modelos utilizan estímulo gustativo-eléctrico combinado, liberando micro-dosis de sabor mientras aplican corriente, con el fin de potenciar la secreción reflejamente. Otro enfoque experimental es la estimulación magnética transcraneal repetitiva (rTMS) dirigida a áreas del cerebro que controlan la salivación, explorando si modulando la actividad cortical se puede influir en la producción salival en pacientes con xerostomía central o psicógena. Asimismo, la terapia láser de baja potencia intrabucal ha mostrado en pequeños ensayos cierta mejoría en flujo salival, presumiblemente por bioestimulación de las glándulas menores.
  • Terapias biológicas y medicina personalizada: En el horizonte de la medicina personalizada, se busca adaptar el tratamiento de la xerostomía al perfil de cada paciente. Por ejemplo, en el síndrome de Sjögren, múltiples ensayos clínicos están evaluando nuevos fármacos biológicos dirigidos contra moléculas inmunes clave (como el factor BAFF, las interleucinas IL-12/IL-23, o co-estimuladores de linfocitos) con la esperanza de frenar la destrucción autoinmune de las glándulas. Si alguno de estos medicamentos demuestra eficacia, podría cambiar radicalmente el panorama para pacientes con Sjögren, permitiendo preservar la función salival antes de que se pierda. En xerostomía oncológica, además de la prevención con IMRT, se estudia el uso de factores de crecimiento (como EGF, IGF-1) aplicados directamente en glándulas irradiadas para intentar regenerar acinis. Incluso se ha propuesto la infusión local de exosomas derivados de células madre como terapia para estimular la reparación glandular sin necesitar inyectar las células completas, lo que reduciría riesgos. La medicina personalizada también implica reconocer que la xerostomía de cada individuo tiene matices diferentes: por ejemplo, un paciente mayor polimedicado podría beneficiarse de una simplificación de su régimen farmacológico hecha a la medida, mientras que otro con xerostomía psicógena requerirá intervenciones conductuales. Se espera que en los próximos años, con ayuda de inteligencia artificial y minería de datos, se puedan combinar variables clínicas, genéticas y de estilo de vida para predecir qué combinación de terapias brindará mejor resultado a cada paciente con xerostomía (lo que se conoce como enfoque “terapia a la carta”).

En conclusión, los avances actuales reflejan una aproximación integral a la xerostomía: por un lado, mitigando sus efectos con nuevas herramientas (moléculas sialagogas, dispositivos estimuladores, salivas artificiales mejoradas) y, por otro, atacando la raíz del problema mediante regeneración tisular, modificación genética y control inmunológico. Aún no existe una solución definitiva, pero la convergencia de la biotecnología, la ingeniería de tejidos y la farmacología de precisión promete transformar el manejo de la xerostomía en el futuro. Los profesionales de la salud bucal deben mantenerse al día con estas innovaciones, ya que un síntoma antaño considerado “benigno” está pasando a primer plano en la odontología gracias a la mayor expectativa de vida y a los tratamientos médicos que, salvando vidas (como el cáncer), pueden dejar secuelas como la boca seca. La xerostomía, antes subestimada, es hoy objeto de intensa investigación científica y ejemplo de cómo la odontología se integra con la medicina regenerativa y la biología molecular para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Dr Ismael Cerezo Director Médico Grupo Cleardent
Director Médico
El Dr. Cerezo, director médico de Clínicas Cleardent, es reconocido por su compromiso con la excelencia en implantología y cirugía oral. Con una destacada experiencia internacional en técnicas avanzadas, lidera un equipo que ofrece tratamientos de vanguardia, priorizando la salud y satisfacción del paciente. Su formación en cirugía guiada, carga inmediata y regeneración ósea le permite ofrecer soluciones integrales y de alta calidad, posicionando a Cleardent como referente en el sector odontológico.

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Xerostomía

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