11 abril 2025

Encía: qué es, funciones, problemas comunes y cómo cuidarla

Descubre qué es la encía, sus funciones, los problemas más comunes (encías inflamadas, sangrado, encías retraídas, dolor) y cómo cuidar las encías para prevenir enfermedades como la gingivitis y la periodontitis.

Qué es la encía y por qué es importante

Te voy a ser sincero: durante mucho tiempo no presté atención a mis encías. Me cepillaba los dientes pensando solo en evitar caries, sin darme cuenta de que este tejido rosado que rodea los dientes es igual de vital. La encía, también llamada gingiva, es el tejido blando y fibroso que recubre los maxilares y rodea la base de los dientes. ¿Por qué es tan importante? Porque actúa como el cimiento de una casa: protege y sostiene los dientes en su lugar.

Te puedo contar que unas encías sanas mantienen mi sonrisa firme y sin dolor. Unas encías enfermas, en cambio, pueden causar desde sangrado al cepillar, hasta pérdida de dientes en casos graves. Además, la salud de las encías se relaciona con la salud general: unas encías enfermas (enfermedad periodontal) se han asociado con problemas cardiovasculares, diabetes y otras condiciones sistémicas. Por eso, entender qué es la encía, cuáles son sus funciones, los problemas más comunes que la afectan (encías inflamadas, que sangran, retraídas o con dolor) y cómo prevenirlos y tratarlos, es clave para mantener no solo una boca sana, ¡sino todo tu bienestar!

En este artículo te explicaré de manera cercana todo lo que necesitas saber sobre las encías y cómo cuidarlas. Hablaremos de sus funciones en la salud bucodental, los problemas frecuentes y sus causas, consejos de prevención, tratamientos caseros y profesionales, cuándo es necesario acudir al dentista, e incluso desmentiremos algunos mitos comunes sobre la salud de las encías. ¡Vamos a ello!

Funciones de la encía en la salud bucodental

Siempre he pensado que las encías son como los “guardianes silenciosos” de la boca. ¿Qué funciones cumplen exactamente? Aquí te las resumo:

  • Protección y barrera contra bacterias: La encía forma un sello alrededor de cada diente, funcionando como una barrera natural que impide la entrada de bacterias y partículas hacia las raíces dentales y el hueso. En otras palabras, nos defiende de infecciones (como la gingivitis) al cubrir las partes más vulnerables del diente.
  • Soporte y sujeción de los dientes: Una de las funciones principales de la encía es sostener los dientes en su posición. Junto con el hueso alveolar y los ligamentos periodontales, las encías forman parte del periodonto, que es el conjunto de tejidos que mantienen cada diente firme en su lugar. Si las encías están sanas y bien adheridas, tus dientes estarán estables al morder y masticar.
  • Amortiguación de fuerzas: Las encías actúan como un pequeño cojín. Al masticar alimentos o al morder, las encías absorben parte del impacto o la presión. Esto protege tanto a los dientes como al hueso de golpes directos. Piensa en cuando comes algo duro: las encías ayudan a que la fuerza se distribuya de forma más suave.
  • Suministro de sangre y nutrientes: Aunque no lo parezca, las encías están llenas de vasos sanguíneos diminutos. Estos vasos nutren a los dientes y al hueso cercano, ayudando a mantenerlos sanos. Una buena circulación en las encías también facilita la respuesta inmunitaria contra infecciones.
  • Función estética: No puedo olvidar mencionar la estética. Unas encías de color rosa pálido, firmes y bien contorneadas hacen que la sonrisa se vea saludable y armoniosa. Si las encías están inflamadas o retraídas, la apariencia de la sonrisa cambia (dientes más largos, rojos o con espacios negros). Por eso, las encías también contribuyen a una sonrisa bonita.

Como ves, las encías no están ahí de adorno. Son multifuncionales y trabajan en equipo con tus dientes. Cuando cuidas tus encías, les permites cumplir estas funciones a la perfección. Ahora bien, ¿qué pasa cuando algo no va bien con ellas? A continuación, revisaremos los problemas más comunes que pueden afectar a las encías.

Problemas más comunes de las encías

A lo largo de mi vida he experimentado o visto varios de estos problemas en las encías. Seguramente también has notado alguna vez las encías rojas o un poco de sangrado al cepillarte. Es importante reconocer estos signos a tiempo. Aquí te presento los problemas de encías más comunes, cómo se manifiestan y por qué ocurren:

Encías inflamadas

Las encías inflamadas son quizás el problema más frecuente y suelen ser el primer aviso de que algo anda mal. Cuando hablo de encías inflamadas me refiero a encías enrojecidas, hinchadas e incluso un poco brillantes. En lugar de ese color rosa coral saludable, toman un tono rojo intenso. A menudo, al tocarlas se sienten sensibles o doloridas.

¿Por qué se inflaman las encías?

La causa más común es la gingivitis, una inflamación causada por la acumulación de placa bacteriana. Si, como me pasó a mí en el pasado, no eres muy constante con el cepillado o el uso de hilo dental, la placa (esa película pegajosa de bacterias y restos de comida) se acumula en la línea de la encía. Las bacterias liberan toxinas que irritan la encía y ¡boom!, ahí tienes inflamación.

Otras causas de encías inflamadas pueden ser cambios hormonales (por ejemplo, durante el embarazo muchas personas sufren “gingivitis del embarazo”), ciertos medicamentos que inducen crecimiento gingival, respirar constantemente por la boca, o irritantes como el tabaco. Incluso una prótesis dental o aparato de ortodoncia mal ajustado que roce la encía puede provocarla hinchazón.

El problema de unas encías inflamadas es que muchas veces vienen acompañadas de otro síntoma: el sangrado. Veamos eso en detalle.

Encías que sangran

¿Te ha pasado de escupir espuma rosada al cepillarte? A mí sí, y la primera vez me asusté bastante. El sangrado de encías no es normal (aunque muchos piensen que “un poco de sangre al cepillar es algo común”). Unas encías sanas no deben sangrar ni al cepillarse ni al usar el hilo dental. Si tus encías sangran, casi siempre es señal de inflamación o infección.

La principal causa, de nuevo, suele ser la gingivitis. Las encías inflamadas están tan irritadas que cualquier roce – el cepillo de dientes, el hilo dental, o incluso morder una manzana – las hace sangrar. Es su forma de decir “¡hey, hay acumulación de placa aquí, necesito atención!”.

Otra situación: si llevas mucho tiempo sin usar seda dental y comienzas a usarla, puede que las encías sangren las primeras veces. Esto generalmente pasa porque había inflamación por acumulación de placa entre los dientes. Con una buena higiene constante, ese sangrado debería desaparecer en unos días.

Ahora, ojo: encías sangrantes de forma espontánea o persistente (por ejemplo, encuentras la almohada con manchitas de sangre o te sangran incluso sin cepillar) pueden indicar un problema más serio. La periodontitis (infección más profunda de la encía y el hueso) también causa sangrado, a veces acompañado de pus, mal aliento y movilidad dental en etapas avanzadas. En casos raros, encías que sangran podrían relacionarse con trastornos sistémicos (como problemas de coagulación o deficiencias nutricionales severas, tipo escorbuto por falta de vitamina C). Pero lo más común es la placa bacteriana como culpable.

En cualquier caso, el sangrado de encías es un llamado de atención. Es el momento de mejorar la higiene y, si no cede, consultar al dentista antes de que el problema avance.

Encías retraídas (recesión gingival)

Las encías retraídas son otro problema frecuente, especialmente a medida que envejecemos o si hemos tenido enfermedad periodontal. Yo lo describo así: es cuando la encía “se echa para atrás” dejando expuesta una parte del diente que antes no veíamos. De pronto notas tus dientes más largos o ves la raíz de un diente asomando. Puede afectar a un diente aislado o a varios.

¿Por qué ocurre la recesión de encías? Hay varias causas posibles:

  • Enfermedad periodontal (periodontitis): Una gingivitis no tratada puede avanzar a periodontitis, donde las encías se desprenden del diente formando bolsas y el hueso de soporte se va perdiendo. Esto suele provocar que la encía se retraiga. En mis pacientes con periodontitis avanzada, la recesión es común y lamentablemente irreversible en muchas zonas.
  • Cepillado agresivo: Irónicamente, querer limpiar muy bien puede dañar. Si usas un cepillo de cerdas duras o tallas tus dientes con mucha fuerza (movimientos bruscos horizontales), puedes desgastar la encía en el cuello del diente. Yo mismo en algún momento cepillaba muy fuerte pensando que así limpiaba mejor, hasta que noté una ligera retracción en un colmillo. Tuve que cambiar mi técnica para ser más suave.
  • Bruxismo (rechinar dientes): Apretar o rechinar los dientes también puede contribuir a la recesión. La fuerza excesiva sobre los dientes puede hacer que las encías y el hueso se resientan y se vayan retrayendo.
  • Factores anatómicos o genéticos: Algunas personas naturalmente tienen encías más delgadas y frágiles (biotipo gingival fino) que son más propensas a retraerse con irritantes leves. O una mala posición del diente puede hacer que la encía esté más débil en esa zona.

El principal problema de las encías retraídas, además del estético (ese “diente largo” que puede hacerte sentir cohibido al sonreír), es la sensibilidad dental. Al exponerse la raíz del diente, que no está cubierta de esmalte, puedes sentir dolor con bebidas frías, calientes o incluso al respirar aire frío. También, las raíces expuestas son más vulnerables a las caries radiculares.

Si notas que tus encías están retrocediendo, es importante actuar: mejorar la técnica de cepillado, visitar al dentista para evaluar la causa y considerar tratamientos (desde limpiezas profundas hasta injertos de encía en casos necesarios).

Dolor en las encías

El dolor de encías no es algo que debamos ignorar. Personalmente, lo he experimentado al comer algo muy caliente que me quemó la encía, y también cuando tuve una llaga cerca de la línea gingival. Las encías, cuando están sanas, no duelen así como así. Si sientes dolor en las encías, suele haber un motivo claro:

  • Úlceras o llagas (aftas): Son esas pequeñas lesiones redondas y blancas que arden al rosarles. Pueden aparecer en la encía, causándote dolor localizado. Suelen curar solas en una o dos semanas, pero mientras tanto duelen bastante.
  • Infecciones o abscesos: Un absceso periodontal es una acumulación de pus en la encía, producto de una infección bacteriana. Esto duele mucho (dolor punzante, latente) y la encía se ve hinchada, con una especie de bulto. También puede haber dolor intenso con la periodontitis avanzada o una gingivitis necrosante (infección severa de encías, poco común, asociada a inmunidad baja o estrés extremo).
  • Lesiones o traumas: Un cepillado muy fuerte, un palillo de dientes mal usado, o morder algo puntiagudo (como una espina de pescado o cáscara dura) puede cortar o lastimar la encía, causando dolor en esa área.
  • Encías muy inflamadas: En la gingivitis típica, suele haber más molestia que dolor agudo. Pero si la inflamación es grave, puede haber dolor al presionar.

Sea cual sea la causa, el dolor en las encías nos está pidiendo atención. Nadie quiere estar con la encía adolorida mientras come o habla. Si el dolor es persistente o muy intenso, especialmente acompañado de hinchazón facial o fiebre (posible absceso infeccioso), debes acudir al dentista lo antes posible.

Estos cuatro problemas – encías inflamadas, sangrantes, retraídas y dolor en encías – abarcan la mayoría de situaciones comunes. Muchas veces están interrelacionados (por ejemplo, la gingivitis causa inflamación y sangrado; la periodontitis causa sangrado y retracción). Ahora que los conoces, hablemos de qué origina estos problemas y qué factores aumentan el riesgo de padecerlos.

Causas y factores de riesgo de los problemas en las encías

En mi experiencia, la causa número uno de los problemas de encías es la acumulación de placa bacteriana por una higiene deficiente. Pero no es la única. Vamos a desglosar las principales causas y factores que hacen que tus encías tengan más riesgo de enfermar:

  • Placa bacteriana y sarro: Lo repito porque es crucial: la placa es el enemigo público número uno de las encías. Si no eliminas la placa a diario, esta se mineraliza formando sarro (tártaro) que se pega tenazmente al diente. El sarro es rugoso y facilita más acumulación de placa, creando un círculo vicioso de irritación. Las bacterias en la placa y el sarro producen toxinas que causan gingivitis. Si esta inflamación se prolonga, puede avanzar a periodontitis, donde ya hay daño en el hueso que soporta al diente.
  • Técnica de higiene inadecuada: No solo importa cepillarse, sino cómo lo hacemos. Un mal cepillado (rápido, sin cubrir todas las zonas o muy superficial) deja placa en las encías. Por otro lado, un cepillado demasiado agresivo puede dañar físicamente el tejido. También, si ignoramos la limpieza entre dientes (hilo dental o cepillos interdentales), allí se acumulan restos que irritan las encías interdentales.
  • Tabaquismo: Fumar es pésimo para las encías. El tabaco reduce el flujo sanguíneo en la encía y altera la respuesta inmunitaria. ¿Sabías que los fumadores a veces no ven sus encías sangrar mucho a pesar de tener enfermedad periodontal? Es porque el tabaco “enmascara” la inflamación, pero el daño sigue ocurriendo debajo. Los fumadores tienen 2 a 5 veces más riesgo de periodontitis que los no fumadores. En mi caso, cada paciente fumador que trato por problemas de encías suele tener una cicatrización más lenta y mayor probabilidad de recaídas.
  • Cambios hormonales: Como mencioné antes, etapas como la pubertad, el embarazo o la menopausia pueden hacer que las encías se vuelvan más sensibles a la placa. En el embarazo, por ejemplo, el aumento de ciertas hormonas puede causar que incluso cantidades pequeñas de placa provoquen encías muy inflamadas y sangrantes (gingivitis gestacional). Estas condiciones hormonales no “causan” por sí solas la enfermedad, pero sí hacen que la encía reaccione exageradamente a cualquier irritante.
  • Genética y predisposición: Hay personas que, por herencia, tienen mayor predisposición a las enfermedades de las encías. Pueden formar sarro más rápidamente, tener encías más delicadas o respuestas inmunes diferentes a las bacterias. Si en tu familia cercana muchos han perdido dientes por “piorrea” (antiguo nombre de la periodontitis), es bueno estar alerta y extremar el cuidado.
  • Enfermedades sistémicas: Diabetes es la más conocida en este punto. Una diabetes mal controlada aumenta el riesgo de enfermedad periodontal y a su vez tener periodontitis puede dificultar el control de la glucemia – es una vía de doble sentido. Otras condiciones como enfermedades autoinmunes (ej. artritis reumatoide), VIH/SIDA o cualquier situación que deprima el sistema inmunitario, facilitan que las bacterias periodontales causen daño.
  • Alimentación deficiente: Una dieta baja en nutrientes esenciales puede debilitar las defensas de la encía. La falta de vitamina C puede causar sangrado fácil de encías (como en el escorbuto, caso extremo). Deficiencia de vitamina D, de vitaminas del complejo B, o dietas muy altas en azúcares (que alimentan las bacterias) también son factores que perjudican la salud gingival. Yo noté mejoras en mis encías cuando comencé a incorporar más frutas y verduras frescas en lugar de tanta comida procesada.
  • Medicamentos: Algunos fármacos tienen efectos secundarios en las encías. Por ejemplo, la fenitoína (un anticonvulsivo), inmunosupresores como la ciclosporina, y algunos bloqueadores de canales de calcio para hipertensión pueden causar crecimiento excesivo de encía (hiperplasia gingival). Este tejido extra inflamado sangra con facilidad. Otros medicamentos pueden reducir la saliva (efecto de boca seca), favoreciendo placa y problemas gingivales. Si notas cambios en tus encías tras iniciar un medicamento, consulta con tu médico/dentista.
  • Estrés: Quizás te sorprenda, pero el estrés crónico se ha ligado con mayor riesgo de enfermedad periodontal. El estrés puede debilitar la respuesta inmunológica y además suele ir acompañado de descuidar hábitos saludables. Algunos estudios sugieren que personas muy estresadas tienen encías más susceptibles a inflamarse. Así que relajarse también ayuda a la salud bucal.

Las causas inmediatas suelen ser bacterias por higiene deficiente, mientras que los factores de riesgo como el tabaco, la genética, enfermedades o cambios hormonales pueden agravar o acelerar los daños. La buena noticia es que muchos de estos factores los podemos controlar o manejar. A continuación, veamos cómo prevenir los problemas en las encías manteniendo a raya estas causas.

Cómo prevenir problemas en las encías (cómo cuidar las encías)

Dicen que “más vale prevenir que curar”, y con las encías esto es totalmente cierto. Después de algunas malas experiencias, aprendí a cuidar mis encías con tanto esmero como cuido mis dientes. Aquí te comparto las mejores prácticas para cuidar tus encías y mantenerlas saludables, evitando en lo posible gingivitis, sangrados y otros problemas:

  • Higiene oral impecable todos los días: Suena obvio, pero es la base. Cepíllate los dientes al menos dos veces al día (por la mañana y antes de dormir) asegurándote de masajear suavemente la línea de la encía. Usa un cepillo de cerdas suaves o medio-suaves; así limpias sin lastimar. La técnica ideal es colocar el cepillo en un ángulo de 45° hacia la encía y hacer movimientos suaves circulares o verticales de la encía hacia el diente (nunca al revés). Tómate tu tiempo: unos 2-3 minutos de cepillado. No olvides cepillar la lengua también, para reducir bacterias en la boca.
  • Limpieza entre dientes a diario: Yo antes era perezoso con el hilo dental, pero entendí que cepillar no es suficiente. Las bacterias se esconden entre los dientes donde el cepillo no llega. Así que cada noche, usa hilo dental o cepillos interdentales. Pásalo con cuidado por el espacio entre cada diente, llegando justo debajo del borde de la encía para sacar restos de comida y placa. Al principio puede darte pereza (lo sé), pero una vez lo incorporas, es rápido y tus encías estarán mucho más sanas. Alternativas: irrigador dental de agua si te resulta más cómodo. El enjuague bucal puede ser un buen complemento final, pero no reemplaza al hilo dental mecánico.
  • Enjuague bucal antibacteriano (opcional): Un colutorio fluorurado o antiséptico puede ayudar a reducir bacterias. Por ejemplo, enjuagues con clorhexidina se usan temporalmente cuando hay gingivitis severa (siempre bajo indicación profesional porque su uso prolongado mancha los dientes). También enjuagarte con agua tibia salada ocasionalmente puede aliviar encías irritadas. En mi rutina diaria, uso un enjuague sin alcohol después de cepillar e hiliar; me deja sensación fresca, aunque lo principal es el cepillado/hilo.
  • Dieta equilibrada y amigable con tus encías: Lo que comes influye. Reduce el consumo de azúcares y ultraprocesados, porque alimentan las bacterias que dañan encías. En cambio, lleva una dieta rica en frutas, verduras y alimentos con vitaminas C y K, que favorecen la salud de las encías (estas vitaminas ayudan a la cicatrización y fortaleza capilar). Los antioxidantes de frutas y verduras también combaten la inflamación. Incluye calcio y vitamina D (lácteos, almendras, etc.) para mantener huesos y dientes fuertes. Ah, y algo práctico: evita masticar cosas muy duras o palomitas a medio reventar que puedan clavarse en la encía.
  • No fumes (y limita el alcohol): Ya te mencioné cómo el tabaco daña las encías. Si eres fumador, considera seriamente dejarlo, tus encías te lo van a agradecer con creces. El alcohol en exceso también irrita los tejidos bucales y contribuye a la sequedad bucal, así que mejor con moderación. Un estilo de vida saludable general siempre se refleja en la boca.
  • Cepillos y productos adecuados: Cambia tu cepillo de dientes cada 3 meses (o antes si las cerdas están abiertas). Un cepillo gastado no limpia bien y puede irritar. Si tienes encías sensibles, puedes probar cepillos eléctricos con sensor de presión (para no pasarte de fuerza) o cepillos ultrasuaves específicos. Pregunta a tu dentista qué productos son mejores para ti; a veces recomendaremos pastas dentales especiales para encías sensibles, por ejemplo.
  • Visitas regulares al dentista y limpiezas profesionales: Aunque seas muy aplicado en casa, acude al dentista al menos una vez cada 6-12 meses para revisión y limpieza profesional. Yo programo mis limpiezas cada 6 meses sin falta. En la consulta, el odontólogo o higienista eliminará el sarro que no podemos quitar en casa y pulirá tus dientes. Esto no solo deja tus dientes brillantes, sino que mantiene la encía adherida y sana. Además, en estas visitas tempranas el dentista puede detectar si hay señales iniciales de gingivitis o periodontitis y darte recomendaciones o tratamientos antes de que empeore. Es como llevar el coche al taller a punto: evitas averías mayores.
  • Protege tus encías si usas prótesis o aparatos: Si tienes ortodoncia (brackets) o prótesis dental, extrema la higiene. Usa cepillos interdentales pequeños para limpiar alrededor de brackets o debajo de puentes. Quita y limpia tu prótesis removible todos los días. Y asegúrate de que cualquier aparato esté bien ajustado; si te roza la encía y te causa una llaga, ve al dentista para ajustarlo. La prevención aquí es resolver esos roces antes de que causen una infección.
  • Controla otras condiciones de salud: Mantén controlada tu diabetes si la tienes, ya que un buen control glucémico se traducirá en encías más saludables. Si estás embarazada, acude a revisiones dentales en el embarazo porque es un periodo donde tus encías necesitan cuidado adicional. Si tomas medicinas que afectan la encía, mantén una higiene rigurosa y consulta si hay alternativas.

Siguiendo estos consejos, te aseguro que estarás cuidando tus encías de manera excelente. Yo mismo noté un gran cambio al incorporar el hilo dental a diario y no saltarme mis limpiezas semestrales: mis encías están firmes, ya no sangran y tengo esa tranquilidad de saber que hago lo posible por prevenir problemas.

Claro, a veces, incluso con buena prevención, podemos enfrentar algún problema en las encías. ¿Qué hacer entonces? En la siguiente sección te hablo de los tratamientos caseros y profesionales para mantener o devolver la salud a tus encías cuando hay alguna afección.

Tratamientos caseros y profesionales para las encías

Cuando las encías presentan problemas, tenemos dos ámbitos de actuación: lo que puedes hacer en casa por tu cuenta (tratamientos caseros o cuidados domiciliarios) y lo que se debe hacer en el consultorio dental (tratamientos profesionales). Te cuento ambos, según la situación:

Cuidados y remedios caseros para encías en mal estado:

Estos son los pasos iniciales que suelo recomendar si alguien tiene encías levemente inflamadas o molestas:

  • Mejora inmediata de la higiene oral: Lo primero y más importante es eliminar la placa bacteriana. Si notas encías rojas o que sangran, refuerza tu rutina: cepilla con suavidad pero a conciencia, pasa el hilo dental con cuidado en todas las áreas. Muchas veces, una gingivitis incipiente se revierte simplemente mejorando la limpieza durante varios días seguidos. Yo he visto casos (y lo he vivido) donde tras una semana de higiene escrupulosa, las encías dejan de sangrar y recuperan su color rosa.
  • Enjuagues con agua tibia y sal: Es un remedio casero clásico y efectivo para encías inflamadas o doloridas. Diluye media cucharadita de sal en medio vaso de agua tibia y haz buches (enjuagues) suavemente durante 30 segundos, luego expulsa. La sal ayuda a reducir la inflamación y a desinfectar ligeramente, promoviendo la cicatrización. Puedes hacerlo 2-3 veces al día por unos días (por ejemplo, después de cada comida cuando te duelan las encías). Yo lo uso cuando tengo alguna llaga o después de una limpieza profunda, y calma bastante.
  • Compresas frías o té de manzanilla: Si la encía duele o está muy inflamada en un área, aplica una bolsita de hielo envuelta en un paño sobre la cara externa (mejilla o labio) cerca de la zona, por intervalos de 5 minutos. El frío reduce la hinchazón y alivia dolor. Alternativamente, un enjuague templado de manzanilla puede ser suave y antiinflamatorio (prepara una infusión de manzanilla, déjala entibiar y enjuaga la boca con ella). No hace milagros, pero yo siento alivio con la manzanilla en encías irritadas.
  • Gel o crema dental desensibilizante: Si tu problema son encías retraídas y sensibilidad, hay pastas de dientes especiales con ingredientes como nitrato de potasio o arginina que alivian la sensibilidad dental. Úsalas regularmente al cepillar (sin enjuagar con agua después, para que hagan efecto) y en unas semanas sentirás menos molestias con lo frío/caliente. También existen geles con ácido hialurónico o corticoides suaves para aplicar en encías inflamadas o con aftas, pero eso conviene usarlo bajo indicación odontológica.
  • Evita irritantes mientras sanas: En casa, si tus encías están sufriendo, trata de no consumir alimentos o bebidas muy irritantes: muy picantes, muy calientes, ácidos (como jugo de limón puro), alcohólicos, etc., porque pueden empeorar la irritación. Tampoco fumes mientras buscas sanar, ya que retrasará la curación.

Estos remedios caseros funcionan bien en casos leves o como complemento. Pero si a pesar de ellos ves que en unos días las encías siguen igual o peor, es hora de buscar ayuda profesional. Veamos qué puede hacer el dentista por tus encías:

Tratamientos profesionales dentales:

  • Limpieza dental profesional (profilaxis): Es el tratamiento básico por excelencia para las encías enfermas por gingivitis. Consiste en que el dentista o higienista realiza una limpieza con instrumentos ultrasónicos y manuales para remover sarro y placa acumulados, especialmente en la línea de la encía y espacios interdentales. Después suelen pulir los dientes. Esto elimina la causa de la inflamación. Te confieso que he tenido pacientes que venían con encías sangrantes durante meses, y tras una buena limpieza ¡salían del paso! En días su encía mejoró notablemente. Tras la profilaxis, el dentista te recordará mejorar la higiene en casa para mantener el resultado.
  • Raspado y alisado radicular (curetaje): Si la enfermedad ha avanzado a periodontitis, es probable que haya que hacer un tratamiento de encías más profundo. El raspado y alisado radicular, conocido coloquialmente como “curetaje”, es una limpieza pero enfocada bajo la encía. Bajo anestesia local, el periodoncista limpia las bolsas periodontales eliminando el sarro y placa adheridos a las raíces de los dientes, y alisa esas superficies radiculares para dificultar que las bacterias se vuelvan a pegar. Este procedimiento puede requerir varias sesiones según cuántas zonas estén afectadas. Yo suelo dividir la boca en cuadrantes y limpiar uno o dos cuadrantes por cita. Tras un raspado, las encías suelen desinflamar y volver a adherirse un poco a los dientes, reduciendo la profundidad de las bolsas.
  • Cirugía periodontal: En casos de periodontitis muy avanzadas, a veces la limpieza profunda no es suficiente y se recurre a cirugías. Hay varios tipos: el colgajo periodontal para acceder a limpiar profundamente y recontornear hueso si es necesario; o injertos de encía para cubrir raíces expuestas (útil en recesiones que causan sensibilidad o estética indeseada). Estas intervenciones las realiza un periodoncista. Son un poco más invasivas, pero a veces necesarias para salvar dientes o mejorar la salud de las encías en zonas críticas. Un amigo mío se hizo un injerto de encía porque tenía los colmillos muy retraídos y sensibles, y quedó contento porque no solo redujo la sensibilidad, también mejoró la apariencia de su sonrisa.
  • Tratamiento de abscesos o infecciones agudas: Si tienes un absceso (acumulación de pus), el dentista tendrá que drenarlo y limpiarlo. Esto puede implicar hacer una pequeña incisión en la encía para que salga el pus, limpiar la zona e incluso prescribir antibióticos para controlar la infección. El alivio suele ser casi inmediato una vez que el absceso drena, aunque la zona quede sensible unos días. Siempre, siempre que notes un flemón o hinchazón grande en encía con dolor intenso, busca atención profesional urgente.
  • Ajustes oferentes y protectores bucales: Si la causa de tu problema de encías es, por ejemplo, un diente mal posicionado o una prótesis mal ajustada, el dentista hará los ajustes necesarios (rebajar la parte que irrita, reemplazar la prótesis mal ajustada, etc.). Si padeces bruxismo, es probable que te indiquen una férula de descarga para proteger dientes y encías del trauma al dormir.
  • Tratamientos médicos complementarios: En ciertos casos de encías muy inflamadas, el odontólogo puede recetar enjuagues medicados (como clorhexidina 0,12% por un par de semanas), geles con corticosteroides de aplicación tópica para reducir inflamación severa, o antibióticos sistémicos si hay infección periodontal generalizada. Estas medicinas apoyan el tratamiento mecánico de limpieza, pero van de la mano (no sirven de mucho por sí solas sin eliminar la placa).

Como ves, hay solución para la mayoría de problemas de encías, especialmente si se abordan a tiempo. La clave que siempre recalco es: no esperar a que el problema esté muy avanzado. Muchas veces, con un simple paso (mejorar higiene o una limpieza en clínica) podemos revertir la gingivitis. En cambio, si uno deja pasar el tiempo, la periodontitis puede causar daños permanentes.

¿Y cómo saber cuándo es el momento de ir al dentista? Hablemos de eso ahora.

Cuándo acudir al dentista por problemas en las encías

Sé que a veces dudamos: “¿Debería ir al dentista por esto o espero a ver si mejora solo?”. Con las encías, mi consejo es ser proactivo. Aquí hay situaciones claras en las que debes acudir al dentista:

  • Si tus encías sangran o están inflamadas por más de una semana: Si notaste sangrado al cepillar o encías hinchadas, intenta mejorar tu higiene unos días. Si tras 7-10 días las encías siguen sangrando, rojas o inflamadas, es hora de visitar al dentista. Un sangrado que persiste más de una semana no es normal y requiere evaluación profesional. De hecho, muchos dentistas sugieren consultar si el sangrado dura más de dos semanas continuas. En lo personal, no esperaría tanto: a la primera señal que no mejora en pocos días, reservo cita.
  • Dolor de encías intenso, absceso o hinchazón grande: No lo dudes, un dolor fuerte en las encías, la presencia de pus (sabor desagradable o puntito blanco amarillo en la encía) o una hinchazón notable en cara o encía son emergencias relativas. Podría ser un absceso periodontal o una infección aguda. Necesitas que el dentista evalúe, drene la infección y te trate para aliviar el dolor y evitar complicaciones. Estos casos no van a mejorar solos y pueden empeorar rápidamente.
  • Encías retraídas o dientes más largos de lo normal: Si notas recesión gingival nueva o progresiva (cada vez ves más diente al sonreír, o sientes espacios entre dientes donde antes no había), pide cita. La retracción puede ser signo de periodontitis o de cepillado traumático; en ambos casos, el dentista debe determinar la causa y frenar el avance. Cuanto antes se aborde, más fácil es manejarlo. Yo suelo decir: “las encías no crecen de la noche a la mañana, si ves un cambio es porque lleva tiempo ocurriendo, así que no lo pases por alto”.
  • Movilidad dental o separación de dientes: Si sientes que algún diente está flojo o se mueve un poquito al tocarlo, o se están abriendo espacios entre tus dientes frontales (dientes que se separan), es un signo de periodontitis avanzada. Aquí la visita al periodoncista (especialista en encías) debe ser inmediata para intentar salvar los dientes y tratar la enfermedad periodontal agresivamente.
  • Úlceras que no curan: Una llaga en la encía suele sanar en 10-14 días. Si tienes alguna lesión en la encía que lleva más de 2 semanas sin sanar o incluso aumentando, ve al dentista. Puede ser algo benigno, pero en raros casos podría ser alguna lesión más seria que conviene revisar (por ejemplo, un granuloma o lesión precancerosa, aunque esto último es poco frecuente en encía).
  • Sangrado de encías en el embarazo: Si estás embarazada y notas sangrado o inflamación exagerada, conviene que el dentista te haga una limpieza y controle, para que no evolucione a algo más grave durante la gestación. Las encías en el embarazo son delicadas, y un dentista te guiará sobre cuidados especiales.
  • Revisiones de rutina: Incluso si no notas nada malo, acudir al dentista cada 6 meses (o al menos 1 vez al año) es la mejor manera de asegurarte de que tus encías están bien. A veces hay problemas incubándose que tú no detectas a simple vista (por ejemplo, sarro subgingival sin síntomas visibles aún). En una revisión, el profesional verá cosas que pasan desapercibidas y podrá prevenir tratamientos mayores.

Recuerda que acudir al dentista no es solo para cuando hay dolor insoportable. En el caso de las encías, muchas veces no duele hasta etapas avanzadas. Es mejor ir por un “simple sangrado” que esperar a tener un diente flojo. Yo siempre me alegro cuando voy al dentista y me dice “solo era gingivitis, lo solucionaremos fácil” en lugar de haber esperado y que fuera algo complicado.

Acude al dentista si tienes cualquier cambio en las encías que persista, dolor agudo o simplemente para tus limpiezas periódicas. Tus encías y futuros tú te lo agradecerán, porque estarás evitando la temida pérdida dental y manteniendo una sonrisa saludable.

Mitos comunes sobre la salud de las encías

En el camino de aprender a cuidar mis encías, me topé con muchos mitos o creencias que la gente toma como ciertas y pueden ser peligrosas. Quisiera compartir y desmentir algunos de los mitos más comunes sobre las encías que he escuchado, para que no te dejes engañar:

  • Mito 1: “Si me sangran las encías al cepillarme, mejor no cepillo tanto esa zona para no lastimarla”.
    Realidad: Es al revés. El sangrado de encías no significa que debas evitar cepillarlas; significa que hay inflamación y placa que debes eliminar. Dejar de cepillar por miedo a sangrar solo empeorará la gingivitis. Lo correcto es seguir limpiando suavemente esa zona y quizás incluso masajear la encía, además de usar hilo dental. Con el tiempo, al remover la placa, el sangrado disminuirá. Si evitas la higiene, las bacterias campan a sus anchas y el sangrado será peor.
  • Mito 2: “Mis encías no duelen, así que están sanas”.
    Realidad: ¡Ojalá fuera tan simple! La mayoría de las enfermedades de las encías en sus etapas iniciales no causan dolor. La gingivitis suele dar sangrado e inflamación, pero raramente dolor intenso. La periodontitis puede avanzar sigilosamente destruyendo hueso sin dolor evidente hasta fases tardías. Por eso, ausentarse de dolor no garantiza que todo esté bien. Puedes tener encías enfermas sin saberlo. Hay que fijarse en el color, firmeza, sangrado, no solo en el dolor.
  • Mito 3: “Usar hilo dental puede cortar o dañar las encías, mejor no lo uso”.
    Realidad: Cuando me decían esto en la consulta solía responder: “Lo que corta las encías no es el hilo, ¡es la falta de uso de hilo!” Usado correctamente, el hilo dental no daña la encía, al contrario, la mantiene saludable. Es cierto que si lo usas mal (por ejemplo, lo metes bruscamente y cortas hacia abajo) puedes lastimar un poco la papila entre dientes. Pero la técnica adecuada es suave, abrazando el costado del diente, sin “serrar” la encía. Tus encías pueden sangrar las primeras veces que uses hilo porque ya estaban inflamadas, no porque el hilo las esté hiriendo. Con el tiempo, se fortalecen y dejan de sangrar. Así que el hilo dental es un aliado, no un enemigo.
  • Mito 4: “La limpieza dental profesional desgasta los dientes y afloja las encías”.
    Realidad: Este es un temor común. Algunas personas creen que si se hacen limpiezas frecuentes, el esmalte se rayará o las encías se retraerán. Falso. Una limpieza profesional hecha por un profesional no daña tus dientes; los instrumentos (curetas, ultrasonidos) están diseñados para quitar sarro, no para raspar el esmalte sano. Es posible que tras una limpieza profunda sientas ligeras molestias o veas algún cuello dental expuesto, pero eso es porque había inflamación y sarro que al retirarse, la encía desinflamada se acomoda a su posición normal (que podría estar un poco retraída si había periodontitis previa). La limpieza no afloja dientes, al contrario: al quitar la causa (sarro), frena la pérdida de soporte que sí afloja dientes. Así que, sin miedo, las limpiezas periódicas mantienen las encías sanas.
  • Mito 5: “La enfermedad de las encías solo afecta la boca, no es gran cosa”.
    Realidad: Este mito infravalora la importancia de las encías. Tener enfermedad periodontal no solo pone en peligro tus dientes (que ya de por sí es serio, ¡imagina perder dientes por descuido!). Estudios han demostrado que las encías enfermas pueden tener impacto en la salud general. Por ejemplo, la periodontitis se asocia con mayor riesgo de problemas cardíacos, partos prematuros en embarazadas, descontrol diabético, entre otros. Piensa que una infección crónica en encías libera bacterias y mediadores inflamatorios al torrente sanguíneo, afectando a otros órganos. Así que sí, las encías importan y mucho. Cuidarlas es parte de cuidar tu salud integral.

Estos son solo algunos mitos, pero en general, desconfía de los “consejos” que impliquen limpiar menos tus encías o que minimicen el problema. La ciencia y la experiencia nos dicen claramente que la prevención y la higiene son el camino para unas encías sanas, y que las encías tienen un rol fundamental en nuestra salud.

Si escuchas otro mito o duda, ¡pregúntale a tu dentista de confianza! No hay pregunta tonta cuando se trata de tu salud bucal. Habiendo aclarado estos malentendidos, terminemos con un resumen de Preguntas frecuentes que suelo escuchar sobre las encías, por si aún te queda alguna duda puntual.

Preguntas frecuentes sobre las encías

¿Cómo sé si mis encías están sanas o enfermas?

Las encías sanas se ven de color rosa pálido (o pigmentadas de marrón en algunas personas, según su raza, pero uniformes), tienen una textura firme y punteada (como cáscara de naranja fina), y no sangran al cepillarse ni al pasar hilo dental. Además, cubren bien el cuello de los dientes, sin retracciones notables. Por el contrario, unas encías enfermas pueden verse rojas o rojizas violáceas, inflamadas (abultadas o hinchadas), con bordes engrosados. Pueden sangrar fácilmente al higienizar o incluso espontáneamente. También podrías notar mal aliento persistente (halitosis) cuando hay enfermedad periodontal. Si tus encías están lisas, muy rojas, sangran o duelen, es señal de que necesitan atención.

Me sangran las encías al cepillarme, ¿qué debo hacer?

Lo primero: no dejar de cepillarlas. Como explicamos, el sangrado generalmente indica placa acumulada e inflamación (gingivitis). Refuerza tu higiene: cepilla con técnica suave pero efectiva en esa zona y usa hilo dental a diario, aunque veas sangre (sé delicado, pero constante). Puedes complementar con enjuagues de agua con sal o un enjuague antiséptico si el dentista te lo recomienda. En muchos casos, el sangrado disminuirá en una semana de buena higiene. Si tras ~10-14 días de cuidados las encías siguen sangrando, visita al dentista. Puede que necesites una limpieza profesional para eliminar sarro endurecido que tú no puedes quitar en casa. Y asegúrate de revisar tu técnica de cepillado con el profesional, por si estás dejando alguna zona sin limpiar sin darte cuenta.

¿Cuál es la diferencia entre gingivitis y periodontitis?

Son dos etapas de la enfermedad de las encías, con gravedad distinta. La gingivitis es la fase inicial: solo hay inflamación de la encía sin afectación del hueso ni del soporte profundo. Sus síntomas son encías rojas, inflamadas y sangrantes. La buena noticia es que es reversible: con higiene y tratamiento adecuados, la encía vuelve a la normalidad sin secuelas. Por otro lado, la periodontitis es cuando la infección/inflamación ha progresado más allá de la encía, afectando los tejidos que sujetan el diente (el hueso alveolar y el ligamento periodontal). En la periodontitis la encía se despega del diente formando bolsas, hay pérdida de hueso, las encías pueden retraerse y los dientes pueden comenzar a aflojarse. Desgraciadamente, la periodontitis no es reversible en el sentido de recuperar el hueso perdido espontáneamente; solo podemos detener su avance con tratamiento.

¿Las encías retraídas pueden volver a crecer?

Esta es una pregunta muy común. Las encías retraídas espontáneamente no vuelven a crecer hasta su posición original por sí solas, lamentablemente. Si la retracción fue causada por periodontitis y controlamos la enfermedad, la encía podría desinflamar y pegarse un poquito mejor, pero el tejido perdido no se regenera completamente. La única forma de cubrir de nuevo una raíz expuesta de manera significativa es mediante un injerto de encía o procedimiento quirúrgico periodontal, en el cual se toma tejido (por ejemplo, del paladar) y se coloca donde falta encía. Estos procedimientos pueden lograr cubrir parcial o totalmente la raíz expuesta, dependiendo del caso. Ahora bien, lo más importante es detener la causa de la retracción para que no empeore: mejorar la higiene, corregir el cepillado fuerte, tratar la periodontitis, etc. Yo suelo explicar que la encía es como la base de una pared: si se ha retirado tierra de ahí (hueso/encía), no vuelve sola, hay que rellenarla con “material” (injerto) si se desea. Así que prevención y tratamiento temprano son clave, porque recuperar encía perdida es mucho más complejo.

¿Cada cuánto debo ir al dentista para cuidar mis encías?

En general, se recomienda una visita al dentista cada 6 meses para revisión y limpieza. Esto es una pauta estándar que va bien a la mayoría de personas. Sin embargo, puede variar según tu caso:

  • Si tienes encías sanas y buen cuidado en casa, una limpieza al año podría ser suficiente, aunque la revisión semestral sigue siendo aconsejable para detectar cualquier cambio.
  • Si has tenido enfermedad periodontal tratada, probablemente tu dentista te pondrá en un programa de mantenimiento periodontal con citas cada 3-4 meses inicialmente, ya que eres más propenso a recaídas y hay que vigilar de cerca. Con estabilidad, podrían espaciarse a 6 meses luego.
  • Personas con ortodoncia, diabetes, fumadores, o predisposición alta tal vez necesiten limpiezas profesionales más frecuentes (cada 3-4 meses) para mantener las encías controladas.

¿Puedo tratar la gingivitis en casa o necesito siempre ir al dentista?

La gingivitis leve muchas veces se puede tratar y revertir en casa con una mejora en los hábitos: cepillado minucioso (incluyendo encías) después de cada comida, uso diario de hilo dental, posiblemente un enjuague antibacteriano, y eliminación de factores irritantes (como dejar de fumar, por ejemplo). Notarás que en uno o dos semanas la encía mejora (menos enrojecida, ya no sangra). Peeero, hay un gran “pero”: si la placa lleva mucho tiempo, es probable que haya sarro endurecido que no puedes remover con tu cepillo. En ese caso, por más que mejores tu técnica, la encía seguirá inflamada hasta que te hagan una limpieza profesional. Mi recomendación: intenta mejorar la higiene unos días; si ves mejoría, genial, continúas y de todos modos programa una limpieza si llevas más de 6 meses sin hacerla. Si no ves mejoría o no estás seguro, acude al dentista.

Espero que esta guía completa sobre la encía te haya sido útil. Te hablé en primera persona y con toda sinceridad sobre qué es la encía, por qué es crucial mantenerla sana, cuáles son los problemas más comunes que la afectan y cómo identificarlos, así como las causas detrás de esos problemas. También compartimos consejos prácticos de cómo cuidar las encías día a día para prevenir la gingivitis y la periodontitis, y describimos los tratamientos tanto caseros como profesionales disponibles para mantener o recuperar la salud gingival. Si necesitas más información sobre las encías y eres odontólogo visita nuestro diccionario y complementa tu información.

Recuerda que unas encías saludables son la base de una sonrisa fuerte y hermosa. Ahora tienes el conocimiento para cuidarlas mejor que nunca: cepilla, limpia entre tus dientes, ten buenos hábitos y visita a tu dentista regularmente. ¡Tus encías te lo van a agradecer con creces, y tu sonrisa también!

Si te quedó alguna duda sobre tus encías o tu salud bucal en general, te animo a seguir investigando o preguntarle a un profesional. En temas de salud, la información y la prevención son tus mejores aliados. ¡Sonríe tranquilo, sabiendo que estás haciendo lo mejor por tus encías y tus dientes!

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Francisco Villoslada cleardent
Odontólogo
El Dr. Villoslada es un odontólogo con una sólida formación en endodoncia, prostodoncia y estética dental, áreas que le permiten ofrecer un enfoque integral en cada tratamiento. Desde 2013, su trayectoria se ha caracterizado por una atención personalizada y una planificación detallada que prioriza tanto la estética como la funcionalidad. Con experiencia en grupos odontológicos de prestigio, el Dr. Villoslada es reconocido por su habilidad en tratamientos restauradores, siempre enfocado en brindar resultados de alta calidad para sus pacientes.

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