28 abril 2025

Remedios caseros para la disfagia: soluciones naturales para mejorar la deglución

Remedios caseros para la disfagia: consejos naturales, ejercicios y soluciones para aliviar la dificultad al tragar y mejorar la deglución de forma segura.

Hola, soy consciente de lo frustrante que puede ser la disfagia, esa incómoda dificultad para tragar que puede aparecer por distintas causas. En primera persona te confieso que entiendo tu situación: ver que un simple acto de comer o beber se vuelve complicado puede generar ansiedad y afectar tu calidad de vida. Pero quiero decirte algo importante: no estás solo/a en esto, y existen varios remedios caseros y consejos prácticos que pueden ayudarte a sobrellevar la disfagia en casa.

En este artículo te explicaré de forma sencilla qué es la disfagia, por qué ocurre, y compartiré mis mejores consejos y terapias caseras para la deglución. Hablaremos de cambios en la alimentación, ejercicios fáciles, trucos naturales y cuándo es necesario buscar ayuda médica. Mi objetivo es que, al terminar de leer, te sientas más tranquilo/a y con herramientas útiles para mejorar tu capacidad de tragar día a día. ¡Vamos a ello!

¿Qué es la disfagia? Entendiendo el problema

La disfagia es un término médico que significa básicamente dificultad para tragar alimentos o líquidos. En otras palabras, la persona siente que el bolo alimenticio «no baja» correctamente por la garganta o el esófago. Puede manifestarse de formas muy variadas: desde una ligera sensación de atasco o de tener un nudo en la garganta, hasta la imposibilidad de tragar nada, pasando por episodios de tos o atragantamiento al intentar comer.

En mi experiencia, es importante aclarar que la disfagia no es una enfermedad por sí misma, sino un síntoma de algo más. Puede deberse a múltiples causas:

  • Causas orofaríngeas: problemas en la boca o garganta (por ejemplo, después de un ictus que afecte los músculos de la deglución, en enfermedades neurológicas como Parkinson, o incluso por sequedad bucal severa).
  • Causas esofágicas: cuando la dificultad está más abajo, en el tubo del esófago (por estrecheces, inflamación por reflujo gastroesofágico, acalasia, etc.).
  • Causas transitorias: una inflamación de garganta por infección (faringitis, anginas) puede causar disfagia temporal debido al dolor e hinchazón.
  • Edad avanzada: las personas mayores a menudo presentan disfagia leve debido al envejecimiento de los músculos implicados y a otras enfermedades asociadas. De hecho, se estima que cerca de la mitad de las personas mayores de 70 años experimentan disfagia en algún grado, especialmente asociada a condiciones como demencia, ELA, ACV, etc.
  • Otras causas: ansiedad intensa (sensación de «nudo histérico»), secuelas de ciertas cirugías, o incluso efectos secundarios de medicamentos.

¿Por qué es importante saber esto? Porque los remedios caseros ayudarán principalmente a aliviar los síntomas y a facilitar la deglución, pero si la disfagia es severa o persistente, siempre debemos buscar la causa subyacente con un médico. Más adelante te diré cuándo es esencial acudir al especialista. Ahora sí, veamos qué puedes hacer en casa para mejorar la situación.

Remedios caseros para la disfagia y consejos prácticos

A continuación, te presento una lista de remedios caseros y consejos que personalmente recomiendo para sobrellevar la disfagia. Estas soluciones naturales para la disfagia abarcan desde cambios sencillos en tu dieta hasta ejercicios y trucos que puedes probar en casa. Puedes combinarlos según tu caso; recuerda siempre escuchar a tu cuerpo y tener precaución. ¡Vamos uno por uno!

Mantente bien hidratado durante todo el día

Uno de los remedios más simples pero efectivos es beber suficiente líquido. Asegúrate de tomar por lo menos 1.5 a 2 litros de agua al día (a sorbos pequeños si es necesario). Una buena hidratación mantiene las mucosas de tu boca y garganta húmedas, lo cual facilita enormemente el tragar. Cuando estamos deshidratados, la saliva es más espesa y cuesta más iniciar la deglución.

  • Infusiones calmantes: Además del agua, puedes recurrir a infusiones de hierbas beneficiosas. Por ejemplo, el té de manzanilla, de tomillo o de salvia son excelentes porque hidratan y a la vez tienen propiedades antiinflamatorias y antisépticas que suavizan la garganta irritada. Una taza de infusión tibia, endulzada con un poquito de miel, puede ser reconfortante antes de las comidas o entre ellas.
  • Bebidas templadas vs frías: He comprobado que las bebidas tibias o ligeramente calientes suelen ir mejor que las muy frías o hirviendo. Un vaso de agua tibia o un caldo claro calentito antes de comer puede preparar y relajar la garganta. Evita, en cambio, el hielo excesivo o bebidas heladas, que a veces empeoran la sensación de nudo.
  • Leche con miel: Un remedio tradicional para garganta irritada. Si toleras los lácteos, tomar un vaso de leche tibia con una cucharadita de miel al acostarte puede aliviar molestias y aportar hidratación extra. La miel actúa como lubricante natural y suaviza las paredes de la faringe, ayudando a que al día siguiente te sea más fácil tragar. (Importante: no des miel a menores de 1 año, por seguridad).

Haz gárgaras con agua salada o con infusiones de hierbas

Las gárgaras son otro clásico dentro de las terapias caseras para la deglución dificultosa, especialmente cuando hay irritación o inflamación en la garganta. ¿Por qué sirven? Al hacer gárgaras conseguimos limpiar y estimular la zona de la faringe, reduciendo mucosidad y mejorando temporalmente la sensibilidad para tragar.

  • Gárgaras con sal: Prepara un vaso de agua tibia y disuelve en él media cucharadita de sal (sal común de cocina está bien). Luego toma un sorbo (sin tragarlo) y echa la cabeza ligeramente hacia atrás haciendo gárgaras en la garganta por unos 10-15 segundos. Escupe el agua y repite el proceso unas cuantas veces. La salmuera tibia tiene un efecto antiinflamatorio leve y antiséptico, ideal si tu disfagia viene acompañada de dolor de garganta o infección.
  • Gárgaras con infusión de salvia: La salvia es una planta medicinal muy valorada por su efecto astringente y antiinflamatorio en la garganta. Puedes hacer una infusión cargada de hojas de salvia, dejarla entibiar, y usarla para gárgaras del mismo modo que con el agua salada. Notarás una sensación de frescor y alivio. También sirve infusión de tomillo o de manzanilla si no tienes salvia a mano.
  • Frecuencia: Puedes hacer gárgaras varias veces al día. Por ejemplo, al levantarte y antes de acostarte, y también antes de las comidas principales para despejar la faringe y tragar mejor la comida.

Ten precaución de no atragantarte al hacer gárgaras: no eches la cabeza demasiado hacia atrás, sólo lo justo, y expulsa el líquido en cuanto sientas reflejo de tragar. Recuerda que la idea es hacer gárgaras y escupir, no ingerir esa mezcla.

Inhalaciones de vapor para humidificar la garganta

Si tu disfagia está relacionada con sequedad o con congestión (por ejemplo, tras una gripe o resfriado), las inhalaciones de vapor pueden ser un gran aliado casero. El vapor de agua tibia humedece las vías respiratorias y la garganta, haciendo que tragar sea menos molesto.

  • Cómo hacerlo: Pon a hervir agua en una olla; cuando esté humeando, retírala del fuego. Puedes añadir al agua unas hojas de eucalipto, manzanilla o unas gotas de aceite esencial de menta/eucalipto (siempre con cuidado de no usar demasiado, sólo 2-3 gotas). Cúbrete la cabeza con una toalla formando una «tienda» e inclínate cuidadosamente sobre el cuenco u olla, a una distancia segura para no quemarte. Respira ese vapor profundamente por boca y nariz durante unos 5-10 minutos.
  • Beneficios: El vapor caliente ayudará a abrir y relajar la garganta, aflojando cualquier flema o resto de mucosidad. Además, hidratará las mucosas resecas. Mucha gente nota que después de una sesión de inhalación puede tragar saliva con mayor facilidad y con menos dolor.
  • Precaución: ¡Cuidado de no quemarte! Mantén suficiente distancia y si sientes el vapor demasiado caliente, espera a que baje un poco la temperatura. No hagas esto solo/a si te cuesta respirar con normalidad; siempre ten una silla cerca para sentarte.

Puedes repetirlo un par de veces al día, por ejemplo, por la mañana y antes de dormir. Es una técnica sencilla pero que proporciona alivio notable, similar a cuando tomas una ducha caliente y «se te destapan» las vías respiratorias.

Aplicar calor (o frío) en el cuello para aliviar la molestia

El uso de compresas térmicas en la zona del cuello es un remedio casero que puede parecer sorprendente, ¡pero funciona! Tanto el calor como el frío local pueden ayudar según el caso:

  • Calor local: Aplicar calor suave en el cuello relaja la musculatura y mejora la circulación sanguínea en la zona. Esto puede disminuir la sensación de opresión y facilitar el reflejo de tragar. Puedes simplemente colocar una bufanda alrededor del cuello para mantenerlo calentito, o usar una almohadilla térmica de esas que se calientan (cuidado de que esté a temperatura agradable, no queme). Otra opción muy efectiva es la envoltura húmeda caliente: moja un paño en una infusión caliente de manzanilla o tomillo, escúrrelo y enróllalo alrededor de tu garganta como si fuera un pañuelo. Luego cubre ese paño con una toalla seca o bufanda para conservar el calor por más tiempo. Déjalo actuar unos 20-30 minutos. Sentirás cómo el calor penetra y alivia.
  • Frío local: En algunos casos, especialmente si hay inflamación intensa o dolor agudo al tragar, puede venir mejor el frío para desinflamar. Una compresa fría o bolsa de gel frío envuelta en un trapito puesta sobre el cuello calma el dolor. Incluso hay un remedio tradicional que consiste en usar queso fresco tipo quark refrigerado: se unta una capa de ese queso frío sobre un paño y se coloca en el cuello, cubriendo encima con otro paño seco. El quark mantiene el frío más tiempo que el agua y se adapta al contorno. Déjalo 15-20 minutos para bajar la inflamación.

Tanto el calor como el frío no van a curar la causa de la disfagia, pero te pueden dar un respiro sintomático. Úsalos a conveniencia: si notas el cuello tenso o con espasmos, mejor calor; si lo sientes inflamado o pulsátil, mejor algo de frío.

Adapta tu alimentación para la disfagia

Uno de los aspectos más importantes para manejar la disfagia en casa es la forma en que comes y qué comes. Aquí entran las recomendaciones de alimentación para disfagia, que básicamente buscan hacer los alimentos más fáciles de tragar y evitar aquellos que puedan provocarte atragantamientos o molestias.

  • Texturas modificadas: Seguramente ya lo sospechas, pero lo ideal es consumir alimentos de textura blanda o triturada. Los purés, cremas, sopas suaves, compotas y papillas son tus grandes aliados. Al estar procesados, requieren menos esfuerzo de masticación y se deslizan mejor por la garganta. Por ejemplo, en lugar de una pechuga de pollo a la plancha (seca y difícil de tragar), es preferible un pollo guisado bien desmenuzado con salsa, o mejor aún, licuado en una crema de verduras. Verduras cocidas bien blanditas, pescados al vapor desmigados, tortilla de patata jugosa, etc., son opciones buenas.
  • Evita alimentos problemáticos: ¿Cuáles? Los muy secos (pan duro, frutos secos enteros, galletas secas), los pegajosos (mantequilla de cacahuete, turrones, dulces muy densos), y los que tienen varias texturas mezcladas difíciles de controlar (por ejemplo, sopas con trozos grandes, cereal con leche – el líquido y sólido por separado pueden dar problemas). También cuidado con arroz suelto, maíz, granos o migas que se esparcen en la boca; esos granitos sueltos pueden entrar fácilmente en la vía respiratoria. En general, cualquier cosa que te haya causado tos o atasco antes, mejor evítala.
  • Trocea y mastica bien: Parece obvio, pero a veces por la prisa olvidamos esta regla de oro. Corta tu comida en trozos pequeños, come despacio, masticando muy bien cada bocado hasta casi hacerlo puré en la boca antes de intentar tragar. Yo suelo recomendar, si comes acompañado, que expliques que necesitas más tiempo y que no te apuren. No pasa nada por comer más lento; lo importante es tu seguridad.
  • Usa espesantes para líquidos: Si tu disfagia es tal que incluso los líquidos «se te van por el camino viejo» (es decir, notas que te atragantas con agua, café u otros), considera añadir un espesante a tus bebidas. Existen productos comerciales en polvo (espesantes alimentarios) que al mezclarlos con agua, jugos o caldos, los vuelven más densos (como un gel ligero) y hacen que pasarlos sea más fácil y seguro. Esto se usa mucho en geriatría. En casa, en emergencias, incluso puedes usar un poco de harina de maíz (Maizena) para espesar sopas o licuados. El resultado no sabe genial, pero aporta seguridad. Un líquido espeso va más lento por la garganta y te da tiempo a coordinar la deglución.
  • Comidas más frecuentes y pequeñas: Puede ser útil repartir la ingesta diaria en comidas más pequeñas pero más frecuentes. Así comes menos cantidad cada vez y es menos trabajoso tragar todo. Por ejemplo, en lugar de dos platos grandes al almuerzo y cena, hacer tres o cuatro comidas de un plato pequeño a lo largo del día.

Postura correcta y ambiente tranquilo al comer

La forma cómo comes influye mucho en la disfagia. Aquí van algunos consejos de postura y hábitos durante las comidas que marcan una diferencia:

  • Siéntate recto/a: Cuando vayas a comer o beber, procura estar sentado con la espalda recta y la cabeza alineada con el cuerpo (mirando al frente, ni muy hacia abajo ni hacia arriba). Una postura erguida facilita que el alimento baje por gravedad correctamente y reduce el riesgo de que se vaya «por mal camino». Después de comer, también es bueno permanecer sentado o con el torso elevado al menos unos 20-30 minutos para evitar reflujos o aspiraciones mientras haces la digestión.
  • Nada de hablar mientras comes: Sé que puede ser tentador conversar en la mesa, pero si tienes disfagia es recomendable no hablar con comida en la boca y concentrarte en tragar. Al hablar, las vías respiratorias se abren y cierran de forma diferente, y podrías atragantarte más fácil. Mejor termina de pasar el bocado, y luego hablas. Igualmente, evita distracciones como mirar la tele o el móvil; concéntrate plenamente en el acto de comer.
  • Bocados pequeños y utensilios adecuados: Sirve porciones pequeñas en la cuchara o tenedor. No «abarques más de lo que puedas tragar». Algunas personas usan cucharillas de postre en vez de cucharas soperas, para limitar la cantidad por bocado. También beber sorbos chicos en vez de tragos grandes. Si una taza es muy grande, usar vasos dosificadores o incluso pajitas especiales (existen pajitas para disfagia que regulan el flujo).
  • Técnica de la barbilla hacia abajo: Hay una técnica sencilla enseñada por logopedas: al tragar, inclina ligeramente la barbilla hacia el pecho (mirando hacia abajo). Esta postura, paradójicamente, cierra un poco la vía aérea y abre más el esófago, ayudando a que el alimento vaya por donde debe y evitando atragantamientos. Puedes probarlo con líquidos: baja la barbilla y traga, a muchos pacientes les resulta más seguro.
  • Pausas y paciencia: Tómate el tiempo necesario. Entre cada bocado, quizás te convenga hacer una pausa, tragar saliva, e incluso dar un pequeño sorbo de agua para limpiar la garganta antes del siguiente bocado (en disfagia leve, esto ayuda). No intentes terminar rápido; no pasa nada si tardas más de lo habitual en una comida.

Crear un ambiente relajado, sin prisa, es parte del «remedio». El estrés y la ansiedad empeoran la disfagia, así que pon música suave si te gusta, respira hondo entre bocados y date ánimos mentales de que lo estás haciendo bien.

Ejercicios de deglución y fortalecimiento

Existen algunos ejercicios sencillos que puedes realizar en casa para fortalecer los músculos implicados en la deglución (lengua, garganta) y mejorar la coordinación al tragar. Estos ejercicios suelen enseñarlos los terapeutas de lenguaje o logopedas, pero te compartiré un par básicos:

  • Ejercicio de lengua: Saca la lengua hacia fuera todo lo que puedas (¡en privado, sin miedo!). Luego muévela hacia arriba intentando tocar la nariz (aunque no llegues), mantenla 5 segundos; luego hacia abajo intentando tocar la barbilla, 5 segundos; luego hacia cada lado (como si quisieras tocar la mejilla derecha, luego la izquierda). Repite este ciclo varias veces. Fortalece la lengua, que es crucial para empujar el alimento hacia atrás al tragar.
  • Tragar saliva repetidamente: Vacía la boca y simplemente traga saliva en seco. Luego repite 5-6 veces seguidas ese movimiento de tragar (aunque no haya alimento). Descansa y vuelve a intentarlo. Este gesto repetitivo puede cansar un poco, pero entrena la musculatura de la garganta. Es como hacer «flexiones» de la deglución.
  • Ejercicio del «masaje» con la lengua: Coloca la punta de la lengua contra el paladar duro (el techo de la boca) justo detrás de los dientes frontales. Presiona hacia arriba empujando el paladar con la lengua, mantén unos segundos y suelta. Repite varias veces. Esto ejercita la parte posterior de la lengua y el paladar blando.
  • Práctica con alimentos seguros: Puedes ensayar tragos con alimentos de muy fácil deglución para ir cogiendo confianza. Por ejemplo, toma una cucharadita de yogur natural (o compota), colócala en la boca, concéntrate en el movimiento: primero mastica/mueve con la lengua, luego traga consciente y lentamente. Practica así con 5 cucharaditas seguidas. Al ser algo suave y homogéneo, es poco probable que te atragantes y vas entrenando la secuencia de movimientos.
  • Cantar o hacer ejercicios de voz: Cantar a solas tus canciones favoritas, haciendo diferentes tonos y proyectando la voz, también moviliza músculos de la garganta. Es un ejercicio indirecto, lúdico, que puede ayudar.

Estos ejercicios no son una cura mágica, pero practicados a diario pueden fortalecer tu capacidad de tragar. Recuerda que si tu disfagia es severa o de origen neurológico, lo ideal es que un profesional (un logopeda o foniatra) te indique un plan de ejercicios personalizado. Aun así, los mencionados arriba son generales y seguros de hacer en casa.

Remedios naturales adicionales (miel, jengibre, aloe vera, etc.)

Además de lo mencionado, quisiera hablarte de algunos remedios naturales que tradicionalmente se han usado para mejorar problemas al tragar o aliviar molestias en la garganta y el esófago:

  • Miel de abeja: Ya la mencionamos en la leche, pero la miel por sí sola es un bálsamo. Tiene propiedades antisépticas y cicatrizantes suaves. Tomar una cucharadita de miel pura lentamente, dejándola resbalar por la garganta, puede ayudar a lubricar y calmar irritaciones. Úsala con moderación si eres diabético (es azúcar al fin y al cabo).
  • Jengibre: El jengibre es un antiinflamatorio natural y favorece la digestión. Puedes preparar una infusión de jengibre rallado con limón y miel. Tómala tibia. Esto ayudará si tu disfagia está relacionada a reflujo gastroesofágico o irritación, porque el jengibre reduce la inflamación y las náuseas. Chupar lentamente una rodajita de jengibre pelado también estimula saliva.
  • Aloe vera: El gel de aloe vera (comestible, de buena calidad) es conocido por suavizar las mucosas. En casos de esofagitis o esófago sensible, un par de cucharadas de jugo de aloe vera puro antes de las comidas podrían recubrir el esófago y facilitar el paso del alimento. Eso sí, consulta que sea apto para consumo y no excedas la dosis (el aloe en exceso puede ser laxante).
  • Malvavisco (Althaea officinalis): Esta es una planta medicinal cuyo nombre suena a golosina. La raíz de malvavisco se usa en fitoterapia porque suelta mucílagos, unas sustancias resbalosas que protegen las mucosas. Una infusión o jarabe de malvavisco puede aliviar la sensación de ardor o sequedad al tragar.
  • Olmo resbaladizo (slippery elm): Otro remedio herbal similar, muy usado en Norteamérica, es la corteza de olmo resbaladizo en polvo. Mezclada con agua forma un gel espeso lleno de mucílago que recubre garganta y esófago, calmando la irritación. Si bien no es tan común en España, lo menciono por si lo encuentras en herbolarios.
  • Mentol y eucalipto: Caramelos o pastillas para la garganta que contengan mentol, menta o eucalipto pueden proporcionar una sensación de frescor y aliviar la garganta temporalmente, facilitando tragos salivares. Solo usa estos caramelos si los toleras bien y ojo con chupar caramelos si tienes riesgo de atragantarte; en tal caso, mejor disolverlos en agua caliente y beberlos como infusión.

En general, cualquier remedio antiinflamatorio natural o que lubrique la garganta vale la pena probarlo (siempre y cuando no te cause alergias o interacciones). Por supuesto, no fumes ni bebas alcohol ya que irritan más la garganta y empeoran la disfagia – eso cuenta como «remedio» también: evitar irritantes.

Cuándo consultar al médico: señales de alarma

Aunque estoy enfocándome en remedios caseros, quiero dejar muy claro que hay situaciones en las que debes buscar ayuda médica sin dudarlo. La disfagia puede ser síntoma de algo serio, y tu seguridad es lo primero. ¿Cuándo es el momento de dejar los remedios caseros y acudir al médico?

  • Pérdida de peso notable o desnutrición: Si notas que por la dificultad para tragar estás comiendo mucho menos de lo necesario, bajando de peso involuntariamente o sientes signos de desnutrición (debilidad extrema, mareos), es hora de ir al médico. Nadie debe quedarse sin nutrientes; el especialista evaluará opciones (dieta especial, suplementos e incluso alimentación por sonda temporal si fuera necesario).
  • Atragantamientos frecuentes y tos al comer: Una cosa es atragantarse una vez esporádicamente, pero si cada vez que comes o bebes algo, terminas tosiendo fuerte, con sensación de ahogo o se te va «por el otro lado», no lo ignores. Puede haber un alto riesgo de aspiración pulmonar (que partículas de comida entren a vías respiratorias). Esto puede derivar en neumonías muy peligrosas. Un profesional debe evaluar tu reflejo de deglución.
  • Dolor intenso al tragar (odinofagia): Si sientes dolor agudo en el cuello o pecho al pasar la comida, más que molestia, es un signo de alarma. Podría indicar una lesión, úlcera esofágica, infección severa o cuerpo extraño. Requiere evaluación.
  • Sensación de atasco total: Si en algún momento sientes que la comida se queda atascada y no baja en absoluto (ni pasa el líquido), y esa sensación no se resuelve, busca atención inmediata. Podría ser una obstrucción esofágica.
  • Otros síntomas neurológicos: Por ejemplo, si la disfagia comenzó tras un golpe, una caída o viene acompañada de dificultades para hablar, debilidad en algún lado del cuerpo, etc., podría estar ligada a un problema neurológico (derrame, etc.). No es para asustarte, pero hay que investigarlo pronto.
  • Duración prolongada sin causa conocida: En general, si llevas varias semanas con disfagia y no tienes claro por qué (no fue una gripe, no hay diagnóstico aún), hay que estudiarlo. Podrían hacerte pruebas como endoscopia, radiografías con contraste, manometría, etc., para encontrar la causa.

En todos esos casos, los remedios caseros son apoyo, pero no sustituyen la atención médica. Personalmente siempre le digo a quien padece disfagia: «No te resignes a vivir con ello sin saber por qué ocurre». Usa estos consejos para aliviar tu día a día, pero busca un diagnóstico si la dificultad persiste o empeora.

Preguntas frecuentes sobre la disfagia

A continuación respondo algunas preguntas frecuentes que suelen tener las personas acerca de la disfagia y sus tratamientos caseros.

¿La disfagia tiene cura o se puede quitar con remedios caseros?

La disfagia en sí es un síntoma, no una enfermedad única. Su cura depende de tratar la causa subyacente (por ejemplo, si es por reflujo, mejorar el reflujo; si es por un ACV, rehabilitación; si es por ansiedad, terapia, etc.). Los remedios caseros no van a “curar” la disfagia de raíz cuando hay una causa médica importante, pero sí pueden aliviar los síntomas y mejorar tu capacidad de tragar en el día a día. En casos de disfagia leve o transitoria (por ejemplo, tras una gripe), estos consejos caseros podrían hacer que prácticamente desaparezca el problema. En disfagias crónicas, las medidas caseras son un complemento para mejorar tu calidad de vida, pero seguramente necesites también tratamiento médico o rehabilitación.

¿Qué alimentos son recomendables para alguien con disfagia?

En general, se recomiendan los alimentos blandos, húmedos y homogéneos. Por ejemplo: purés de verduras, compotas de frutas, papillas, sopas crema, guisos muy bien cocidos y desmenuzados, tortillas muy jugosas, pescado al vapor desmigado, yogures, flanes, pudines. También es recomendable añadir salsas o caldos a los alimentos para humedecerlos (por ejemplo, mojar el pan en sopa en vez de comerlo seco). Los batidos nutritivos y smoothies son excelentes para aportar calorías y proteínas de forma fácil de tragar (puedes licuar fruta con yogur, avena molida, etc.). Y no olvides los líquidos espesados si tienes dificultad con líquidos claros: un vaso de agua es más seguro si le añades espesante para lograr consistencia de néctar.

¿Qué alimentos se deben evitar en la disfagia?

Debes evitar aquellos alimentos que tengan texturas difíciles: los muy secos (pan duro, frutos secos enteros, galletas secas tipo crackers a menos que las remojes), los fibrosos (carnes muy fibrosas, ciertos vegetales crudos como apio, que cuestan un montón de masticar), los granulados (arroz suelto, maíz, guisantes enteros, cualquier cosa en granitos sueltos), y los pegajosos (mantequilla de maní, plátano muy maduro y pastoso, quesos muy chiclosos). También cuidado con mezclas como cereales con leche, sopas con trozos, etc., que pueden separarse en boca y causar atraganto. En cuanto a sabores, si tienes irritación en la garganta, evita picantes, ácidos fuertes o muy condimentados que pueden empeorar el dolor (ej: salsas picantes, vinagre fuerte, cítricos concentrados). Y, por supuesto, nada de alcohol cuando comes (el alcohol entumece la garganta y también puede dificultar la coordinación al tragar) y nada de bebidas con gas que pueden provocar regurgitación.

¿Existen ejercicios específicos para mejorar la disfagia en casa?

Sí, hay varios ejercicios de deglución y orofaciales que pueden ayudar. Ya comentamos algunos en este artículo: ejercicios de lengua (movimientos y estiramientos de la lengua), tragar saliva repetidamente, ejercicios de fuerza (empujar la lengua contra el paladar), vocalizar, etc. Otro ejercicio común es el «Mendelssohn» (se aprieta la musculatura de la garganta al tragar y se mantiene la nuez de la garganta elevada unos segundos antes de soltar). Pero ojo: conviene aprenderlos con un logopeda para hacerlos correctamente. En casa, puedes también practicar técnicas como la de doble deglución (tragar dos veces seguidas cada bocado, para asegurar que pasó todo) o la de chin-tuck (tragar con barbilla hacia abajo). Estos ejercicios y técnicas, repetidos a diario, suelen mejorar un poco la función deglutoria con el tiempo. La clave es la constancia y, si es posible, la guía de un profesional.

¿Cuándo debo preocuparme por la disfagia y consultar al médico?

Debes consultar si la disfagia es frecuente o va en aumento, o si viene con otros síntomas preocupantes. En la sección anterior te detallo las señales de alarma: pérdida de peso involuntaria, atragantamientos muy seguidos, dolor fuerte al tragar, sensación de obstrucción, o síntomas neurológicos asociados. También si la dificultad para tragar persiste más de 2 a 4 semanas sin causa clara. En resumen, si notas que tu vida diaria se ve afectada (por ejemplo, dejas de comer ciertos alimentos por miedo, o tardas una hora en cada comida) es momento de buscar ayuda profesional. El médico podrá derivarte a un especialista (otorrino, gastroenterólogo o neurólogo, según sospecha) y harán pruebas para encontrar la causa y tratarla. No tengas vergüenza ni lo dejes pasar: la disfagia no diagnosticada puede conllevar riesgos serios, así que mejor prevenir.

¿Qué especialista trata la disfagia?

La disfagia puede ser abordada por distintos especialistas según su origen. Inicialmente puedes acudir al médico de cabecera, quien evaluará y probablemente te derive. Si sospechan problema en la garganta o neurológico, un otorrinolaringólogo o un neurólogo podrían involucrarse. Si parece un tema esofágico o digestivo, entonces un gastroenterólogo es el indicado. Además, en el tratamiento suelen participar logopedas / fonoaudiólogos (terapeutas del lenguaje) especializados en rehabilitación de la deglución: ellos te enseñarán ejercicios y técnicas. En casos complejos también dietistas y nutricionistas clínicos ayudan a planificar la dieta adecuada. Así que, no hay un único “doctor de la disfagia”; es un trabajo de equipo médico.

¿Los niños pueden tener disfagia y se tratan igual en casa?

Sí, los niños también pueden sufrir disfagia (por ejemplo, algunos con parálisis cerebral, fisura palatina, trastornos neurológicos o simplemente dificultades en el desarrollo de la deglución). Los principios básicos de cuidado son similares: adaptar la textura de sus alimentos (papillas más ralas o más espesas según necesiten), enseñarles con paciencia a masticar y tragar, y asegurar una postura correcta (a veces con ayuda de cojines especiales). Sin embargo, en niños es aún más importante la supervisión profesional. Nunca force a un niño a comer si nota que no puede tragar bien; mejor buscar orientación de un pediatra y un logopeda pediátrico. Muchos niños con disfagia mejoran con terapia y a medida que crecen. En casa puedes hacer que la comida sea un momento relajado, no presionarlos y aplicar también lo de bocados pequeños, líquidos espesados si hace falta, etc. Y por supuesto, vigilar muy bien para evitar atragantamientos (estar siempre presente mientras come).

Espero que estos remedios caseros para la disfagia y consejos te sean de ayuda. Mi recomendación final es: ten paciencia contigo mismo/a, celebra los pequeños progresos (como acabar un plato de puré sin toser, ¡bravo!) y combina estos cuidados en casa con el seguimiento médico adecuado. Con el tiempo, es posible mejorar y retomar el placer de comer con más seguridad.

Recuerda, estoy contigo en este camino de buscar soluciones naturales para la disfagia. ¡Mucho ánimo y a poner en práctica estos consejos desde hoy mismo!

cta clearden 2025
Andrés Rubio cleardent
Odontólogo
Con una sólida formación en odontología general y especialización en estética dental y prótesis sobre implantes, el Dr. Andrés Rubio Palomino brinda un cuidado dental integral y estético en Clínicas Cleardent. Desde 2019, destaca por su enfoque en la mejora continua y su dedicación al aprendizaje, ofreciendo tratamientos que realzan la sonrisa de sus pacientes. Con un estilo de trabajo cercano y responsable, el Dr. Rubio acompaña a cada paciente desde la consulta inicial hasta el final de su tratamiento, asegurando una experiencia de calidad y confianza.

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