
Muela partida por la mitad vertical: ¿se puede salvar o hay que extraerla? Descubre las causas, consecuencias y opciones de tratamiento para resolverlo.

Funciones de un odontólogo: prevención, diagnóstico y tratamiento de la salud bucodental. Descubre qué hace un dentista, cómo ayuda y cuándo acudir.
Como odontólogo con más de 10 años de experiencia, a diario me preguntan en qué consisten exactamente las funciones de un odontólogo. Muchos pacientes creen que el dentista solo «revisa los dientes» o «arregla caries», pero nuestra labor va mucho más allá.
En este artículo te hablaré sobre qué hace un odontólogo, cuáles son mis responsabilidades diarias y de qué manera puedo ayudarte a cuidar tu salud bucodental. También aclararemos las distintas áreas de la odontología, cuándo es recomendable acudir al dentista y resolveremos las dudas más frecuentes. Mi objetivo es que, al terminar de leer, comprendas a fondo el rol del dentista en tu bienestar y te sientas más confiado al visitar la clínica dental.
Un odontólogo (o dentista, término que usamos coloquialmente) es el profesional de la salud especializado en el cuidado integral de la boca. Mi trabajo diario se centra en prevenir, diagnosticar y tratar las enfermedades bucodentales de mis pacientes, abarcando dientes, encías y todo el sistema oral. Esto significa que no solo me dedico a poner «empastes» o «sacar muelas»; también oriento a las personas sobre cómo mantener una buena higiene oral, realizo chequeos de rutina para detectar problemas a tiempo y coordino tratamientos especializados cuando es necesario.
En la consulta suelo colaborar con un equipo (higienistas dentales, auxiliares) que me asiste, pero la responsabilidad del odontólogo es liderar el diagnóstico y planificar las soluciones para cada caso. En resumen, mi misión es velar por tu salud bucal de forma integral: desde enseñarte a prevenir una caries hasta colocarte un implante dental, pasando por todas las funciones intermedias que te detallaré a continuación.
A continuación, te explico las funciones más importantes que desempeño como odontóloga en el día a día. Veremos que mi rol abarca diversas áreas de la odontología, siempre con el objetivo de mantener o devolver la salud bucal del paciente.
La prevención es el pilar fundamental de la odontología. Una gran parte de mi labor consiste en evitar que aparezcan problemas dentales o detectarlos muy temprano. ¿Qué hago en esta área? Por un lado, realizo revisiones periódicas (chequeos) a mis pacientes, idealmente cada seis meses o al menos una vez al año. En estas visitas de rutina examino la boca minuciosamente en busca de señales incipientes de caries, problemas de encías u otras alteraciones. También suelo tomar radiografías dentales cuando sospecho de algo no visible a simple vista, para asegurar un diagnóstico precoz.
Otra faceta preventiva es la educación en higiene oral: enseño técnicas de cepillado correctas, la importancia del uso de hilo dental, y doy consejos sobre dieta para evitar el exceso de azúcar que favorece las caries. Me gusta dedicar tiempo a responder preguntas y a que cada paciente comprenda cómo cuidar sus dientes en casa. Como profesional, siento que he cumplido mi función cuando un paciente sale de la consulta motivado a mejorar sus hábitos de higiene bucal y a regresar antes de que surja un problema mayor. Recuerda: la mayoría de las enfermedades bucodentales se pueden prevenir con buenos cuidados y visitas regulares al dentista.
Otra función esencial del odontólogo es identificar correctamente cualquier afección que ya esté presente. Cuando un paciente acude con alguna molestia o cambio en su boca, mi primer paso es recopilar información: reviso su historial clínico y dental, pregunto por los síntomas (por ejemplo, “¿desde cuándo te duele este diente y en qué circunstancias?”) y luego realizo una exploración clínica exhaustiva. Examino los dientes uno por uno, las encías, la lengua y toda la cavidad oral.
Si sospecho de algo concreto, solicito pruebas diagnósticas: radiografías intraorales, ortopantomografía (la «placa» panorámica), o incluso pruebas de vitalidad pulpar para ver si un diente está vivo o necesita endodoncia. Gracias a estas herramientas puedo diagnosticar caries ocultas, infecciones en la raíz, quistes, signos tempranos de enfermedad periodontal (de encías) e incluso lesiones sospechosas que podrían indicar un cáncer oral. Es mi responsabilidad detectar cualquier problema bucal a tiempo y explicar al paciente qué ocurre, con palabras claras y sinceras.
Personalmente, creo que una buena comunicación en esta etapa es vital: siempre le muestro al paciente sus radiografías y le explico el diagnóstico, ya sea una simple caries, una gingivitis o algo más complejo. Así juntos podemos decidir el mejor plan para solucionarlo.
Una vez detectado un problema, llega el momento de actuar. La faceta terapéutica es probablemente la más conocida de los dentistas: es cuando «arreglamos» los problemas dentales. Aquí se engloba una amplia variedad de tratamientos odontológicos:
Todos estos tratamientos buscan solucionar las patologías presentes y rehabilitar la boca para que vuelva a estar sana y funcional. Una satisfacción personal en este aspecto es ver cómo un paciente recupera la confianza al poder sonreír y comer sin dolor tras completar su tratamiento. Siempre les explico a mis pacientes cada paso y alternativas, para que juntos tomemos las decisiones adecuadas. Además, después de tratar un problema, mi labor continúa con controles y seguimiento para asegurar que todo cure bien y no vuelva a aparecer la dolencia.
Aunque muchas personas piensan primero en los dientes, las encías y el tejido de soporte son igual de importantes. Una de mis funciones clave es vigilar y cuidar la salud de las encías de mis pacientes (lo que llamamos periodoncia). Las enfermedades periodontales más comunes son la gingivitis (encías inflamadas y sangrantes por acumulación de placa) y la periodontitis (infección más profunda que destruye el hueso de soporte del diente).
Si en la revisión detecto encías enrojecidas, que sangran al sondar o bolsas periodontales, debo actuar. Primero, refuerzo la enseñanza de higiene oral (que el paciente mejore su limpieza diaria) y hago limpiezas o raspados de la zona afectada para eliminar el sarro subgingival. En casos más avanzados de periodontitis, puedo realizar curetajes (raspados más profundos bajo anestesia) por cuadrantes, e incluso cirugías periodontales si hiciera falta limpiar raíces expuestas. El objetivo es frenar la enfermedad para evitar la pérdida de dientes.
Además, como dentista, debo estar atenta a cómo las encías reflejan la salud general: a veces una encía inflamada puede ser signo de diabetes mal controlada, o ciertos medicamentos provocan hiperplasia gingival. También, si un paciente presenta úlceras o lesiones en la mucosa oral que no curan en poco tiempo, debo investigarlas. En este sentido, el odontólogo juega un papel importante en la detección precoz de cáncer oral u otras enfermedades sistémicas que dan la cara en la boca.
Cuidar las encías es parte integral de mis funciones: no solo curo dientes, cuido todo el entorno que los rodea para mantener una sonrisa verdaderamente saludable.
Lograr una sonrisa armónica y una mordida funcional también forma parte de las áreas que cubre la odontología, en este caso mediante la ortodoncia. Si bien la ortodoncia es una especialidad en sí misma (es decir, no todos los dentistas colocan brackets a menos que se especialicen), como odontóloga general tengo la responsabilidad de detectar problemas de alineación o maloclusión en mis pacientes y derivarlos al especialista adecuado.
En la práctica, esto significa que durante las revisiones evalúo la posición de los dientes y la mordida. Si veo que un niño tiene los dientes muy apiñados o la mandíbula desalineada, recomendaré una valoración con el ortodoncista. Lo mismo para adultos que deseen mejorar la estética o la mordida. Además, algunos tratamientos de ortodoncia básicos los puede realizar un dentista general con la formación adecuada, como los alineadores transparentes en casos sencillos.
En cualquier caso, mi función es corregir oportuna y adecuadamente la posición de los dientes para prevenir problemas mayores. Una mala alineación no solo afecta la estética de la sonrisa, sino que dificulta la higiene (favoreciendo caries y gingivitis) y puede causar desgastes o dolor mandibular. Por eso, parte de mi rol es planificar junto al paciente el mejor momento y método para corregir esos defectos.
Ver los resultados de un tratamiento de ortodoncia es muy gratificante: dientes rectos, una oclusión equilibrada y pacientes más seguros de su sonrisa. Como suelo decir, no hay edad límite para mejorar la alineación dental y la salud bucal en general.
La sonrisa es una carta de presentación, y ayudar a mis pacientes a sentirse orgullosos de la suya es algo que tomo muy en serio. Además de resolver problemas de salud, una de mis funciones es brindar tratamientos de odontología estética para mejorar la apariencia de los dientes cuando el paciente lo desea. Esto puede ir desde procedimientos sencillos hasta rehabilitaciones completas:
Como profesional, es muy satisfactorio ver el impacto positivo que tiene una mejora estética en la autoestima de alguien. Siempre digo que la odontología cambia vidas, pues he visto pacientes que recuperan la confianza para sonreír sin tapujos después de un tratamiento bien llevado. Eso sí, nunca comprometo la salud por la estética: mi papel es guiar al paciente hacia lo que es posible y seguro, y lograr un resultado bonito y saludable a la vez.
La odontología es un campo muy amplio, por lo que además del odontólogo general (como yo, que realizo un poco de todo), existen especialistas que se enfocan en áreas específicas de la salud bucal. Es importante conocer estas especialidades para saber qué áreas cubre un dentista y a quién acudir según tu necesidad. Te presento las principales especialidades odontológicas:
Especialidad | Ámbito de acción (qué hace) |
---|---|
Odontología general | El dentista de cabecera para tu boca. Realiza prevención, diagnóstico y tratamientos básicos (empastes, limpiezas, extracciones sencillas, etc.). Deriva a especialistas si el caso lo requiere. |
Odontopediatría | Odontología infantil. Especialistas en tratar a niños y controlar el desarrollo de sus dientes. Usan técnicas especiales para que los peques pierdan el miedo y cuidan dientes de leche y permanentes jóvenes. |
Ortodoncia | Corrección de la posición de los dientes y la mordida. Colocan aparatos (brackets tradicionales, alineadores invisibles) para alinear los dientes y mejorar la oclusión. Su objetivo es tanto funcional como estético. |
Periodoncia | Cuidado de encías y tejidos de soporte dental. Trata gingivitis y periodontitis avanzadas con técnicas especializadas (cirugías de encía, injertos, etc.) para salvar dientes con soporte comprometido. |
Endodoncia | Especialista en tratamientos de conducto. Atiende casos complejos de infecciones en el interior del diente y reintervenciones de endodoncias. Suele recibir derivaciones de generales cuando el caso es difícil. |
Cirugía Oral y Maxilofacial | Aunque a veces es una carrera médica aparte, colabora con odontólogos. Realiza cirugías mayores: extracciones complicadas, implantes dentales en casos avanzados, cirugías de mandíbula, tratamiento de quistes, tumores, etc. |
Prótesis dentales / Rehabilitación oral | Especialista en reponer dientes perdidos. Diseña y coloca prótesis completas, parciales, sobre implantes, y rehabilitaciones complejas devolviendo funcionalidad en bocas muy deterioradas. |
Odontología Estética | Dentistas enfocados en mejorar la apariencia de la sonrisa. Expertos en carillas, blanqueamientos avanzados, contorneado estético de encías y demás tratamientos cosméticos. |
Otros campos | Hay más áreas como la odontología forense (identificación mediante dientes), la patología oral (diagnóstico de enfermedades bucales bajo microscopio), la radiología dental, entre otras. Todas complementan la práctica clínica general. |
Como ves, la odontología cubre un espectro amplio. En mi día a día, actúo como odontóloga general y cuento con colegas especialistas para los casos que lo requieran. Lo importante es que el paciente reciba atención de calidad en cada área: yo me aseguro de coordinar ese equipo cuando es necesario, para que no tengas que preocuparte de nada más que de tu salud.
Uno de los puntos clave que siempre recalco es que no hay que esperar a tener dolor para visitar al dentista. ¿Cuándo deberías acudir al odontólogo? Aquí van mis recomendaciones:
Acude al odontólogo regularmente y ante cualquier señal de alarma. La salud bucal está ligada a la salud general (de hecho, la OMS destaca que las enfermedades bucodentales se encuentran entre las más comunes a nivel mundial, pese a ser en gran medida prevenibles), así que no la descuides. Un pequeño cuidado hoy evita un gran dolor mañana. Como profesional, prefiero mil veces prevenir que luego tener que realizar tratamientos agresivos por haber llegado tarde.
Sí. En España y muchos países, usamos «odontólogo» y «dentista» indistintamente para referirnos al profesional de salud dental titulado. Antiguamente, el término «estomatólogo» se usaba para los dentistas médicos (que estudiaban Medicina general + Odontología), pero hoy en día la formación es un grado universitario específico en Odontología. Así que no hay diferencia práctica: ambos cuidan de tu salud bucal.
Lo recomendable es visitar al dentista dos veces al año (cada 6 meses) para una revisión y limpieza. Si tu boca está muy sana, podrías espaciar a 1 vez por año, pero no más. Y ante cualquier molestia o cambio (dolor, sangrado, etc.), debes pedir cita lo antes posible, sin importar cuándo fue tu última visita. La constancia es clave para prevenir problemas.
La primera visita debe ser alrededor del primer año de vida, o al salir el primer diente de leche. Aunque parezca temprano, sirve para revisar que la erupción vaya bien y para que el peque se familiarice con el entorno dental. Además, el dentista infantil (odontopediatra) orientará a los padres sobre limpieza de las encías y dientes del bebé, uso del chupete, dieta, etc. Después, se recomiendan revisiones cada 6 meses en los niños, igual que en adultos, para prevenir caries de la infancia (por ejemplo, caries del biberón) y asegurar un correcto desarrollo de los maxilares.
El miedo al dentista es más común de lo que crees, pero tiene solución. Lo primero es comunicarlo abiertamente cuando pidas tu cita. Busca una clínica donde sepan de «odontología con sedación» o manejo de pacientes ansiosos. En mi experiencia, ayuda mucho ir poco a poco: la primera cita solo hacemos revisión, sin procedimientos invasivos, para que cojas confianza. Durante los tratamientos, uso anestesia local efectiva (no notarás dolor) y podemos optar por sedación consciente (un método con medicación leve para relajarte, sin perder la consciencia). Algunas clínicas ofrecen música, aromaterapia o realidad virtual para distraerte. También es útil llevar algún amigo o familiar de apoyo. Con el tiempo, verás que has superado gran parte del miedo tras unas cuantas experiencias positivas. Lo importante es no abandonar tu salud bucal por temor: hoy podemos lograr que tu visita sea tranquila y hasta agradable.
En muchos casos, sí. La boca es una ventana de la salud general. Por ejemplo, unas encías muy inflamadas podrían sugerir diabetes o problemas inmunológicos. Lesiones como manchas blancas persistentes podrían ser lesiones precancerosas. El mal aliento crónico puede estar vinculado a gastritis o sinusitis, no solo a higiene deficiente. Ciertos desgastes en los dientes revelan hábitos como el bruxismo (rechinar) que a su vez se relaciona con estrés. Incluso hay síndromes genéticos que se manifiestan con anomalías dentales específicas. Como dentista, si veo indicios de algo fuera de mi ámbito, recomendaré al paciente acudir al médico o a un especialista (por ejemplo, un médico maxilofacial o un dermatólogo para una lesión en mucosa). Trabajamos en colaboración con otras disciplinas para que la salud sea integral.
El odontólogo o dentista es el licenciado universitario facultado para diagnosticar y tratar enfermedades de la boca, realizar procedimientos clínicos invasivos y prescribir medicación. El higienista dental, por su parte, es un profesional de grado superior (formación técnica) cuya función es asistir al dentista y realizar labores preventivas: limpiezas dentales, educación en higiene, tomar radiografías, preparar el material, etc., siempre bajo supervisión del odontólogo. En resumen, el higienista apoya y ejecuta ciertas tareas, pero el responsable del diagnóstico y tratamientos médicos es el odontólogo.
En ese caso, tu odontólogo de confianza te derivará a un especialista de su equipo. Por ejemplo, si necesitas una ortodoncia complicada, te enviará al ortodoncista; si tienes una encía muy enferma, te remitirá al periodoncista. Lo usual es que el propio dentista coordine la derivación y se mantenga al tanto de tu caso. Muchas clínicas hoy día cuentan con varios especialistas bajo el mismo techo, así que podrías recibir el tratamiento en el mismo centro. Lo importante es que siempre estarás en manos de alguien cualificado para tu problema específico. Tras el tratamiento especializado, volverás a tu dentista general para seguimientos habituales. En definitiva, el odontólogo general es como tu médico de cabecera de la boca: resuelve la mayoría de problemas y te deriva a «compañeros» de confianza cuando es necesario algo más específico.
Espero que este recorrido por mis funciones como odontóloga te haya sido útil. Mi meta es que sepas exactamente en qué puedo ayudarte: desde prevenir y aconsejarte, hasta tratar cualquier problema dental y acompañarte en el proceso. La próxima vez que pienses en tu dentista, sabrás que no solo «empasta muelas», sino que es un aliado integral para tu salud y tu calidad de vida. ¡No dudes en cuidar tu sonrisa y acudir a tu odontólogo de confianza regularmente!
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